Ruben Östlund, rey de Cannes

El director sueco Ruben Östlund se llevó este año, por segunda vez, la Palma de Oro del Festival de Cannes, uno de los premios más prestigiosos del mundo del cine. También habló con nosotros en exclusiva.

Ruben Östlund ganador Palma de Oro en Cannes.
Fotografía: Alamy Photo Stock.

No podía ser de otro modo. En su aniversario 75, el Festival de Cine de Cannes se lució celebrando el séptimo arte con maestros de alto vuelo.

Desde el Mago de Oz, George Miller, quien trajo a la Croisette su luminosa fábula Tres mil años de espera, sobre un genio encerrado en su lámpara aguardando a que Tilda Swinton decida cuáles son los tres deseos que lo liberaran para siempre; pasando por Tom Cruise, quien arribó en helicóptero a la alfombra roja más bella del planeta, mientras sonreía y daba autógrafos a sus fans para luego decorar el cielo de Cannes con el escuadrón de aviones de combate del ejército francés, que sobrevoló alrededor del Palacio del Cine.

Mientras James Gray conmovió a la audiencia con su película autobiográfica Armaggedon Time.

Esto, sin dejar de mencionar a grandes cineastas como David Cronenberg, Baz Luhrmann, Claire Denis, Marco Bellocchio, Park Chan-wook, Lukas Dhont, entre los más renombrados, que llegaron acompañados de estrellas como Tom Hanks, Anne Hathaway y Léa Seydoux.

Pero nadie pudo superar al director sueco Ruben Östlund, cuyo estreno mundial en Cannes, Triangle of Sadness, fue ovacionado de pie durante varios minutos. La película arrasó desde el principio por su humor mordaz, el sarcasmo inteligente y divertido, haciéndose merecedora de la Palma de Oro, uno de los premios más prestigiosos del cine, entregado por segunda ocasión al sueco. 

En 2014 el cineasta ya había llegado a la puerta de los Óscar con Fuerza mayor, ganadora del premio del Jurado en la sección Una Cierta Mirada. En 2017 obtuvo el máximo honor del certamen francés por su caricatura del mundo del arte contemporáneo, titulada The Square. 

En esta edición Ruben Östlund retorna a ajustar cuentas con la sociedad occidental con la hilarante Triangle of Sadness. Lo hace a bordo de un barco de lujo, comandado por un capitán alcohólico (Woody Harrelson). Su arma favorita es la sátira estridente, cargada de sarcasmo virulento, con proporciones masivas de una ficción de dos horas y media, muy explosiva.

Es el retrato paradójico de una sociedad compuesta por individuos, con evidentes desigualdades sociales y políticas, en medio de una terrible tempestad que transforma el barco en un Titanic lleno de vómito y demás, hasta las últimas consecuencias. Una burla desenfrenada sobre el lujo, la moda y la opulencia económica de los multimillonarios.

“La creatividad no debería estar atada al dinero. Tendría que ser independiente, ya que es la riqueza inherente que poseen los seres humanos”, afirmó en la pasada edición de Cannes un complacido y sonriente Östlund, en entrevista para Mundo Diners.

—¿Por qué consideró el humor como el mejor enfoque para retratar los diferentes temas sociales y políticos en su película?

—No creo que sea siempre el mejor enfoque, pero recientemente me ha interesado. Michael Haneke lo expresó mejor: “La única forma verdadera de describir el mundo actual es la farsa”. Cuando hice la cinta, me propuse que no fuera una obra de cine de autor.

Pensé: “¡Vamos, somos humanos! Hablemos de las cosas como lo haríamos en una mesa”. Me inspiré en la cinematografía europea de los años setenta, sorprendente y entretenido al mismo tiempo. Quería combinar lo mejor de este con lo mejor del estilo estadounidense, dar al público una razón para salir de casa e ir al cine. Me inspira hacer cine que reflexione sobre cosas importantes y que a la vez sea divertido.

