Por Milagros Aguirre.
Edición 463 – diciembre 2020.

“Nos vienen a cambiar la vida. Vienen a destruir nuestros bosques. Vienen a contaminar las aguas de nuestros ríos. Necesitamos que nuestra voz se escuche: ¡Nuestro territorio no está en venta! ¡Ya basta!”
Así es la voz potente de Nemonte Nenquimo. Y es la voz potente de las mujeres waorani que, en un grito silencioso y muchas veces ignorado, vienen reclamando el derecho a vivir libres en su territorio, el derecho a vivir en paz, el derecho a vivir en un ambiente sano, sin contaminación.
Nuestra selva es como para ustedes la ciudad, dice Nemonte, tratando de hacer pedagogía para ver si de esa manera los cowode, el mundo mestizo, entiende: “En nuestra selva está nuestro mercado, es decir, donde conseguimos nuestros alimentos; en nuestra selva está nuestra farmacia, donde conseguimos nuestra medicina, la medicina con la que hemos tratado a nuestros enfermos con la covid-19; nuestra escuela, donde aprendemos lo que se necesita para vivir en la selva; nuestra ferretería, donde hacemos nuestras herramientas y nuestras artesanías”. Por eso, Nemonte Nenquimo alza la voz en defensa de ese territorio.
La publicación de la revista Times es un premio, un reconocimiento. “Estoy muy orgullosa y muy contenta y eso me anima a seguir luchando”, dice Nemonte. No considera que este sea un triunfo individual. Es un reconocimiento colectivo que, “con mucho amor es también un reconocimiento que dedico a los abuelitos waorani; es una oportunidad grande para los waorani para ser escuchados”.
Nemonte Nenquimo es de la comunidad Nemompare en Pastaza. Tiene una hija, Deimi, cuyo nombre significa Arcoíris. Su lucha es por esa niña que es, como ella dice, el futuro del pueblo waorani, y por sus abuelos, que antiguamente defendían con lanzas su territorio. Su marido, el activista Mitch Anderson, es fundador y director de la oenegé Amazonfrontlines. Con él comparten el mismo ideal de defensa de la Amazonía.
Su activismo empezó cuando viajó por primera vez a Lago Agrio. Le dio mucha indignación ver los residuos de petróleo y contaminación que dejó la Chevron y que siguen dejando las compañías petroleras en el Oriente. Es una de las fundadoras de Alianza Ceibo, una organización que nació con la idea de proteger la selva y en la que participan indígenas de cuatro nacionalidades de la Amazonía (cofán, siona, secoya y waorani). Alianza Ceibo ha trabajado mapeando el territorio, haciendo monitoreo ambiental, formando defensoras y defensores, y también construyendo sistemas de agua y entregando paneles solares a las comunidades.
Ese activismo se consolida con la participación de Nemonte —y de otros activistas waorani, hombres y mujeres— en la demanda al Estado ecuatoriano por un fallido proceso de consulta en las comunidades de Pastaza, para explotar petróleo en su territorio. La consulta la llevó la Secretaría de Hidrocarburos en 2012: “Fue un proceso viciado, no garantizó el principio de información y libertad de la consulta y fundamentalmente no fue entendida y asumida por el Estado como un derecho, sino simplemente como un trámite previo a la licitación petrolera XII, efectuada al año siguiente”, dice la Defensoría del Pueblo. Los waorani, respaldados por la Defensoría, ganaron la demanda de acción de protección en 2019. Ese triunfo del colectivo Resistencia Waorani es un referente con el que debe garantizarse un proceso de consulta previa, libre e informada, que es el derecho que asiste a las comunidades cuando se quieren explotar los recursos de su territorio.
Nemonte Nenquimo sabe que una cosa es el triunfo en el papel y otra en el día a día de las comunidades. “Por eso, vamos a hacer nuestra propia ley y proceso que nos garantice que se entienda la consulta”, dice. Más todavía ahora, que “sabemos que el Gobierno va a necesitar esos recursos para la pandemia”. “Tenemos que trabajar unidos, con Confeniae, con Conaie, con todas las organizaciones porque cada vez que viene un nuevo presidente cambian las leyes y ya no queremos eso, queremos que cumplan y respeten lo que dice la ley, por eso, también con el apoyo de la Defensoría, queremos hacer nuestro propio procedimiento de consentimiento, no queremos que nos den haciendo la consulta, queremos tener nuestro propio proceso para poder entender”.
Nemonte cree que, al estar entre las personas influyentes en el mundo, en realidad va a poder contribuir, con su pensamiento y con las demandas de su pueblo, en el Gobierno y en las empresas: “Las petroleras solo han traído divisiones… ahora, con el tema de que ganamos en la Corte Constitucional, en Quito, el país también se puede dar una oportunidad y hacer las cosas sin violar los derechos de la naturaleza ni la gobernanza de los indígenas. El mundo entenderá que no se puede hacer así, entrando sin permiso a la casa nuestra”.
