
El spanglish lleva décadas provocando amor y odio en partes iguales. Hace tiempo su aura de lenguaje secreto ilumina la literatura, tanto así que este año fue considerado en el Congreso Internacional de la Lengua Española como un género con territorio y estructuras propias.
Entre los lingüistas hispánicos e ingleses hay un acuerdo: el spanglish no es una lengua. Carece de los códigos y las normas necesarios. Sin embargo, su libertad y espontaneidad lo convierten en un fenómeno singular, en una seña de identidad legítima de millones de personas de origen latinoamericano desplazadas y nacidas en Estados Unidos.
Si bien todos los grupos de inmigrantes alrededor del mundo adoptan palabras del país de acogida y las introducen en su vocabulario para facilitar la adaptación, lo curioso con el spanglish es que, como afirma la lingüista Ana Celia Zentella, “Los latinos tienen una creatividad tan fuera de lo común” que no realizan la alternancia del bilingüista ni fusionan el inglés y el español de forma normativa. Ellos hibridan ambas lenguas, salpicando elementos léxicos y morfológicos de una en la otra.




El spanglish ya no se habla solo en Nueva York, Puerto Rico, California o Florida, sino que se canta por todo el mundo. Para comprobarlo solo hay que echar un rápido vistazo a las listas más importantes de la industria musical que evidencian que en los primeros puestos siempre aparece alguna composición en spanglish.
Si en sus orígenes se caracterizaba por la oralidad y la marginalidad, desde hace unos años, el spanglish se pasea a sus anchas por la literatura. Escritores de renombre mundial como Junot Díaz, Giannina Braschi o Ana Castillo lo plasman en sus obras y lo reivindican como lengua materna. Tanto es así que, el pasado marzo, entró por la puerta grande al IX Congreso Internacional de la Lengua Española como un género con estructuras, pervivencias y territorios propios.
Rara avis
Fue en la segunda edición de ese mismo congreso, en 2001, cuando el escritor mexicano Carlos Fuentes erizó la piel de los puristas de la lengua de Cervantes al hablar sin tapujos sobre el spanglish. Es un fenómeno fronterizo fascinante —sentenció—, peligroso a veces, creativo siempre, necesario y fatal.
Por aquel entonces, el spanglish era considerado un tema menor, incluso tabú, no apto para la universidad ni para congresos de pedigrí. El término ni siquiera se había incorporado en el diccionario de la RAE, a pesar de las presiones de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) que llevaba años exigiendo su registro. Y era lógico pues su uso estaba cada vez más que extendido desde su acuñación en 1948, por el escritor puertorriqueño Salvador Tió.
La inclusión en el diccionario llegó por fin en 2012 no exenta de polémica, pues la fórmula que lo definía como “deformación de elementos léxicos y gramaticales” despertó el rechazo de lingüistas como Ilan Stavans. Él tradujo al spanglish el primer capítulo de El Quijote y El Principito y fue quien calificó la definición del diccionario como desastrosa e imperdonable. “Se habla de él como de una deformación, no como de un acto de renovación o de encuentro”.

Don Quixote of La Mancha, una versión de la obra de Cervantes escrita en spanglish.

El Little Príncipe, versión spanglish, traducción de Ilan Stavans.
A una década de distancia y como afirma el lingüista español Ángel López García-Molins en su ensayo Reflexiones multidisciplinares sobre el spanglish (2022), “lleva camino de haber dejado de resultar un problema. Se constata un tono más desinhibido, menos crispado ideológicamente y, en cierto sentido, más normalizado”. Quizá se deba a que, ahora mismo, sus practicantes conforman esa tercera generación plenamente integrada en el mundo anglohablante. Por ello ya no necesitan reivindicarlo, sino simplemente “disfrutar con la práctica lúdica de este discurso que nada entre dos aguas”.
Además, su esencia polimórfica y cambiante es un desafío para la comunidad científica, ya que, en el conjunto de las lenguas del mundo, no hay nada parecido al spanglish.
Psicodialecto
Normalmente, los dialectos surgen de procesos espaciales, sociales o individuales, pero el spanglish no cabe en ninguno de ellos. No es un dialecto geográfico, porque no se habla en una zona concreta de Estados Unidos. Tampoco es social, porque si bien surgió entre inmigrantes con un nivel cultural bajo, actualmente se practica en todas las clases sociales. Desde escritores hasta hispanohablantes que están perdiendo el español, anglos que aprenden español o hispanos de tercera generación. Asimismo, no cabe en la categoría de práctica individual ni en la de lengua criolla ni en la de pidgin (habla aproximativa que se da en situaciones de inmigración).
En el spanglish la carga emocional es tan significativa que el mismo López García-Molins se aventura a crear la categoría de dialecto psicológico para etiquetarlo: es un vehículo entre nostalgias y duras realidades de extranjería, entre el apego hacia la lengua materna que se teme perder y el recelo hacia la “lengua pasaporte” que es obligatorio aprender.
En este sentido, la lingüista italiana Silvia Betti, investigadora del Observatorio Cervantes, da en la diana cuando define al spanglish como “el símbolo de una identidad bilingüe, bicultural y bisensible, que encarna la forma de ser y de vivir de los hispanounidenses, su recorrido íntimo y personal, su geografía interior, sus propias fronteras”.


