Por Eduardo Varas
Wilko tiene 67 años y todavía carga ese rostro que mezcla el rictus de Harry el Sucio y la emoción de un día más. Siempre fue así con él: en plena efervescencia del pub rock inglés, Wilko fue el guitarrista y uno de los fundadores de Dr. Feelgood, banda con la que apadrinó una forma catártica de tocar guitarra, con una mirada perdida, con deseos de comerse al mundo. Era mediados de la década de los setenta y solo deberían pasar veinticuatro meses y algo más para que el movimiento punk apareciera y viera en este nativo de Essex un modelo a seguir.
Porque Wilko es extraño.
Tan extraño que, cuando a inicios de 2013 anunció que le habían diagnosticado cáncer de páncreas terminal, dijo que no se iba a someter a ningún tratamiento. Le dieron máximo nueve meses de vida por su decisión de no recibir quimioterapia. Él se debe estar riendo en este rato.
“Me siento muy bien y entero, por el momento —dijo en un programa matinal de la BBC en febrero de 2013—. Recibí este diagnóstico de cáncer pancreático antes de Navidad. El efecto en mí no fue el que todos esperaron. El diagnóstico fue sorpresivo, sin duda, pero estuve calmado. Cuando me lo dijeron me sentí tan vivo, mientras todos a mi alrededor temblaban. Al llegar a casa, estuve tan exaltado que me puse a pensar, no sé, que ya todo el camino de mi vida estaba completo y que tuve una buena vida y que no puedo quejar de nada. Sé que muchos creen que exagero cuando digo esto y que mañana caeré en una terrible depresión, pero no, no me ha pasado así”.
Y la extrañeza continúa porque, un año y medio después, Wilko está en su casa, vivo, recuperándose de una operación que nunca antes se había realizado en el mundo. La cirugía, considerada radical, consistió en quitarle un tumor del tamaño de un balón de fútbol americano, su páncreas, su bazo y parte de su estómago.
Tomó nueve horas operar a Wilko.
Y hoy, mientras se escribe este texto, él se está recuperando en su casa. Está débil —de acuerdo a un comunicado en su página oficial en Facebook— y no es para menos, pero el pronóstico es favorable. Si todo sale bien, puede haber noticias de Wilko Johnson pronto.
Varias notas de la BBC hablan de que su caso, si llega a ser diagnosticado finalmente como libre de cáncer, sería considerado un milagro. Pero lo cierto es que el tipo que a fines de enero de 2013 dijo, en una entrevista en el programa Front Row, que “cuando te dicen que te vas a morir, te sientes más vivo que nunca”, sigue de pie. Y en los 18 meses que han pasado desde entonces, Wilko Johnson ha dejado en claro que, más que la depresión, lo que vale en momentos así es estar más activo que en sus años de juventud.
Volviendo a casa
Wilko Johnson se llama John Peter Wilkinson y nació el 12 de julio de 1947. Desde siempre fue ese chico inquieto que, una vez que terminó sus estudios universitarios en Literatura inglesa, viajó a India, estuvo en Goa —el estado más próspero de todo el país—, donde fue profesor y, luego de varios meses, decidió volver a casa y para no soltar la Telecaster que había comprado cuando era adolescente.
Dr. Feelgood fue la banda que lo hizo crecer. Era 1975 cuando el cuarteto, que incluía a Lee Brilleaux, John B. Sparks y John The Big Figure Martin, empezó a asaltar el mundo de una manera peculiar. Esa mezcla de blues y energía interminable hacía de Dr. Feelgood un lunar muy peculiar, pese a que su éxito fue moderado y quizás, a esta altura del partido, muchos de los lectores de esta nota no tendrán idea de las canciones de estos cuatro ingleses. La banda sigue existiendo, desde luego, dando conciertos en pubs de diferentes países con otros integrantes. Wilko hace casi 30 años que la dejó de lado y Brilleaux falleció a mediados de los noventa; los otros dos tampoco son parte del panorama. Dr. Feelgood no deja de ser una rareza de coleccionistas y el trabajo de Johnson quizás no es el más reconocido de todos, a nivel masivo, pero es claro que mucho de lo que él hizo pavimentó lo que iba a llegar.
Wilko es una leyenda entre guitarristas como Paul Weller. Y es claro que sus movimientos son el paso previo en la escala evolutiva antes de llegar a Johnny Rotten, de los Sex Pistols.
