Se estrenó en Colombia la superproducción televisiva Escobar, el patrón del mal, que recrea la vida de Pablo Escobar, el narcotraficante más violento y famoso de cuantos han existido. Para los latinoamericanos es como regresar a los convulsos años ochenta, pródigos en sangre, corrupción y cocaína. Próximamente la serie será estrenada en Estados Unido y otros países del mundo. El jefe del cartel de Medellín cabalga de nuevo.
Por Iván Beltrán Castillo y Luz Martínez
(Especial para Mundo Diners)
Todos los pobres de Medellín quisieron ser como él, aplaudieron sus discursos, vindicaron sus fugas, asistieron a las fiestas populares que organizaba, trabajaron en sus fincas y sus empresas fachada; algunos lo conocieron y hasta le estrecharon la mano; otros, llegada la hora, lo escondieron en sus casas. La mayoría asistió a su entierro como se acude al sepelio de un santo, un mártir, una leyenda.
Era Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante más famoso de cuantos hayan existido y quien ahora resucita en la televisión latinoamericana, luego de años de ser un referente popular como la Virgen de Chiquinquirá, El Divino Niño, la Virgen de Guadalupe, el Che Guevara o Evita Perón. De hecho, en su terrible discurso, él mezclaba la teatralidad populista de colectividades políticas como el peronismo argentino, el gaitanismo y anapismo colombianos y muchos otros experimentos de la misma laya, que estuvieron en el poder, cayeron luego y permanecieron incólumes en el inconsciente colectivo.
Galán de barriada o cantante de rancheras y tangos apaches, latin lover, sicario, guerrillero, millonario, Robin Hood tercermundista, ángel caído y al servicio del infierno, Escobar cuenta hoy con una secreta logia de admiradores que, más allá de profundizar en su prontuario sangriento, encuentran en él una suerte de benefactor y paladín. Se sabe que la sustancia mítica de un personaje aparece con toda su fuerza arrolladora en el instante de su muerte, y este es el caso de este bandido de talla universal.
¿Cómo bucear en la historia de un personaje con semejantes características sin correr un enorme riesgo?
Pues bien, sorteando los escollos y como dos equilibristas que atraviesan la cuerda floja, dos creadores colombianos se le han medido a esta difícil empresa. Y por ahora, por lo menos en lo referente al rating, están alzándose con una gran victoria. La noche del estreno de la serie Escobar, el patrón del mal fue histórica, pues se alzó como la producción más vista en su primer capítulo en todos los años de la televisión colombiana, superando incluso a los más cruciales episodios de Yo soy Betty, la fea.
EL RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS
Juana Uribe y Camilo Cano son dos creadores con una larga trayectoria y una credibilidad labrada merced de largos años de trabajo. Ella es vicepresidenta del Canal Caracol y una productora de gran sensibilidad y agudeza, que aporta a la ‘caja de las ilusiones’ nuevos puntos de vista, enfoques inesperados y formas narrativas originales. Él, por su parte, es un periodista ligado al tradicional periódico El Espectador de Bogotá, con más de cien años de ininterrumpida labor, y uno de los medios de comunicación más éticos y escrupulosos que han existido.
Ambos tienen en común una cosa: fueron víctimas de Pablo Escobar y sintieron en carne propia su quehacer criminal.
Juana Uribe es sobrina política de Luis Carlos Galán, el inmolado líder del Nuevo Liberalismo, y quien fuera uno de los acérrimos enemigos de Pablo Escobar, quien le mandó liquidar en 1989. Además, su madre, Maruja Pachón de Galán, fue secuestrada por el mismo mafioso y permaneció en su poder durante varios meses ingratos, como se recrea magistralmente en el libro de Gabriel García Márquez, Noticias de un secuestro.
Camilo Cano es hijo de Guillermo Cano, quien fuera, siendo el director de El Espectador, el periodista encargado de desenmascarar la oculta tramoya delictiva de Pablo Escobar, en medio de un país que por entonces había aceptado su juego, luego de la instauración de un régimen del silencio, basado en la corrupción, la compra de políticos, funcionarios y autoridades y, claro está, de un insensato baño de sangre.
Los editoriales y la obstinación con que Guillermo Cano vulneró la relativa tranquilidad del negocio de las drogas terminaron por costarle la vida. Fue acribillado en las mismísimas puertas de su medio de comunicación.
Entonces, estos dos profesionales de la información vinieron a encontrarse tiempo después de pasado aquel período aciago, y se dieron cuenta de que las heridas que deja una temporada en el infierno no se cierran tan fácilmente. Quedan traumas, oscuridades letales, sentimientos confusos y en el aire reina la necesidad de reconstruir las piezas del laborioso averno vivido para trascender el dolor.
UN PÓQUER CON DOS CARAS
Estas dos víctimas trabajaron durante mucho tiempo en la reconstrucción de cada uno de los pasos de Pablo Escobar, desenterrando fragmentos escondidos de su existencia como, por ejemplo su génesis violenta en la Medellín de los años sesenta, donde fuera contrabandista de cigarrillos, jalador de autos, asaltante de bancos y contrabandista de electrodomésticos.
