Atlanta (La revolución está siendo televisada)

La tercera temporada de Atlanta, serie producida por la cadena FX y disponible también en Netflix, establece a su creador, Donald Glover, como un artista cuya madurez es solo comparable a su capacidad de riesgo.

Serie Atlanta.

“Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios”.
T. S. Eliot

Para hablar de Atlanta, la serie de televisión que tiene al centro a una incipiente estrella de rap, se habla ahora de algo llamado afro-surrealismo-expresionista. El término, que es una categoría en sí mismo, fue usado en 1988 por el escritor Amiri Baraka en referencia a su colega de oficio y de raza Henry Dumas, autor de poemas y cuentos cortos.

Dumas murió veinte años antes, en mayo de 1968, en una estación del metro de Nueva York, donde un policía lo confundió con un delincuente y disparó tres veces contra su cuerpo. En el parte policial, el agente aseguró que Dumas tenía una navaja y que cuando se le advirtió que la soltara pues no lo hizo.

Henry Dumas, poeta y escritor afroamericano.

Al momento de su muerte, Henry Dumas tenía 33 años, estaba casado, tenía dos hijos aún pequeños y la parte publicada de su trabajo se encontraba dispersa en revistas de corto alcance y menor audiencia. Fue Toni Morrison, también escritora y también de raza negra, quien se encargó de popularizar su obra de manera póstuma.

Morrison, a su vez la primera mujer afro en ganar el Premio Nobel, en 1993, actuó como agente literaria de Dumas, regó la palabra y la palabra creció y dio frutos y ediciones múltiples. El caso de Dumas no es el caso de Donald Glover, creador de Atlanta, aunque ambos tengan en común un género todavía nuevo y por explorar.

Donald Glover partió como actor, se ganó un espacio en la serie de comedia Community y hasta diría que lucía inocente e inofensivo. Pero no. Nada que ver.

Además de una carrera (de la cual vale mucho la pena enterarse) como músico, en la que firma con el pseudónimo Childish Gambino, Glover disparó sus muchas cualidades como autor en una serie que, se nota, es su territorio, una tierra libre y soberana donde las cosas pasan según el ilimitado antojo de su creador: aun y sobre todo si esto supone exigir a cada uno de sus personajes nada menos que lo imposible. Hoy, cuando se habla bien de una serie, se dice que parece cine. Así las cosas, Atlanta parece y es literatura.

La trama, como se dijo, da vueltas centrífugas y de campana a los costados del rapero Paper Boi, a quien, y esto es señal de refinamiento y buen gusto, no vemos prácticamente nunca sobre un escenario (imposible juzgarlo por su música, digamos). De él sabemos que pega entre los adelantados, los que escuchan ahora lo que será tendencia después, y que, como corresponde a la naturaleza de un artista americano y alternativo, se valora primero y mejor en Europa.

De hecho, la tercera temporada lo encuentra en Ámsterdam, donde pasan cosas como esta: amanece en prisión y, cuando lo liberan, saluda a sus fanáticos blancos-casi-rojos echándoles dinero encima.

Atlanta se puede ver y leer como una novela río o como una serie de cuentos cortos. Por un lado, se desborda hasta reinventarse, y varios capítulos suceden en escenarios distintos y entre personajes distintos: hay uno en el que cada ciudadano afro logra rastrear a los antepasados que esclavizaron a sus antepasados, a los que fueron dueños de esclavos, y cobrar retribuciones que esclavizan a las nuevas generaciones de blancos (¿es racista decirle a alguien blanco?).

Pero en ese límite, menos distópico de lo que parece, donde las cosas son, si nos ponemos a pensarlo, solo un poco diferentes, Donald Glover resuelve con escritura lo que no se puede resolver de otro modo.

Serie Atlanta.
Atlanta, comedia dramática, creada y protagonizada por Donald Glover. La serie trata sobre dos primos que navegan en la escena del rap en la ciudad de Atlanta y sus esfuerzos por mejorar sus vidas y las vidas de sus familias.

Los episodios de Atlanta, atados por muchos temas, pero sobre todo por el motivo racial, militan con talento y ponen la distancia necesaria para dar, justo, en el blanco: quiero decir que su preocupación está por sobre cualquier raza, pues su causa es la humanidad toda.

Aquí podría pasar que Henry Dumas, escritor blanco e inédito, salvo por espacios breves en revistas desconocidas, muera conteniendo en sus entrañas las balas disparadas por un policía negro. ¿Por qué le disparó? Porque era un sospechoso. ¿Por qué era sospechoso? Porque era blanco. ¿Todos los blancos son potenciales criminales? No todos, debe haber una o dos excepciones. ¿Entonces? Disparé por si acaso: un blanco muerto es un blanco menos.

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