(en ocho bocados)

La serie mexicana Harina se estrena en Amazon Prime y Comedy Central. El argumento, venido de un sketch cómico que se volvió viral, colma las expectativas.
Se nota que has cometido errores”.
Edson Prieto
1. Uno ve, en las noticias, que la policía logró decomisar decenas o cientos de kilos de drogas. Por lo general, se refieren a marihuana y cocaína (todavía no se meten con las drogas de diseñador, aún relacionadas a gente educada en reuniones privadas). Uno ve esto y piensa: cuánta grifa, cuánto perico, ¿qué harán con todo eso? Uno se pregunta: si esa es la cantidad que cayó presa, ¿cuál es la cantidad que sigue libre?, ¿de a cuánto nos toca? Uno se pregunta y se responde: ¿qué haría yo con todo eso?, la hierba para distraer al legislativo y los pases del niño para estimular al ejecutivo.
Uno ve, también en las noticias, pero con mucha menos frecuencia que la policía incinera las sustancias en hogueras que no llegan a ser infames, pues se quedan en fogatas de pícnic. Y uno se pregunta, ¿qué hicieron con el resto?
2. El sketch más visto del programa Backdoor, parte del repertorio latino de Comedy Central, se encuentra en YouTube como Teniente Harina. Fue liberado en agosto de 2019 y alcanzó en cuestión de meses los nada despreciables 56 millones de views (esto, por decir algo, supera al tercio de los habitantes de México, el país con la mayor población de hispanohablantes en el mundo).
De esos millones de personas, miles se pronunciaron a favor de una serie basada en el personaje principal del sketch, Edson Prieto, un policía adicto a todo y potencialmente adictivo para todos. Casi tres años después, la segunda semana de marzo de 2022, se estrenó en Amazon Prime (entera) y en Comedy Central (capítulos semanales) la serie Harina, que le da cuerpo y pulso y largo aliento a la historia del teniente Prieto.
3. La trama del sketch original es fácil de suponer. Un teniente de la policía mexicana llega a una especie de bodega donde sus compañeros han hallado varios kilos de cocaína, luego, contradiciendo las recomendaciones de su compañera, que sugiere enviar una muestra a los laboratorios, el teniente prueba directamente la coca y reacciona con la emoción profunda, sincera y desatada con la que reaccionaría una persona que consume coca: se prenden las luces led del cerebro, las dudas salen corriendo como ratas, llegan mil ideas al mismo tiempo, y lo realmente grave y peligroso es que todas parecen ser buenas ideas.
La reacción del teniente Prieto, interpretado por Guillermo Villegas, viene de la tradición de Cantinflas y Groucho Marx: se sueltan los gestos del rostro y se cuestionan los alcances del cuerpo, pero, sobre todo, se empuja un monólogo que conduce a la claridad por la vía del delirio. En otras palabras: es muy chistoso.
4. Backdoor, de donde se extrajo al Teniente Harina, es la versión mexicana de Porta Dos Fundos, un canal de YouTube creado por cineastas brasileños que no encontraron, en la televisión de su país (ojo con esto, hablamos del tan sexi y tan cristiano Brasil), espacio para sus “poco empáticos” segmentos de humor. Porta Dos Fundos, al aire desde 2013, fue comprado por la multinacional Viacom, ahora simplificada en el sello Paramount, y se extendió al español o mejor dicho al mexicano, que viene a ser la lengua madrastra de la televisión en Latinoamérica (la siguen el español argentino y desde los noventa el español colombiano).
Así las cosas, el Teniente Harina viene del vocablo portugués Teniente Farinha, pero hay entre ellos cincuenta millones de views de diferencia. La escandalosa cifra indica que buscamos nuestro molde en Buenos Aires y Río de Janeiro, pero lo encontramos en Tenochtitlan. Se ha dicho: lo Cortés no quita lo Cuauhtémoc.
