Tiaras de la realeza

EDICIÓN 485

Están cargadas de un simbolismo especial por su procedencia y belleza, y por el hecho de sobrevivir de una generación a otra.

La tiara Kokoshnik.
La tiara Kokoshnik, que recibió como regalo la reina Alexandra en 1888, también se puede usar como collar y es una de las piezas espectaculares del joyero británico.

Cetros, espadas, orbes y coronas son insignias relacionadas con la magnificencia de los monarcas de uso estrictamente ceremonial y se resguardan en fondos especiales y fideicomisos, pero también en las colecciones reales figuran regalos que recibe la monarquía y, por otro lado, están las joyas privadas de los integrantes de la realeza.

En el Reino Unido, la Colección Real abarca las bellas artes y las artes decorativas, y tiene más de un millón de objetos. Las Joyas de la Corona de uso ceremonial, pertenecientes a ese fondo, proceden en gran parte de la coronación de Carlos II en 1661.

Y, por otro lado, con mayor asiduidad ha estado en el ojo público el extraordinario joyero privado de la fallecida Isabel II con piezas de prestigiosas firmas como la londinense Garrard, designada en 1843 como la primera joyería oficial de la corona.

Un ejemplo de la riqueza en gemas del reino británico fue una exhibición, en 2012, en el Palacio de Buckingham, donde se mostraron más de diez mil diamantes engarzados en piezas adquiridas por seis monarcas durante tres siglos.

Entre los tesoros reales llamativos figuran las tiaras, el foco indiscutible de atención en actos protocolares, galas y bodas. Diamantes, zafiros, rubies y perlas embellecen los tocados de exquisita talla y versátiles diseños que, en ocasiones, fueron originalmente engastados con elementos intercambiables para tener múltiples usos, por ejemplo, en anillos, collares o gargantillas. Con el paso del tiempo, varias tiaras han sido modificadas, pero no han perdido su esplendor.

Por ejemplo, la Casa Real de Dinamarca señala que la mayoría de sus joyas originales han sido alteradas por las reinas sucesivas, a medida que los estilos de joyería han evolucionado con el tiempo.

La colección se remonta a la reina Sofía Magdalena, quien en 1746 determinó en su testamento que sus alhajas no debían ser heredadas por nadie en específico, sino que debían estar siempre a disposición de la Casa Real.

Para celebrar este año el 50 aniversario de la ascensión al trono de la reina Margarita, una exhibición en el Museo de Amalienborg, en Copenhague, mostró más de 200 piezas que ha llevado la monarca en eventos privados u oficiales.

Además del británico, uno de los cofres europeos más suntuosos es el de los Países Bajos. Las distintas generaciones de la dinastía holandesa han acumulado una notable colección de joyas durante más de 350 años.

La reina Máxima de Holanda da muestras de esa riqueza en actos o visitas oficiales. Entre las espectaculares tiaras está la de 31 zafiros Cachemira y 655 diamantes de Sudáfrica, que llevó en la investidura de su esposo, el rey Guillermo Alejandro, en 2013.

Otras dos connotadas piezas son la de rubíes y diamantes que data de 1889 y la tiara de Estrellas de su matrimonio, conocida con ese nombre porque sustituyó las perlas originales por brillantes broches de estrellas.

En España, aunque pendientes, pulseras y broches son los más recurrentes en los looks de la actual reina Letizia, también ha llamado la atención por el tocado sobre su cabeza. La Flor de Lis es una de las diademas de la familia real española y tanto doña Sofía como Letizia la han llevado sobre sus cabezas. Es una pieza de diamantes con flores que perteneció a la soberana Victoria Eugenia y fue elaborada por la joyería madrileña Ansorena.

Otra es la diadema de estilo Imperio, de platino y brillantes, con larga trascendencia dinástica y más conocida como la Diadema prusiana, que lució Letizia el día de su boda en 2004 con el entonces príncipe Felipe.

Piezas muy costosas

Una investigación del portal financiero británico Money.co.uk, en colaboración con la joyería especializada en diamantes Steven Stone, analizó las diademas usadas en tres bodas en un pasado reciente, correspondientes a familias reales de ocho países europeos.

Según ese análisis, la monarquía del Reino Unido es la que más paga para mantener seguras las exquisitas piezas, considerando la Greville Emerald Kokoshnik que llevó la princesa Eugenia de York en octubre de 2018, la Fringe de su hermana Beatriz en 2020 y la bandeau de Meghan Markle hace cuatro años.

Esas tres joyas están estimadas en un valor de diecisiete millones de libras esterlinas (algo más de veinte millones de dólares) y requieren 297 466 libras esterlinas al año (alrededor de 360 000 dólares) para asegurarlas.

Con un valor cercano al de la realeza británica, la investigación de Money.co.uk sitúa tres tiaras holandesas, lucidas por las reinas Juliana, Beatriz y Máxima, con un seguro anual de 266 769 libras esterlinas (unos 323 000 dólares).

Tiara de los Camafeos
La tiara de los Camafeos es una de las joyas más peculiares en su categoría. Antes de llegar al joyero de la realeza sueca, perteneció a la emperatriz Josefina, esposa de Napoleón Bonaparte.

La más costosa (ocho millones de libras esterlinas: 9,6 millones de dólares) es la de diamantes de más de cien quilates de Juliana, la abuela del actual monarca Guillermo, en su matrimonio en 1937. Ese tocado se hizo con 34 diamantes grandes de un collar que había pertenecido a la reina Emma.

El tercer lugar en el estudio corresponde a la Casa Real noruega, estimada en 15,5 millones de libras esterlinas (18,1 millones de dólares) y un seguro anual de 243 230 libras esterlinas (294 430 dólares). Se trata de diademas de diamantes que portaron la reina Maud en 1896, la princesa Marta Luisa cuando se casó con el escritor Ari Behn en 2002 y Mette-Marit con el príncipe heredero Haakon Magnus en 2001.

Según Money.co.uk, las realezas de Dinamarca, Bélgica y España conforman el siguiente grupo con valiosas tiaras (tres en cada caso) que en conjunto están valoradas en once millones de libras esterlinas (13,1 millones de dólares).

Por último, y con cifras mucho más modestas en la evaluación, aparecen las monarquías de Suecia y Liechtenstein, con un estimado de siete millones de libras esterlinas (unos ocho millones de dólares).

La tiara bandeau.
La tiara bandeau que usó Meghan Markle en su matrimonio con el príncipe Harry se diseñó en 1932 para acomodar su broche central desmontable de diez diamantes.

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