Hace 220 años nació el patriarca del Romanticismo francés, un hombre que impregnó la historia del siglo XIX de virtudes literarias e ideales políticos en contra de la injusticia social.

El escritor, poeta y dramaturgo Víctor Hugo nació el 26 de febrero de 1802 en Besançon. Figura cimera de las letras francesas y del Romanticismo en particular, dejó un voluminoso legado en novela, poesía, ensayos y obras de teatro. Tan solo en poesía se calcula que escribió 153 837 versos.
Después de Shakespeare, dijo Mario Vargas Llosa: “es el autor occidental que ha generado más estudios literarios, análisis filológicos, ediciones críticas, biografías, traducciones y adaptaciones de sus obras en los cinco continentes”.
“Quiero ser Chateaubriand o nada”, escribió en su diario con apenas catorce años el autor de las memorables novelas Nuestra Señora de París y Los miserables.
Hizo carrera política como diputado y senador y, con la proclamación de la República en 1870, puso fin a un exilio voluntario de casi veinte años. El gran visionario que en 1849 vislumbró la fraternidad europea en lo que llamó “Estados Unidos de Europa”, murió el 22 de mayo de 1885 en París.
Una faceta poco conocida
Víctor Hugo alternó su actividad literaria con pinturas y dibujos a lápiz, carboncillo hollín y “toda clase de mezclas extrañas con las que más o menos consigo expresar lo que tengo en los ojos y sobre todo en la mente. Así me divierto entre dos estrofas”, según comentó en una carta a Baudelaire.
Tres años después de su muerte, el público se enteró de esa faceta poco conocida del novelista (creó unas tres mil obras gráficas entre 1830 y 1876), a raíz de una exposición y de la apertura de una casa museo en París.
Pero, indica El Correo de la Unesco, “la envergadura y la modernidad de su genio gráfico” fue reconocido plenamente bien entrado el siglo XX, gracias a los surrealistas que exaltaron “los aspectos más extraños, diríase automáticos, de su creación”.
Nuestra Señora de París
“Cada cara, cada piedra del venerable monumento es una página no solo de la historia del país, sino de la historia de la ciencia y del arte”, sentenció Víctor Hugo, defensor del patrimonio gótico, al dar a la catedral un sitial en la literatura universal.
La catedral estaba en tan mal estado que se había considerado su demolición, pero con el protagonismo que tuvo en la novela publicada en 1831, Víctor Hugo generó un impresionante apoyo popular para un proyecto de renovación que salvó el edificio.
El incendio que destruyó una gran parte de la catedral en 2019 evocó la preocupación que casi dos siglos antes había tenido el gran escritor francés y movilizó a la comunidad internacional a ser parte de un nuevo capítulo de salvación.