¿Le da miedo permanecer mucho tiempo sin su teléfono móvil? ¿Estar lejos de su smartphone le genera ansiedad y angustia? Puede padecer nomofobia y el asunto no es tan sencillo.
“No-mobile-phone phobia”. Esos cuatro vocablos del inglés son la raíz de la palabra nomofobia, definida como el miedo patológico e irracional a estar desconectado o alejado del teléfono celular. Fue acuñado en 2011, tras un estudio del instituto demoscópico YouGov que reveló que casi el 53 % de los usuarios en el Reino Unido sentía ansiedad cuando perdía su teléfono o la conexión.
La pandemia derivada de la covid-19 acentuó ese escenario, pues hoy casi todas las actividades están mediadas por algún tipo de dispositivo electrónico. Trabajar, entretenerse e incluso estudiar precisan de uno u otro aparato. Es decir, no hay escapatoria. ¿Pero cuándo esta dependencia puede llegar a ser un problema?
El docente de psicología de la Universidad de Las Américas (UDLA), Jaime Terán, explica a Mundo Diners que la dependencia se evalúa en función de la afectación a las actividades más cotidianas. “Si tengo una emergencia y necesito llamar y no puedo hacerlo, aquello me va a ocasionar una respuesta emocional de ansiedad porque es algo urgente, pero si no existe esa relevancia y, sin embargo, tengo una respuesta de ansiedad y desesperación, podemos hablar de un problema”.
Esta dependencia es una adicción no tóxica, es decir, los neurotóxicos (sustancias capaces de producir un patrón constante de disfunción neuronal) no se crean por el uso de psicoestimulantes, sino que se producen por la dependencia hacia estos dispositivos.
Síntomas y efectos
Los síntomas más relevantes pasan por el incremento de los niveles de ansiedad, irritabilidad y agresividad; asimismo, la concentración y el rendimiento personal bajan.
Los efectos son físicos y psicológicos. Dentro de los primeros está la sobreestimulación visual, el síndrome del ojo seco, cefaleas, migrañas, taquicardias, afectaciones digestivas, inmunológicas, sedentarismo, etc.
En el aspecto psicológico, como se mencionó previamente, lo primero será la ansiedad, que se presentará con síntomas como pensamientos obsesivos o negativos con una intensidad emocional muy alta. “Este miedo, esta frustración, esta ira de no poder acceder al celular o dispositivo nos genera un sentimiento de intranquilidad que es el fundamento de la ansiedad”, añade Terán, al explicar que la adicción no pasa solo por el tema del contacto, sino incluso por la calidad de la conectividad, pues no tenerla o que esta sea mala también puede desatar episodios similares.
También están los efectos sociales, pues la dinámica social y familiar se ve afectada por la dependencia. Quienes padecen de nomofobia dejan de lado la interacción real con sus más cercanos y pasan a mantener una actividad social mediada únicamente por un dispositivo, lo que disminuye las habilidades de contacto presencial.
¿Qué hacer?
La pregunta ahora es: ¿qué hacer si identifico que un allegado o yo mismo padezco esta condición? El primer espacio para trabajar será el personal, es decir, el autocontrol y la autorregulación. “Los niños y adolescentes no van a ser muy funcionales o adaptativos, requerirán de la supervisión de un adulto para regular estos tiempos y espacios, pero esa es una de las primeras estrategias”, advierte Terán.
Lo segundo es la prevención dentro del hogar y en la cotidianidad. Para ello se pueden delimitar espacios y actividades para no usar el celular, como las comidas o los momentos de interacción familiar.
El experto detalla, además, que existen técnicas como la desensibilización sistemática, que implica generar una separación progresiva del teléfono “no tan radical como quitarle el dispositivo de una sola vez porque eso genera una reacción adversa”, sino que se hace de una forma programada para que el cambio de hábito sea más sencillo.
Lo anterior debe ir acompañado de actividades que compensen o llenen ese espacio, es decir, actividades que tengan un nivel de recompensa similar al que se está dejando. Estas pueden ser deportivas, sociales, de ocio… pero lo más importante es, en primer lugar, lograr que la persona que está afrontando este proceso reconozca el problema y no se sienta sola en el camino que deberá recorrer. Después es necesario buscar ayuda psicológica especializada que facilite el proceso con miras a que los resultados sean satisfactorios para el paciente y su entorno. (Ángela Meléndez)
Fotografía: Shutterstock
Edición 463-Diciembre 2020