También es el tipo que como maestro de escuela, obsesionado con la astronomía, sacaba a sus chicos del salón, los acostaba sobre el césped y los ponía a ver el cielo, para despertar la curiosidad en ellos por lo que hay fuera del planeta. Wilko Johnson no es de esta tierra.
Dr. Feelgood fue la banda que volvió a Wilko en el eterno joven agresivo y feliz, vestido de traje oscuro, que se movía de adelante hacia atrás sin parar todo el tiempo que duraba la canción, mientras no dejaba de golpear las cuerdas de su guitarra. Wilko, el que cantaba Boom Boom, cuando el vocalista Brilleaux no soltaba la armónica y se volvían más blues que el blues. Él, quien no conoció nunca el aporte que una vitela podría darle y que siempre ha tocado con dedos y uñas, con un movimiento uniforme que no hay manera de explicar cómo consigue que suene una sola nota y no toda la guitarra. Wilko es esa especie de Cthulhu en el registro de los grandes monstruos de la historia del rock: está por encima de muchos y pocos saben de su existencia.
Pero claro, a él no le importa esa realidad.
“La vida me ha dado más de lo que he pedido”, dice en el DVD Live at Koko, filmado en conciertos que dio en marzo de 2013, en Londres. En 1977 cuando lo echan-renuncia de Dr. Feelgood, Wilko Johnson siguió tocando sin parar. Formó una banda que llevaba su nombre y hasta se unió a Ian Dury and the Blockheads por un tiempo.
Las décadas han pasado y Wilko no se ha quedado atrás. Sigue siendo ese tipo que hace rítmica y licks de guitarra al mismo tiempo y que se mueve con la energía de un jugador de rugby que consume estereoides. El peinado de casco de batalla, con pelo armando un cerquillo como el de Moe de Los Tres Chiflados, ya no existe. Su cabeza pelada es ahora su firma y quizás el tiempo ha endurecido su rostro, y parecería que te va a matar solo con decir una palabra — lo que lo ha llevado a la actuación, llegando incluso a ser un verdugo en Game of Thrones—. Pero cuando habla se emociona tanto que no queda más que sentirse feliz por esa bomba de vitalidad que este hombre enfermo regala en cada frase.
No hay tiempo: haz un disco en una semana
No había tiempo que perder. Desde enero de 2013, Wilko ha tocado con varias personas y hasta hizo una gira de despedida que terminó en una película. Nueve meses después del anuncio de su enfermedad, Wilko no presentaba síntomas visibles. Entonces lo llevaron a un hospital y le hicieron exámenes. No había razón humana para que él siguiera vivo, tocando, siendo el mismo.
Se dieron cuenta de que su tumor era de un tipo denominado neuroendocrino, que suele pasar a menos de 5% de los pacientes y que crece a una velocidad mucho menor de la normal, lo que reduce las molestias en un porcentaje importante. Además, de acuerdo a la web cancer.gov, “la supervivencia general a cinco años es de casi 55% cuando los tumores son localizados y se extirpan”. A Johnson le dijeron que había una posibilidad de que viviera más tiempo. Él, que no tomó ninguna medicación para paliar la enfermedad, aceptó la operación que se realizó en abril pasado.
Pero antes de que entrara al quirófano, no podía parar. “No voy a envejecer más, voy a morir. Entras en un momento retrospectivo y, amigo, es todo lo que te queda”, dijo para el DVD de su show en Londres. Y decidió que era hora de armar un proyecto que venía hablando desde 2010 con su amigo Roger Daltrey, cantante de The Who. En noviembre de 2013, ambos entraron al estudio y en una semana tenían listo Going Back Home, compuesto de diez temas de Johnson y un cover de Bob Dylan. El disco apareció en marzo de 2014 y entró directo al número 3 de los charts ingleses.
“Solo dejo que las cosas pasen”, dijo en una entrevista para su página web. Y las cosas están pasando para él. Ahora descansa en su casa y la familia ha pedido que no lo molesten, que lo dejen recuperarse. Roger Daltrey ya ha dicho que harán un nuevo disco, una vez que Johnson esté repuesto. Los demás esperamos.
“Todas esas cosas que te preocupaban, que el recaudador de impuestos, que el jardinero, que las cuentas, que esto y el otro, ya no importan. No importa el futuro porque ya no está para ti. El pasado ya fue y no hay nada que puedas hacer con eso. Entonces estás enfocado en el presente, en el momento que estás viviendo… Y estoy encantado de tener esto”, dijo a unos sorprendidos presentadores de la BBC, anunciando su gira de despedida, hace más de un año. Wilko es extraño y también irrompible.