Hace seis años nació en Argentina Teatrix, una plataforma por suscripción de obras en alta definición considerada como el Netflix del teatro, y que se ha convertido en la primera sudamericana de este tipo. Con más de doscientos títulos disponibles, ya tiene presencia en cuatro países y aspira a expandirse para promover un bien cultural más allá de las salas.

Buenos Aires respira teatro. A cada paso: en sus salas comerciales a lo largo de la avenida Corrientes, en los circuitos independientes, en cafeterías, en casas y sótanos. Lo siente con pasión a través de sus miles de actores, directores, productores, escritores, escenógrafos… Lo hace suyo como un patrimonio. Y también lo transforma.
Como si sus más de 200 teatros y 230 salas, según datos del gobierno porteño, no fueran suficiente para alojar su inmensa oferta de espectáculos, ahora también da un salto pionero en Sudamérica: teatro online en HD. Teatrix, o el Netflix del teatro como se lo llama coloquialmente, nació hace seis años pensando en ampliar las fronteras de las salas, en dar acceso a quienes por razones físicas, económicas o geográficas no podían ir a una.
Una herejía a la esencia de este arte escénico, pensaron algunos de sus detractores. Pero para su creadora y directora, la empresaria argentina Mirta Romay, era una oportunidad de preservar el teatro en vivo y permitir que se expandiera más allá de la capital.
Hija del extinto empresario teatral y televisivo, Alejandro Romay, conocido como el “zar de la televisión argentina”, Mirta estaba acostumbrada a romper esquemas en el campo audiovisual. Fue la creadora, en 1998, del proyecto Formar, el primer programa de educación a distancia por televisión que luego llegó al Ecuador con “Aprendamos”, desarrollado por el Municipio de Guayaquil durante la alcaldía de Jaime Nebot.
“Me enteré que existía una plataforma en Londres, Digital Theatre, y empecé a entusiasmarme más sobre todo porque tenía un nuevo desafío, que era generar el lenguaje audiovisual para el teatro”, cuenta a Mundo Diners.
Con todos los productores teatrales en contra, emprendió una conquista lenta hasta lograr las primeras ocho obras con las que arrancó. Hoy tiene más de doscientas y cambió el modelo: sale a buscar pocas porque van a ofrecérselas.
Aunque Teatrix apareció en 2015, el confinamiento por la covid-19 —cuando nadie imaginaba que los teatros bajarían sus telones— les permitió un crecimiento exponencial. El número de usuarios llegó a multiplicarse por cinco y la cantidad de horas de visualización por diez. Hoy, después de haber experimentado un éxodo debido a la reanudación de las actividades culturales y de la crisis inflacionaria en Argentina, esa multiplicación quedó en tres. Tienen más de cuarenta mil usuarios, el 70 % mujeres, que consumen en promedio una obra y media por semana.
El consumo está relacionado con aquellas obras que han sido exitosas en las salas. El ranking puede variar pero hay un grupo que siempre está entre las veinte primeras. Entre los títulos más significativos están Bossi Big Bang show con Martin Bossi; Un rato con él, con Julio Cahez y Adrián Suar; Salsa criolla con Enrique Pinti, La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, en la versión de José María Muscari.
En la curaduría se considera la puesta en escena, que la obra se traduzca bien a la pantalla y en mantener un estándar de calidad narrativo y visual. Eso es algo que resulta costoso, dice Romay, porque se trabaja con cinco o seis cámaras de alta definición. En una primera etapa se dedicaron a filmar obras de la cartelera porteña, luego mejoraban técnicamente los materiales que les llevaban y, ahora, comenzaron a producir.
Su primera producción fue Te aconsejo que me olvides, una obra dirigida por Betty Gambartes que unió lo teatral con lo audiovisual. Es una historia de amor y desamor, cuyos diálogos son tangos cantados por un trío actoral de mucho peso: Raúl Lavié, Ivanna Rossi y Marcos Montes.