Ambos insisten en que esta serie, aunque ciertamente devela la crueldad homicida del capo, es mucho más que una simple retaliación o ajuste de cuentas con quien tanto daño le hizo a Colombia. Se trata de una tentativa por entender los mecanismos secretos, los procesos sociales y políticos, y las muchas injusticias sociales que terminaron por engendrar un monstruo tan feroz.
El resultado de esta paciente labor y meticulosa autopsia a un período de la historia latinoamericana es esta serie en la que participan 1 300 actores, grabada en 450 locaciones, toda una producción 100% en exteriores de Bogotá, los Llanos Orientales, Medellín, la costa atlántica y Miami. Con una inversión de casi 200 mil dólares por capítulo, pocas veces vista en producciones de América Latina.
De todas maneras, una vez estrenada la serie, no han faltado los polemistas, los detractores y los críticos mordaces que piensan que esta es una serie más de narcotráfico y no un retrato histórico.
Tampoco han faltado los admiradores sempiternos del ‘padrino’ más famoso del mundo, esos que llegan a los sitios de grabación con una cámara, únicamente porque saben que, gracias a la magia del arte, ahora les será posible tomarse su soñada foto con Pablo.
DATOS Y CURIOSIDADES
• La serie es una versión libre del libro La parábola de Pablo, de Alonso Salazar, un periodista y escritor colombiano que fue alcalde en Medellín durante 2008-2011.
• Los libretos son de Juan Camilo Ferrand, coautor en la serie El cartel de los sapos.
• La idea de recrear la vida de Pablo Escobar para la televisión nació en 2009 y desde el inicio se enfatizó en tres de sus grandes víctimas: Guillermo Cano, el exministro de justicia Rodrigo Lara y Luis Carlos Galán.
• El actor que interpreta a Pablo Escobar es Andrés Parra, quien recopiló toda la información que encontró del jefe del cartel de Medellín en un cuaderno que él llama ‘mi diario’, con recortes y datos del capo. Se compenetró tanto con este personaje que cuenta que soñó durante un mes seguido con el verdadero Pablo Escobar, dialogando cada noche.
• Las grabaciones en Miami atrajeron tanto la atención de un grupo de policías norteamericanos, que le pidieron al actor Andrés Parra que, por favor, se dejara tomar una foto con él, esposándolo, pues durante años soñaron con capturar al capo, y que al menos en la ficción querían lograrlo.
• La peluca que usa el actor para dar vida a la melena ondulada de Escobar fue un encargo especial, que fabricaron artesanos en Estados Unidos y que costó 1 500 dólares. La barba que va a usar en el final de sus días tuvo un costo de 800 dólares.
• La serie fue un éxito rotundo en Internet. La página oficial www.PabloEscobarInedito.com tuvo más de 150 mil visitas durante la noche del lanzamiento.
• En Twitter, la cuenta oficial @EscobarElPatron creció en 35% durante el primer capítulo y se acercó a los 17 mil seguidores en solo una noche. Facebook recogió 9 000 seguidores en la primera semana de estreno.
• El actor Germán Quintero personifica al director de El Espectador Guillermo Cano, asesinado el 17 de diciembre de 1986. En la serie el actor usa la misma máquina de escribir del fallecido periodista y, en general, toda la ambientación de su oficina es real.
• La actriz Angie Cepeda interpreta a Virginia Vallejo, una destacada periodista de los años ochenta, autora del libro Amando a Pablo, odiando a Escobar. En la serie se llama Regina Parejo.
• El actor Nicolás Montero le da vida al líder Luis Carlos Galán, fundador del Nuevo Liberalismo en Colombia y quien fue asesinado el 18 agosto de 1989.
• Christian Tappan personifica al primo hermano de Pablo Escobar, que en la vida real se llamaba Gustavo Gaviria y que fue el gran consejero del capo, dado de baja por el bloque de búsqueda en 1990. En la serie es Gonzalo Gaviria.
• El actor Ernesto Benjumea es el exministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, el primero en señalar a Escobar públicamente de narcotraficante. Murió asesinado por sicarios del capo en 1984.
• El lugarteniente más leal a Escobar, John Jairo Vásquez Velásquez, alias ‘Popeye’, lo interpreta el actor Carlos Mariño, que en la serie se llama ‘El marino’. En la actualidad, Popeye está recluido en uno de los patios de la cárcel de Cómbita, en Boyacá.
• Juancho Arango personifica al capo Gonzalo Rodríguez Gacha. En la serie se llama Gustavo Ramírez, alias ‘El Mariachi’.
• Otro capo que sale en la serie es Carlos Lehder, interpretado por el actor Alejandro Martínez, quien lleva el nombre de Marcos Herber.
• Nadie sabe a ciencia cierta hasta cuando durarán los efluvios de la leyenda de Pablo Escobar. En Colombia parece ser inagotable. Luego de la serie aquí recreada, han aparecido dos documentales: Las víctimas de Pablo Escobar, del canal capital de Bogotá, bajo la dirección del periodista Hollman Morris, y Los tiempos de Pablo Escobar, una recreación producida por Gonzalo Córdoba. Además, en cuestión de semanas Germán Castro Caicedo, emblemático periodista colombiano, publicará un libro, Operación Escobar, con los pormenores de la persecución y muerte del bandolero mitológico.