Tulsa King: rey de reyes

Tulsa King, serie protagonizada por Sylvester Stallone y disponible en Paramount+, rompió récords de audiencia el día de su estreno y prepara desde ya una segunda temporada. Esto significa que hay espacio para mucho más de lo que se promociona como contenido de élite en las plataformas.

Serie Tulsa King

Los servicios de streaming —cada día aparecen al menos otros dos— se han convertido en los nuevos estudios de Hollywood y funcionan como fábricas. Claro que, como se sabe, ya no se puede decir que hagan series o películas, sino algo mucho más amplio y flexible llamado contenido. El contenido no puede ser cualquier cosa, pero casi. El contenido es lo que se puede cuadrar (más o menos apretado) dentro de una plataforma para luego ser ofrecido. ¿En forma de qué? Pues de lo que tú quieras: serie de comedia, serie documental, película de guerra, reality de pastelería.

El negocio del streaming se está pareciendo al de las tarjetas de crédito. En el caso de lo segundo, es la deuda del cliente la que mantiene y aumenta el tamaño de las operaciones; y en el caso de lo primero está sucediendo algo muy parecido: ya no se trata de lo que estás viendo, de lo que viste, de lo que puedes recomendar; no, muy al contrario, las conversaciones se desvían cada vez con más frecuencia hacia lo que no hemos visto, hacia lo que deberíamos estar viendo, hacia lo que nos perdimos. Es decir: a lo que no poseemos, pero claramente necesitamos.

Serie Tulsa King

Hay estrenos por todo lo alto: el caso de The Last of Us, basada en un videojuego y producida por HBO, que ya cerró su primera temporada y promete bastante más, causó un escándalo mayor que la alfombra roja de cualquier estreno en cines o ceremonia de premiación. Y pasa también lo opuesto: el final de las series, sobre todo cuando ha pasado tiempo entre temporada y temporada, es una fiesta que bien podría obligar a los mandantes de ciertos países a decretar días o semanas enteras de descanso. Fíjense en la cantidad de gente que está hablando del final de Succession, es casi como si no la hubieran visto.

En esto, en el ruido posterior, mitad intelectual y mitad farandulero, el cine y el streaming se están pareciendo mucho, quizás demasiado y hasta peligrosamente. Las series que hacen noticia ocupan el espacio de la publicidad, interrumpen los videos en YouTube y se roban aquello que puede proyectarse sobre la superficie. Decía que esto es peligroso porque uno termina viendo no lo que quiere, tampoco lo que le gustaría ver, uno termina sacrificando el antojo animal por los platos que, ya dispuestos sobre la mesa, son los que merecen comentarse.

Ante esto, que contradice el derecho a escoger por el que tanto hemos luchado, el derecho que parecemos dispuestos a esconder o abandonar cuando, es lo más sencillo, alguien indica qué camino seguir, hay que revelarse.

Una forma de rebelión, quién lo diría, es ver Tulsa King en Paramount+. Si quieren credenciales, acá van: entre quienes vieron su estreno en el canal de cable y en la plataforma, se cuentan 3,7 millones de espectadores, cantidad superior a la reunida por La casa del dragón, sucursal de la todo lo indica interminable Juego de tronos. Y otra cifra: el estreno de Tulsa King registró el mayor número de suscripciones a la plataforma en un solo día. Pero esto es precisamente de lo que veníamos hablando, de no dejarse manipular por los números. Al final, y esto lo entienden los que se atreven, la gente no está hecha de cifras, está hecha de emociones.

escena de la serie Tulsa King
SYLVESTER STALLONE, EL HÉROE DE ACCIÓN OCHENTERO, ENVEJECE COMO UN CABALLERO.

Tulsa King comienza con un plano largo, al interior de una celda, en prisión, y una frase memorable: He sobrevivido en agujeros como este los últimos veinticinco años y, para evitar que lo que me queda de cerebro se deteriore, he leído libros muy buenos y he escrito poemas muy malos. Esto lo dice Dwight, el General, Manfredi, un mafioso que lleva encerrado un cuarto de siglo y que no saldrá en libertad para dar clases de literatura en una escuela pública ni será misionero en Pakistán.

Dwight Manfredi volverá a Nueva York, a la casa del capo al que protegió guardando silencio en la cárcel, pero no encontrará espacio en el presente. La organización, en cambio, lo destinará a Tulsa, en el estado de Oklahoma, una ciudad dividida entre los fanáticos religiosos y los miembros de la nación cheroqui. Nada mal para un hombre cuyas habilidades se capitalizan en zonas limítrofes y ajenas a la ley.

El protagonista es Sylvester Stallone, el héroe de acción ochentero al que nadie, nunca, le había ofrecido un personaje como este: un papel serio que exige más de lo que habíamos visto de él y al mismo tiempo deja espacio para que lo recordemos. Tiene 75 años y actúa como tal. Es la historia de una nueva vida, incluyendo todos los peligros de lo nuevo.

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