Gracias a su trabajo Nemonte ha sido reconocida por personajes como Leonardo DiCaprio, quien escribe, justamente en el Times, la reseña y el sentido de la lucha de ella y de los waorani.
Nemonte cuenta sobre la importancia de las mujeres en el liderazgo en sus comunidades. Desde Dayuma, quien fuera la primera mujer waorani en entrar en contacto con el mundo occidental (1956), hasta ahora, las voces de las mujeres han sido fuertes: “Las mujeres son las que decidían antiguamente sobre la guerra y ahora estamos decidiendo vivir en paz”.
“Algunos líderes hombres lo que tienen es ego, los hombres wao guerrero no tenían ego, tenían hasta siete mujeres y no maltrataban, las alimentaban por igual. Ahora hay discriminación y maltrato, que son costumbres ajenas que se les han pegado”.
Por eso, cree que el liderazgo de los hombres waorani ha sido más complicado, porque las mujeres son más prácticas y ven por el futuro de los hijos y también están pendientes del esposo y de los padres. “Ahora con Gilberto (Nenquimo), la organización de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE) tiene más claro qué hacer y estamos consolidando alianzas con ese enfoque de defensa de nuestro territorio”. Nemonte sabe que la organización waorani necesita líderes fuertes y que muchos cayeron en la tentación del dinero o del trago porque esa ha sido la forma de los mestizos, de los políticos, de los petroleros y de los madereros, de relacionarse y de conseguir que estén de su lado. “He visto también debilidad en las dirigencias por el ego que tienen algunos y es hora de cambiar eso, de no pensar en el ego, sino en el pueblo waorani como uno solo, con un territorio y un idioma común”.
“Por eso, estamos trabajando en las nuevas generaciones, por eso, queremos educación para que los jóvenes no caigan en eso. Sabemos que es muy difícil enfrentar a las empresas pero estamos ahí para defender y para trabajar ese futuro, porque yo no quiero que mi hija viva la contaminación, yo quiero para ella un mundo mejor, como mujer waorani”.
Nemonte Nenquimo ha liderado también una campaña para reanudar la educación para los niños waorani de su comunidad. Con la pandemia se quedaron sin estudiar. “Hicimos un llamado para el voluntariado y nos llegaron doscientos interesados, vamos a quedarnos con veinte, para que nivelen a nuestros niños, también pedimos que nos ayuden con cuadernos, lápices, tijeras, para que los niños puedan aprender”.
Nemonte estuvo enferma, como muchos waorani, afectada por la covid-19. Tu-vo fiebre altísima, dolores de cabeza y perdió el olfato y el gusto. “Al principio los médicos nos decían que tuvimos amigdalitis los waorani, les daba miedo decir la verdad, pero el contagio con coronavirus enfermó a casi todas las comunidades. Acudimos a la sabiduría de los abuelos y combatimos el virus con plantas de la selva, yo lloré y agradecí”.
“Mi papá (Tiri Nahuane Nenquimo Ñihua) me contó que, cuando él era niño y tenía como doce años, una enfermedad de los blancos cayó en las comunidades, era la polio y muchos waorani murieron. Ahí aprendieron que hay que aislarse para no contagiarse de la enfermedad. Por eso, al principio de la pandemia nos aislamos, hicimos nuestro propio protocolo de aislamiento porque así nos enseñaron los abuelos. Los que no hicieron cuarentena fueron los petroleros y madereros que no pararon y entraron a nuestro territorio, por eso, se enfermaron nuestras comunidades”.
“Queremos vivir en nuestra casa, queremos nuestra gobernanza y autodeterminación, nuestro sistema de educación y nuestro sistema de salud en nuestros territorios”. Son muchos frentes y Nemonte se siente entusiasta y fuerte luego de este reconocimiento, para pelear en distintos ámbitos: “Antes mi abuelo luchaba con lanzas para defender su territorio, ahora tenemos otras armas, la lucha es con lápiz, con la ley en la mano, con nuestros derechos. Ya no queremos promesas por parte de los Gobiernos en las comunidades, queremos que se respete nuestra cultura y nuestra tierra y nadie nos va a detener en el camino hacia la protección de la selva, de la vida”.
“Yo quiero que mi padre cuente a mi hija su historia, como hizo mi abuelo Piyemoni. He visto mujeres indígenas que ya no quieren ni tomar chicha, yo sé de donde vengo, y aunque ahora no esté en mi comunidad Nemponpare, pues ahora vivo en Shellpare, soy mujer de la selva, por eso, en el barrio donde vivo hay mucho verde y una cascada. Siempre estoy viajando a mi comunidad pues extraño mucho estar lejos de casa”.
Nemonte está segura de que esto hace visible el tema waorani y, mientras sea visible, hay esperanza.

La revista Time eligió a Nemonte Nenquimo dentro de su lista de 100 personas más influyentes del mundo en 2020. La escogió por su activismo ambientalista, a favor de los derechos y protección de las comunidades indígenas.