5. Harina, la serie, da muestras de una televisión civilizada y al día. La primera decisión acertada es tratar a Edson Prieto como lo que es: un fenómeno viral y no un héroe de acción. Lo encontramos sobreexpuesto al límite y cargando la cruz de su pesada fama: su permanencia en la policía chilanga corre peligro, su exesposa preferiría que mi teniente no volviera a ver a la hija de ambos (se refiere a él como “el hombre que me embarazó de ti”).
Todo esto, claro, mientras en la calle lo reconocen y le piden selfis y olvidan las recomendaciones de los propios mexicanos: si tienes problemas, no acudas a la policía. El segundo acierto es aprovechar la súbita popularidad del personaje para desarrollar la trama. Desde el primero de los ocho capítulos, se establece como antagonista a un asesino serial bautizado como El Cancelador, un psicópata de nuestro tiempo que caza influencers y cuya firma sobre las víctimas resulta precisa y contemporánea, les abre la garganta de un tajo horizontal y les corta los pulgares (atrofiados de tanto postear).
6. El Teniente Harina es un héroe por sí mismo y por quienes lo rodean. Quiero decir que ninguno de los varios personajes que lo acompañan puede soslayarse. Ramírez, su compañera de patrulla, está a la altura de la mejor Sandra Bullock en comedias policiales como Miss Simpatía o Armadas y peligrosas (aplausos y laureles para la actriz Verónica Bravo).
Jorge George Bermúdez, un escritor al que Prieto conoce en una reunión de narcóticos anónimos, representa con honradez a las amistades que no convienen pero ayudan y hasta salvan. Mención muy especial al experimentado Gerardo Taracena (uno de los malitos en Apocalypto de Mel Gibson) en el papel de Ramos, mentor de Edson Prieto y policía corrupto donde los haya.
Y medalla a la excelencia por la labor cumplida a los nueve guionistas que figuran en los créditos: se sacaron de encima la cruz del éxito viral, la destrozaron con argumentos y siguieron adelante con lo que consideraron valioso.
7. ¿Sería viable una comedia en la que un asesino serial acecha a los asambleístas? Capaz sí. El malito, como les dicen los niños a los villanos de las películas, podría llamarse El Contribuyente y perseguir a quienes han concedido amnistías a delincuentes convictos y confesos. En otra época podría haberse llamado El Hombre del Maletín y su método habría sido resuelto desde su nombre: descuartiza a los asambleístas y deja sus trozos en maletines que aparecen misteriosamente en la curul de la próxima víctima (como es natural, el asesino empezaría por quienes sellan los pactos que conceden, imperdonablemente, mil perdones).
En los tiempos que corren habría que darle al Contribuyente cualidades propias del mundo digital. Por ejemplo: secuestra las cuentas bancarias de los asambleístas, las vacía y luego les manda por WhatsApp una captura de pantalla que confirma su nuevo balance: 0. El mensaje podría decir: “Trabaja y no envidies. Tampoco robes, Bebé”.
8. El viernes 25 de marzo, los noticieros incluyeron entre sus temas principales la gran acogida que tuvo este año el llamado de las Fuerzas Armadas al acuartelamiento. Jóvenes ecuatorianos, menores de edad en su mayoría, disputan una plaza en el ejército para sobrellevar la actualidad. Uno dijo: “Lo hago para ayudar a mi mamá y a mi abuelita”. Otro dijo: “Lo hago para salir de mi barrio”.
Sin fuentes de trabajo a la vista y sin tiempo ni cabeza para estudiar, optan por una carrera militar que, al menos y aunque sea por poco tiempo, los provea de refugio y alimento. ¿Cuántos de ellos terminarán en la policía?, ¿cuántos de ellos aceptarán nuestros sobornos en carreteras y en cárceles?, ¿cuántos de ellos serán alejados de sus funciones por atreverse a respetar la ley?, ¿cuántos de ellos enfrentarán a los manifestantes? Hay que preguntarse cuál será su suerte y cuál será su serie.