
Lydia Tár lo tiene todo. Es la gran maestra de la música clásica y conductora reconocida que ha triunfado, a sus cincuenta años, con las mejores orquestas del mundo.
En su casa tiene el amor de su esposa y de su hija adoptada. Es bella y carismática. Dirige la Filarmónica de Berlín —acaso la mejor del mundo— y está a pocos días de poner en escena la Quinta sinfonía de Mahler, su sueño de toda la vida. Todo lo tiene Lydia Tár.
Pero en cuestión de días, ese sólido y asombroso mundo amenaza con venirse abajo. Para llegar allá, el director norteamericano Todd Field emplea 158 minutos de gran cine, donde cada escena, plano y diálogo tienen sentido y profundidad. Tár, el título de esta obra, ya ha ganado muchos premios y nominaciones, gracias a la diligente dirección y escritura de Field, pero sobre todo, por la actuación de Cate Blanchett en el rol principal.
Lo hecho por Blanchett
Blanchett, australiana, ha tenido una vida actoral como pocas. Ha encarnado a Elizabeth I, a Katherine Hepburn y a Bob Dylan con igual maestría. Con su blonda personalidad, ha conquistado Hollywood —con costosas películas y en el cine independiente y de autor, siendo musa de Woody Allen o Todd Haynes—. Todo lo ha hecho Cate Blanchett.
Su interpretación de Lydia Tár está, sin embargo, en el nivel más alto posible. Nadie sino ella habría podido entregar una actuación tan íntegra, contenida y altiva para explicar a un personaje tan complejo. Es que a Lydia Tár le pasa mucho en un lapso de pocos días: mientras arrancan los ensayos de la Filarmónica de Berlín, es señalada como abusadora de una exalumna y empieza a perder la compostura. Escucha ruidos en lugares improbables, sueña pesadillas de terror, rompe relaciones con personas cercanas, escandaliza a las redes sociales…
La cancelación
Sabemos que Lydia Tár es exigente, poderosa, implacable —¿cómo si no llegó a su alto estatus?—, pero queda una gran interrogante sobre cómo el mundo ve ese poder. Todd Field nos da una clave: en una escena fundamental, vemos a Tár dando una clase magistral en el conservatorio neoyorquino de Juilliard. Allí, intercambia una discusión con un joven estudiante pangénero que desestima a Bach por “ser misógino”.
La respuesta de Tár es extensiva, ilustrada, posiblemente grosera y políticamente incorrecta. Un video grabado clandestinamente por algún otro estudiante aparece, cortado y editado, en las redes sociales. El escándalo contribuye a la cancelación de Lydia Tár.
Field ha escrito una película que comenta, también, sobre ese mundo exclusivo y excluyente de la música clásica. De cómo son las grandes orquestas, de sus intereses internos, de las envidias, las hipocresías, las falsedades y las injusticias existentes.
Acaso, la más grande de las injusticias ha sido propinada a la gran Lydia Tár, cuyo nombre quedará indisolublemente asociado al de Cate Blanchett. Y viceversa.
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