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Si el intestino es nuestro segundo cerebro, ¿cómo lo cuidamos?

Intestino es nuestro segundo cerebro.
Fotografía: Shutterstock.

Cuidar la microbiota que se aloja en los intestinos es fundamental para tener una buena salud física y mental.

“Piensas con el estómago” o “qué visceral eres” son frases que más de una vez hemos escuchado y, aunque suenan a insulto, en realidad no lo son. El sistema digestivo, y en particular el intestino, es considerado por la ciencia como “el segundo cerebro”, y su buena salud y funcionamiento inciden incluso en las emociones, la inteligencia y en la prevención de enfermedades.

Como se explica en el libro El segundo cerebro de Miguel Ángel Almodóvar, en los intestinos se aloja el sistema nervioso entérico. Esto es “una suerte de segundo cerebro formado por cien millones de neuronas y es el responsable de que esta red neuronal nos haga sentir ciertas emociones en la tripa y de que el organismo sea capaz de hacer la digestión sin contar con la ayuda del cerebro principal”.

Eso quiere decir que el sistema digestivo ha desarrollado de manera autónoma funciones tan complejas como el fraccionamiento de los alimentos, la absorción de los nutrientes y la expulsión de los desechos. Todo esto mediante complicados procesos químicos y contracciones musculares muy medidas.

Fotografía: Shutterstock.

Pero este sistema no solo realiza tareas fisiológicas, sino que, en paralelo, influye directamente en las emociones. De hecho, la tradicional y romántica imagen de sentir “mariposas en el estómago” responde a estados alterados de nervios o estrés que se perciben gracias al sistema nervioso instalado en el intestino. De ahí que los microbios que forman la microflora intestinal o microbiota tienen un protagonismo decisivo. A mediados de 2011, un equipo de investigadores de la Universidad McMaster de Canadá recopiló evidencias de que las bacterias intestinales influyen directamente en la química del cerebro y la conducta, asociándose con la ansiedad, la depresión o, incluso, el autismo de inicio tardío.

Por ello, el dato más preocupante es “que se estima que entre el 80 y el 90 % de la población está afectada, en distintos grados, por algún tipo de problema intestinal”. Sin duda, esto favorece la aparición de un sinfín de enfermedades y dolencias.

¿Qué hacer para mejorar la microbiota?

Isabel Martín, profesora de psicobiología de la Universidad de Sevilla, explica en un artículo para The Conversation que si algo caracteriza la microbiota intestinal humana es su enorme diversidad, pues madura y se modifica a lo largo de nuestros ciclos vitales (infancia, adolescencia, adultez, vejez). “Es una llave fundamental para proteger nuestra salud”, recalca la especialista.

Por lo tanto, para gozar de buena salud es necesario conseguir un estado de lo que los expertos llaman eubiosis de la microbiota. “Es decir, de equilibrio en la

proporción de la cantidad y tipo de estas bacterias”, pues la descompensación de la microbiota se asocia a una gran variedad de patologías crónicas inflamatorias, como el síndrome de intestino irritable, el cáncer de colon y la diabetes. Un estudio de la Universidad de Granada sugiere que una dieta a base de alimentos de origen vegetal mejora la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal. Una dieta como la mediterránea, a base de frutas, verduras y hortalizas, legumbres, frutos secos, etc. sería altamente funcional.

Intestino es nuestro segundo cerebro.

Pero también se debe considerar lo siguiente:

  • Consumir probióticos, que son microorganismos vivos que se añaden a los alimentos o suplementos alimenticios como yogur, kéfir, kombucha o vinagre de manzana.
  • Ingerir probióticos, que son la fibra que contienen los alimentos y que se encuentran de manera natural en legumbres, papas, alcachofas, cebolla, puerro, avena, cebada, plátanos, etc. Aunque los probióticos no se digieren, se fermentan en el colon y ayudan a la digestión.
  • También hay que incluir buenas cantidades de proteína a la dieta, comer alimentos ricos en vitaminas y minerales.
  • Mantenerse hidratado y hacer ejercicio.

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