Por Fernando Larenas.
Edición 458 – julio 2020.
El Nobel alemán de Literatura en 1929, Thomas Mann (1875-1955), autor del ensayo Sufrimientos y grandeza de Richard Wagner, es tal vez el escritor que mejor sintetiza la obra del mayor compositor operístico del mundo, un hombre tan fácil de odiar por sus posiciones políticas y, al mismo tiempo, de admirar por la grandeza y originalidad de sus creaciones musicales.
Por su carácter, escribía Mann, Wagner era un tipo sospechoso, pero como artista irresistible. “Mi amor por él era un amor sin fe, era una relación escéptica, pesimista y desengañada, casi de antipatía, pero apasionada y de una indescriptible fuerza vital”, anota en otro de sus libros dedicado al músico: Richard Wagner y la música.

¿Quién fue y qué aportó Wagner a la música? Nació en Leipzig, el 22 de mayo de 1813, y murió en Venecia setenta años después. Fue un apasionado por el teatro y la poesía, de ahí se originaron sus óperas, que se basaron en la mitología germánica. Un total de trece, entre las cuales se destaca El anillo del Nibelungo, una tetralogía integrada por El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses.
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