—¿Por qué le inspira tanto el tema de la injusticia social? ¿Tiene alguna conexión personal con este? ¿Cómo se ve involucrado en él?

—Me crie con una madre que se hizo socialista y comunista durante los años sesenta, con el movimiento de izquierdas en Europa. Ella siempre hablaba de sociología y de las teorías marxistas. Mi hermano, en cambio, se sumó a la derecha conservadora, así que estoy acostumbrado a las fuertes discusiones sobre estas dos ideologías. Creo que hay gente buena en toda la estructura de clases. Si quitamos la política, nuestro lado civilizado, y el socialismo, se producirá la desigualdad.

Ruben Östlund sedujo en Cannes con Triangle of Sadness, una nueva sátira del mundo occidental que ridiculiza a los ricos y el culto al dinero, a la belleza, a la vez que reivindica la risa y la ligereza.

—¿Cuál fue la reacción de Woody Harrelson ante el personaje que tenía pensado para él?

—Le encantó. Quiere estar en la película que estoy desarrollando. Recuerdo que lo llamé y le dije: “Tengo una cinta que empieza en el mundo de la moda con una pareja de modelos que va a un yate de lujo. A bordo hay gente muy rica, un capitán marxista y una escena en la que todo el mundo está vomitando durante una tormenta y, en estado de ebriedad, el capitán lee el Manifiesto comunista a través del sistema de altavoces”. Él respondió: “¡Por supuesto que quiero hacer eso!”.

—Sobre la inversión de roles que se ve constantemente en sus películas, ¿en qué modo le permite esto transmitir su punto de vista?

—Creo que es muy importante debido a esta política de identidad, presente en el debate público. La representación es definitivamente importante para crear un nuevo modelo de conducta, y tenemos que ser capaces de separar y discutir las razones que hay detrás de las cosas. La política identitaria puede tener dos pensamientos al mismo tiempo.

—En cuanto al elemento de exageración presente en la película, ¿cómo consigue equilibrarlo con el humor y la credibilidad?

—En cuanto a ese equilibrio, creo que fue interesante el retrato de la oligarquía. Me pareció que el mejor enfoque era moldear el personaje del ruso de manera que fuera percibido por el público como simpático y cálido, lo cual también intenté con la pareja fabricante de armas.

—¿Está de acuerdo con que la experiencia cinematográfica respecto de Triangle of Sadness está irónicamente ligada también a esa idea: con gente de menores recursos riéndose de los ricos durante dos horas y media?

—Sí, exactamente. No quisiera que mi cinta provoque una revolución, ni siquiera estoy seguro de creer en este concepto. Lo que quiero es crear un cierto tipo de conciencia y hacer que nos cuestionemos a nosotros mismos. Quiero que la gente rica cuestione también la película, que esta cree un espacio para el debate.

Ruben Östlund ganador Palma de Oro en Cannes.
Durante el rodaje de Triangle of Sadness, Ruben Östlund con Woody Harrelson quien se ha mostrado encantado con la experiencia.

—En cuanto al público, ¿cree que para llegar a una mayor audiencia debe hacer más explícitos los mensajes de sus películas?

—Quizá sea cierto. Para llegar al público las películas deben ser explosivas. Para mí es muy importante mantener la audiencia con la que ya he tenido una conexión. En Triangle of Sadness solo hice lo que me pareció divertido, sin tener realmente en mente las ideas del público. De todas formas, a veces no me importa la reacción de la gente. Lo que no voy a abandonar en mi trabajo es el absurdo.

—Durante una escena específica de la película, se hace referencia al entrecejo del protagonista como el “triángulo de la tristeza”. ¿Qué lo llevó a elegir esto como título?

—Decidí que me gustaba desde el principio, por supuesto, hubo muchas discusiones que llevaron a que fuera la decisión final. Para mí tenía sentido en varias formas: el triángulo amoroso que se crea en la isla, la forma en sí misma siendo un símbolo de jerarquía, y la estructura de la película que consta de tres actos principales.

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