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Luego, con el director teatral y audiovisual Oscar Barney Finn, hicieron Reconocerno, un viaje hacia la historia argentina que, si bien fue concebida como obra audiovisual, se fusionó magistralmente con el lenguaje del teatro. Lo mismo se logró con Bergman y Liv, la historia de amor de dos figuras fundamentales del cine y el teatro: Ingmar Bergman y Liv Ullmann.
En esas producciones Teatrix se encontró con otros desafíos, porque no es lo mismo grabar una obra que transcurre en un teatro con público que una pensada para una plataforma. “Hasta hace muy poco trataba de conceptualizar qué es exactamente lo teatral. Al principio pensaba que la cámara seguía a los actores cuando en cine es al revés, el actor trabaja para la cámara. Luego me di cuenta de que había que agregarle la participación del público, todo eso daba la esencia del teatro. Ahora, cuando vi el trabajo de Barney y el de Bergman y Liv, aparece también el texto teatral y el actor, y te das cuenta de que seguís viendo teatro, que sigue siendo teatral”, expresa Romay.
Raúl Lavié, cantante de tango y actor de teatro, televisión y cine, destaca que a nivel actoral la preparación, el compromiso y la capacidad de emocionar al espectador es el mismo cuando se está en teatro en vivo que cuando se graba para una plataforma. Lo único que no se puede tener, considera, es esa devolución inmediata del público: el aplauso, la carcajada, la emoción.
También ve diferencias en la forma de grabar. En cine o televisión son fragmentos de escenas, en teatro es todo una continuidad. En Te aconsejo que me olvides, grabada durante la cuarentena y de la cual Lavié es protagonista, hubo una mezcla porque a la par de la continuidad había que detenerse para hacer tomas de primer plano, trabajar con la luz para darle al trabajo final la dramaticidad requerida.
La reconocida actriz de teatro, cine y televisión Mercedes Morán tuvo una experiencia distinta. Su primer unipersonal, ¡Ay, amor divino!, llegó a Teatrix después de exitosas temporadas en el teatro Maipo de Buenos Aires y de su paso por Uruguay y Madrid. Hoy se ubica con fuerza entre los más vistos.

Es una obra filmada con cinco cámaras en la que narra su vida y situaciones íntimas con las que muchas mujeres pueden sentirse identificadas. Si bien no fue pensada para una plataforma, la forma en que fue concebida ayudó a transmitirla bien en la pantalla. “El director de la obra Claudio Tolcachir me decía que para trabajar este monólogo no me imaginara la platea cuando le hablo a la platea, sino que pensara en una persona determinada a la que yo le estaba contando esto (…). Esta manera de haberlo hecho probablemente contribuya a que el espectador desde su casa no se sienta tan afuera del teatro”, apunta.
Para Morán, de todas las actividades artísticas, el teatro es la única irreemplazable tal como es en su origen: una ceremonia presencial donde todo ocurre en el momento. Pero destaca de Teatrix que intenta mantener un registro de las obras que bajaron de cartel. “El teatro es un arte efímero, es muy lindo saber que dentro de muchos años se van a poder ver las obras y que te cuentan una época”, dice la actriz, quien en agosto estrenó en Netflix la serie El reino.
Al igual que sus pares en el mundo como BroadwayHD (Estados Unidos), Palco Digital (España), Digital Theatre y Globe Player (Inglaterra), en Teatrix confluyen dramas, comedias, musicales, clásicos, que pueden verse desde cualquier navegador de Internet o dispositivo móvil, por el pago de una suscripción mensual. En Argentina es 499 pesos argentinos (cinco dólares al cambio oficial).
Teatrix ya ha empezado su expansión internacional. Está en México, Bolivia y Paraguay; sus creadores están en conversaciones con Colombia y en la conquista de un mercado muy conservador como España.
Los contratos con otros países buscan tener un socio local que pueda desarrollar la plataforma con obras propias de ese país y promover el teatro en el lugar. Romay lo ve como un recurso cultural mucho mayor porque el teatro es un disparador de ideas, de emociones; es una herramienta para la educación y la cultura. En Buenos Aires, por ejemplo, empieza a ser un material para trabajar en los colegios o en centros culturales del interior. Y ahí cree que radica un capital enorme para extender.