El voto duro

Voto duro
Ilustración: Diego Corrales

I

El voto duro, el gobierno blando. ¿Por qué votar es duro para quienes no forman parte del voto duro? Esto tiene varios sentidos. Votar es duro en cuanto a su rigidez que lo hace pertenecer a otra época. Obligar es de otra época. Dividir a las personas en filas según su sexo es de otra época. Pertenecer a un partido político es de otra época. Imprimir papeletas y meterlas en cajas de cartón es de otra época. Usar esferográfico es de otra época. Contar a mano es de otra época. Esperar es de otra época. Gastar tantos recursos públicos en el mantenimiento de algo caduco es insensato y necio. “Si no lo hacemos así, habrá fraude electoral”, dicen. De todas maneras, hay fraude. El fraude sucede gracias a lo retrógrado del sistema. ¿Cómo hacemos que el proceso electoral vaya acorde a la época en que vivimos? O mejor aún, ¿al futuro, que es lo que está en juego?

II

La indecisión, una nueva bandera. ¿Cuál es la tendencia de los indecisos? ¿Por qué causas militan? Para que las elecciones se suspendan indefinidamente hasta resolver los temas de fondos de las elecciones, es decir, principalmente, su retraso, su falta de visión, su estancamiento. Hagamos primarias por redes sociales. Que se lancen los muertos. (No hay idea mala en este punto.) Otilino Tenorio presidente, 2025. Dicen que Otilino Tenorio, que acababa de morir, iba a ganar el concurso del “mejor ecuatoriano de todos los tiempos” en 2005 y que los organizadores (un canal de televisión) tuvieron que inclinar las balanzas para que gane el general Eloy Alfaro, que iba segundo. ¿Cuánto se hubiera alterado el curso de la historia sin ese pequeño fraude?

III

El culto a la personalidad, la alcantarilla humana. La única forma de hacer campaña en el sistema actual es a través del culto a un individuo. Los modos del pasado favorecen el caudillismo. El gran problema de las democracias occidentales es su falta de coherencia. ¿Cómo se puede abogar por una democracia y una monarquía absoluta a la vez? O la democracia no existe y nunca existió. Somos curuchupas todos. Remedando los modos del cielo en la tierra. Aceptando el orden divino. (Dios es rey). Nunca hubo alternabilidad. Nunca hubo elección. Qué sano fuera que un hombre gobernara y después nos dejara en paz. Qué sano fuera que una mujer nos dejara en paz, para variar. O para ovariar y ya no testiculizar a nuestro país. Una democracia libre de obstáculos. Un proceso electoral que tome la forma de un juego de palabras. Que se lancen a la presidencia con la condición de que el ganador tenga que lanzarse al Pailón del Diablo en la inauguración. O, al revés, que se multe, como se hacía en la antigua Grecia, a los ciudadanos que no participan en la solución de los problemas comunes. A veces mirar atrás puede ser vanguardista.

IV

Polaridad es lo que hay. De lado y lado, los curuchupas jugamos al tira y afloja. Los unos se remedan entre sí, los otros también, entre los de su bando. Dicen lo mismo. Piensan lo mismo. Se visten igual. Los unos no cambian de parecer. Los otros tampoco. Creen que el otro bando se ha desparramado por el suelo mientras ellos jalan la soga victoriosos, pero es solo una ilusión óptica momentánea producida por mentes habituadas a decodificar los mismos estímulos de la misma manera. Afecto. Hábito. Multitud. Pobre polaridad.

Complementos web

Palabras clave: #elecciones, #democracia, #indecisión.

Te podría interesar:

¿Te resultó interesante este contenido?
Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Más artículos de la edición actual

Recibe contenido exclusivo de Revista Mundo Diners en tu correo