La (nueva) familia modelo

EDICIÓN 485

Serie One Day at a Time, un remake de un clásico de 1975 de CBS.
Serie One Day at a Time, un remake de un clásico de 1975 de CBS.

La comedia familiar One Day at a Time actualiza todos los estereotipos de los latinos que viven en Estados Unidos. Ahora bien, para tratarse de humor, se tocan temas que van muy en serio.

El pop se hace cargo de la realidad, capta los cambios antes que la mayoría y trata de ubicar a la gente sobre la que hay que hablar en este momento; el pop tiene opiniones contundentes y cosas que decir. Me refiero al tipo de películas y series de televisión que buscan, desde su concepción, atraer a la mayor cantidad de audiencia posible y así apostar por el gran público con historias de “gente común”. Hablo, sobre todo, de comedias familiares que, se supone, uno puede ver en compañía de todo público.

Vamos a usar como muestra de laboratorio la serie One Day at a Time, que ha tenido dos vidas: la televisión y el streaming (fenómeno cada vez más común, dicho sea de paso). Los personajes de la versión original eran una mujer soltera, sus dos hijas y el dueño del edificio en el que viven, una suerte de vecino solitario que se va integrando a la familia poco a poco.

La serie se emitió entre 1975 y 1984, cuando el mundo era otro y teníamos otras prioridades, pero funcionó precisamente por eso, porque enfocó algo que ya era verdad hace rato, pero no se veía mucho en el cine o la televisión: el hogar cuya cabeza de familia es una madre soltera.

En la nueva versión de One Day at a Time, que tuvo solo tres temporadas, entre 2018 y 2020, y que se puede ver completa en Netflix, las cosas han cambiado un poco y tienen la moral del siglo XXI. Es decir, el esquema es el mismo, pero ahora la familia es latina (de ascendencia cubana, más exactamente), con todos los condimentos y sabores que eso pueda tener. En esta versión no se trata solo el tema de la mujer a cargo de la manada, también se incluyen temas raciales, sexuales, traumas de guerra y el abuso de sustancias.

Serie One Day at a Time.

La madre, que pronto cumplirá cuarenta años y estuvo además en el ejército, trabaja como enfermera mientras sus dos hijos, una chica y un chico, van al colegio. La chica, ya entrada en la adolescencia, defiende todas las causas contemporáneas, desde la ecología radical hasta la diversidad sexual, es de hecho una adolescente gay y está descubriendo su sexualidad con su primera novia (capaz que lo correcto sería decir que es de género fluido).

Pero esto ya no es un problema, su salida del clóset tiene un impacto en la familia; sin embargo, como es una comedia, el asunto se resuelve con abrazos y muestras de comprensión. No me mal entiendan, la sexualidad de la chica genera momentos de tensión, pero estos terminan desplazados o envueltos por el humor.

El hijo menor, en cambio, está entrando a la adolescencia, fuma marihuana con un vapeador y vive obsesionado con su imagen: gasta más tiempo escogiendo zapatos y peinados que su hermana mayor, y luego, claro, una foto para las redes sociales. Pero su popularidad no lo salva del racismo: tiene la piel bronceada y le gritan cosas como “frijolero” o “regresa a México”.

El conflicto, otra vez, se arregla con el cariño del núcleo familiar, pero el tema queda sobre la mesa y se nota que esta generación (padres e hijos) no piensa aguantar lo que tuvieron que aguantar generaciones pasadas de inmigrantes latinos en Estados Unidos (donde ahora mismo la gente llega caminando).

Y está la abuela, interpretada por la gran Rita Moreno, una de las primeras estrellas latinas en el medio estadounidense (en 1961 ganó un Óscar por su papel en West Side Story). Su rol es claro: mantener la esencia, las costumbres, esa forma que tiene el latino exiliado de llevar un pedazo de patria en el corazón, y así pararse frente a la vida y que venga lo que venga. La naturaleza de su personaje es el de la “abuela alcahueta”, pero es severa cuando tiene que serlo y se ha propuesto, como en una misión, que su familia no olvide de dónde vino.

Los personajes masculinos, me refiero a los hombres adultos, son más bien muestras de gente que en algún momento se quebró y ahora trata de moverse sin que se vuelvan a caer las piezas. El padre de los niños, que vive en otra ciudad, es también veterano de la última guerra con Afganistán, sufre de trastorno de estrés postraumático y parte de la trama tiene que ver con las sustancias de las que abusa para huir de los recuerdos. Lo mismo pasa con el dueño del edificio en que vive esta familia, el vecino/familiar, esta vez un niño rico y hípster que colecciona vinilos y carga con su propia historia en Alcohólicos Anónimos.

Serie en Netflix.
Justina Machado y Rita Moreno en One Day at a Time, un remake de un clásico de 1975 de CBS, nos cuenta la historia de una familia cubano estadounidense y sus problemas del día a día.

Dicen que uno se puede reír de cualquier cosa, pero eso no es tan cierto. Lo cierto es que una comedia que pretende contar y entrometerse en la vida de ciertos personajes, sean quienes sean, no puede hacer a un lado los costados oscuros y confusos de una generación que —esto lo damos por asumido— creció entre pastillas y traumas.

Si nos ponemos a filosofar sobre lo pop, podríamos decir que el estilo de vida que se mantuvo hasta el siglo XX acabó con los hombres: nos esforzamos mucho por demasiado poco, nos intoxicamos, no supimos reconocer el amor y preferimos el silencio ante cualquier muestra de fragilidad. Al final sí, los hombres sí lloran, pero tardan demasiado en animarse a chillar a moco tendido.

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