Opresión lingüística
El profesor de español José Medina está radicado en Texas y es viral por sus publicaciones de TikTok que difunden el spanglish. Él recuerda en una entrevista para CNN que, como tantos otros niños inmigrantes de su generación, sus padres le prohibieron hablar inglés en casa y sus profesores, el español en el aula.
De ese contexto de doble opresión lingüística doméstica y escolar, surgió una generación de hablantes que lo han normalizado y exportado a través de las redes sociales y la música. Así lo han elevado a superpoder. No cualquier bilingüe es capaz de hablarlo con fluidez. De hecho, y en contra de lo que se suele pensar, quienes demuestran destreza con el spanglish dominan también el inglés y el español.
Nos lo cuenta también la ecuatoriana Céu Moreno, quien trabaja como psicóloga de niños y familia en una escuela pública del condado de Seminole, Florida. En esa institución, el 85 % de los estudiantes son de origen latino. Reconoce que entre sus alumnos se producen situaciones de bullying con los niños que recurren al spanglish o al español cuando todavía no dominan el inglés. “Es común escuchar frases despectivas como ‘ya te cruzaste el muro’ o ‘ya pasaste el Darién’ (la selva panameña que cruzan miles de inmigrantes cada año)”.
Aunque Moreno no lo practica habitualmente, explica que sus hijos adolescentes sí lo hacen en entornos de amistad o de familia. “Al principio tratas de separar el inglés del español y no mezclar las palabras, pero cuando pasan los años, aprendes a hablar tan rápido, con tanta fluidez, que tu cerebro se olvida de algunos términos en español, pero los encuentra antes en inglés”. Este proceso se denomina code-switching: un vaivén constante de un idioma al otro en una misma frase o conversación.

FUENTE: WWW.OMNI-BUS.COM
Otro de sus rasgos característicos son los préstamos léxicos. Por medio de ellos, los hablantes se apropian de ciertas palabras del inglés para transformarlas morfológica y fonéticamente y personalizarlas, buscando la forma más efectiva, directa y económica de comunicarse. Así, “vacunan la carpeta” (pasan la aspiradora por la alfombra), “janguean a la marqueta” (salen al supermercado), “parquean la troca” (estacionan el automóvil), te “introducen un amigo” (te presentan a un amigo) o “te llaman para atrás” (traducido literalmente de “I’ll call you back” que significa “te volveré a llamar”).
Lenguaje secreto
La creación de obras literarias en spanglish lo ha despojado de esa imagen de jerga marginal. Su incursión en las letras empezó en la década de los sesenta, con el movimiento chicano, a través de una cultura callejera de carteles y grafitis.

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Los primeros en llevarlo a la literatura fueron los Nuyorican Writers, un grupo de artistas de origen puertorriqueño que crecieron en Nueva York como bilingües. En 1973 fundaron The Nuyorican Poets Cafe, que se constituyó en el motor de la nueva literatura en spanglish, a través de la lectura de autores hispanos y anglosajones.
El fenómeno spanglish cobró, entonces, una mayor complejidad cuando se empleó como lengua poética y forma expresiva emotiva e íntima que dio paso, a su vez, a un nuevo modelo literario híbrido, bastante tímido y restringido a unos pocos párrafos y diálogos. Sus principales representantes fueron Óscar Hijuelos, Sandra Cisneros, Rolando Hinojosa y Mayra Montero.
Prieto Osorno asegura que el aporte femenino ha sido fundamental para la difusión de la literatura en spanglish. Cita autoras como Cristina García, Luz Selenia Vásquez, Giannina Braschi y Ana Lydia Vega, autora del cuento “Pollito chicken”, para muchos la obra fundacional de esta literatura.
Ellas serían las responsables de apuntalar una tradición que ha influido en autores de la nueva generación, como el dominicano Junot Díaz, ganador del Premio Pulitzer de 2008 por su libro La maravillosa vida breve de Óscar Wao, o la guayaquileña Zoraida Córdova, autora de la aclamada saga juvenil Brooklyn Brujas. Esta obra está escrita en inglés y llena de salpicaduras del inevitable spanglish de una escritora que nació en el Ecuador, pero que se crio en Queens, Nueva York.
En 2023 la literatura en spanglish dio un paso más al agenciarse su propia jornada de debate en la novena edición del Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado el pasado mes de marzo. Allí se convocaron escritoras en español de renombre mundial como Soledad Puértolas y María Dueñas, para departir junto con las autoras en spanglish Ana Castillo y Giannina Braschi.
Para Castillo el spanglish “tiene mucho que ver con el coraje y el valor de la gente que, a pesar de todo lo que ha pasado, sigue orgullosamente mestiza”.
Braschi, en cambio, bogó por convertirlo en “un nuevo prototipo que pueda ser reproducido por las generaciones venideras, un fenómeno que cambie las formas de creer y de pensar. Crear en el vacío, habitarlo, afrontar los terrores donde ya nada funciona. Ese es el aliento poético del spanglish”.
Futuro del spanglish
¿Hay futuro para el spanglish? ¿Acabará normalizándose y convirtiéndose en una lengua?
Como todos los futuros, este, por supuesto, también es incierto. De lo que sí hay certeza es que el progreso del spanglish está, en gran medida, ligado a la entrada de migrantes latinoamericanos que no dominan el inglés. Sin embargo, el lingüista Ricardo Otheguy es bastante reticente a utilizar el vocablo spanglish, ya que considera que continúa colocando a los latinos en las posiciones de menor poder e influencia. Para él y para algunos de sus colegas, el término debería ser sustituido por español popular de Estados Unidos, con una categoría propia dentro de la dialectología hispánica.
En este sentido, la propia ANLE gesta un proceso de nivelación lingüística y norma colectiva de las distintas variedades de español que se hablan en Estados Unidos. Esto con el fin de impulsar el reconocimiento de esta nueva variedad de español. Así, y como concluye Silvia Betti: “El spanglish se relacionaría con la inmediatez conversacional, el español estadounidense con un lugar propio de la Unión en el concierto de los países hispánicos, y el español internacional con un modelo escogido, bisagra, de alcance global”.
