
El adjetivo es una parte de la oración, por lo general, se usa antes o después de un sustantivo o de un nombre y se trata de un recurso retórico necesario en el lenguaje escrito, pero puede ser un estorbo cuando su uso es exagerado.
Los adjetivos más comunes son los que califican al sustantivo: vivía en una casa pequeña, el cielo era azul, el niño de ojos negros y cabello ondulado, la actriz rubia y alta.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
Con este ejemplo se puede apreciar la importancia de los adjetivos para que el lector imagine el escenario. Por esa razón, el adjetivo es un excelente recurso narrativo.
Los adjetivos pueden ser positivos (excelente, inteligente, honrado, habilidoso, etcétera) o negativos (torpe, sinvergüenza, descarado, pendenciero, etcétera).
Como elemento comunicacional puede ser de gran ayuda para describir un hecho noticioso, pero tampoco se debe exagerar en la narración; es preferible recurrir a los datos y no a la percepción.
– Un fuerte temblor se sintió en el norte del país. Es preferible recurrir a la información oficial: Un sismo de 4,9 grados se sintió en el norte del país; el epicentro fue en Ibarra.
– Ecuador es en uno de los países más inseguros de América Latina. Si tenemos el dato es preferible mencionar cuál es el puesto que ocupa el país en materia de inseguridad.
– Un justo empate consiguió El Nacional. ¿Justo según quién? Es preferible recurrir a la fuente (por ejemplo, el director técnico) que calificó el resultado.
– Noticia importante. Es muy común ver en redes sociales ese adjetivo, pero la pregunta es: ¿para quién es importante la noticia?
Adjetivar es la acción de aplicar adjetivos, por lo general, negativos, acerca de la gestión o del desempeño de personas que ejercen alguna función.
Es muy común leer que el presidente o el alcalde actual es el peor que hemos tenido o que la Asamblea es la más mala de todas las que hemos tenido.
La calificación de buena o mala es comprensible en el ámbito de la política, pero no en el periodístico.
El periodista que desea calificar una gestión debe recurrir a los datos y a la estadística, por ejemplo, que la Asamblea actual, en un período determinado, en comparación con anteriores, promulgó un menor número de leyes.
Lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, por lo general, son valoraciones subjetivas, y el periodismo siempre debe ser objetivo y usar las mejores herramientas de análisis: las cifras para hablar de economía y la estadística para entender el entorno social.
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