Fotografía: cortesía de obra Miguel Varea
Edición 457 – Junio 2020.

Su vida estuvo dedicada a dibujar, a pintar, a grabar. Y a pensar. A leer. A escuchar música. A escribir sus textos de caligrafía personalísima.
Siempre rebelde. Siempre iconoclasta. Siempre arriesgado. Siempre sensible. Y generoso.
Deja una obra vastísima, original, provocadora. Deja recuerdos profundos en quienes lo conocieron. Deja su amor impregnado en Dayuma, en sus hijos, en sus nietos.
Cuando la gente está muriendo de coronavirus, a él le dio la gana de morirse de otra cosa, tal vez solo por el prurito de llevar la contraria. Porque sí: porque siempre fue un contestatario. Se reía de los formalismos, se burlaba del poder, de la solemnidad. Y de sí mismo:
Un día trascendente,
Igual ke el día de ayer
ke o komo será un día trascendente
los días trascendentales
pasan desapercibidos para alguien
intrascendente komo yo
En su homenaje, vayan estos recuerdos de dos personas que lo conocieron y lo aquilataron. Son dos visiones que se vuelven una. Son dos despedidas que se convierten en un encuentro. En un encuentro íntimo con Miguel Varea.
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