El físico Enrico Fermi ganó el Premio Nobel y trabajó en el proyecto Manhattan, a cargo de la bomba atómica. Allá por los años cincuenta, ese grupo élite de físicos y otros científicos no hablaba solamente de los riesgos de la guerra nuclear, sino de esto que hoy en día nos tiene un poco mareados, como si viviéramos en una película de ciencia ficción: las potenciales visitas de seres extraterrestres a nuestro planeta.
Frank Drake, científico de Cornell y apasionado por la vida extraplanetaria, había probado, mediante una ecuación, que, en medio de un universo infinito, la posibilidad de vida inteligente, más allá de la propia, era inmensa. Pero Fermi, un escéptico, pensaba que, si lo que Drake decía era cierto, ¿dónde diablos estaban todos? Por todos, se refería a los alienígenas.

“¿Dónde están todos?”. Originalmente, la pregunta se refería a los viajes interestelares, posibilidad en la que Fermi no confiaba. La Vía Láctea tiene unos diez mil millones de años y cien mil años luz de diámetro. Si los extraterrestres tuvieran naves espaciales que pudieran viajar al 1 % de la velocidad de la luz, la galaxia ya podría haber sido colonizada mil veces. ¿Por qué no habíamos tenido noticias de ninguna otra vida?
Esta contradicción se conoce como la paradoja de Fermi y vuelve a tener vigencia a la luz de nuevos acontecimientos que parecerían contradecirla. ¿Qué pensaría Fermi hoy en día de toda esta idea conspirativa elevada a los más altos niveles del Gobierno estadounidense, que afirma que se nos está ocultando casi un siglo de material alienígena? También tenemos que recordar que, en nuestro pequeño territorio, un ufólogo poco científico —Jaime Rodríguez— se hizo célebre por su frase “Si no lo cree, no lo niegue”.
Como se sabe, ha habido testimonios bajo juramento en audiencias interminables en el senado de Estados Unidos en los meses pasados, donde exmilitares de alto nivel han relatado sobre el conocimiento y posesión por parte de su Gobierno de naves espaciales y pilotos “no humanos”.
David Grusch, exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, afirmó bajo juramento en una audiencia del Subcomité de Seguridad Nacional, del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, que el Gobierno tenía proyectos secretos que albergaban ovnis y cuerpos no humanos. Grusch también afirmó que el Gobierno ha tenido conocimiento de la actividad “no humana” desde la década de 1930, antes de que Fermi trabajara en el proyecto Manhattan.
¿Será que Fermi cambiaría de opinión si aún estuviera vivo? Quizá no, pero hay algo distinto en los últimos runrunes alienígenas y es que ya no son historias marginales de personajes esotéricos, sino que están en el mainstream de los medios de comunicación y las altas esferas políticas. Al mismo tiempo, hace rato que la ficción se convirtió en realidad en un mundo de pandemias e inteligencias artificiales. Así que, si no lo cree, no lo niegue.