De Rosalía nunca se sabe qué esperar, por eso, sus fans y haters están siempre atentos a su siguiente jugada. Ella es un camaleón y nosotros intentamos descifrarla desde las canciones de su tercer disco: Motomami.
Cuando, a finales de los noventa, el icónico músico David Bowie se cansó de dar entrevistas, pidió a sus fans que lo conocieran a través de sus letras, de sus canciones, que ahí estaba toda la información que necesitaban. Este no es el caso de Rosalía, el fenómeno español que devoró los charts musicales en 2022 gracias a su disco Motomami. Rosalía ama dar entrevistas, se ríe tiernamente, conversa con potencia, prueba comida con periodistas e ignora llamadas de su novio mientras graba en vivo. Pero, en esta ocasión, la conoceremos a través de sus letras, como sugería Bowie. Este es apenas un punto de partida hacia el mundo de todo artista que escribe sus canciones.
“Yo soy muy mía, yo me transformo”, Saoko (Motomami, 2022)
Con esta frase, Rosalía Vila Tobella, nacida un 25 de septiembre de 1992, nos lo dijo todo: ella no teme transformarse. Su primer álbum, Los ángeles, que salió en 2017, era puro flamenco, a su voz la acompañaba, principalmente, un guitarra de palo. En el álbum Rosalía hacía relucir su voz, era la protagonista: movía y conmovía. Aunque también fue criticada por no cantar en catalán, sino en español, y por supuesta apropiación cultural de la cultura gitana.
No fue hasta 2018 que Rosalía estalló a nivel global gracias a “Malamente”, el primer sencillo promocional de El mal querer’, un álbum en el que se arriesgó a experimentar con beats más modernos y un concepto melodramático que conquistó a fans y críticos musicales. Sin dejar completamente a un lado el flamenco, lo modernizó y le agregó capas potentes de sonidos globales que contrastaban con su voz casi angelical. Cada canción representaba un capítulo en la historia de una desilusión: celos, disputa, lamento son parte del concepto. Un disco aclamado por la crítica, que pensaba que Rosalía había encontrado su sonido definitivo. Pero se equivocaron.
Con Motomami (2022) Rosalía se alejó completamente de la impresión que había causado con El mal querer. Con canciones que hasta parecen un meme, como “Chicken teriyaki”, autotune que sazona temas como “Diablo” y una balada que habla de su deseo sexual como “Hentai”, ella dejó claro que no se toma tan en serio esto de hacer música y que piensa divertirse en el proceso.
En Motomami, Rosalía no dejó espacio para la tibieza. “Rosalía ya no es la de antes, esto ya no es música, es una basura”, comentaban algunos haters en redes como TikTok, mientras otros la halagaban porque se reinventó completamente, como canta en “Saoko”: “una mariposa, yo me transformo”.
“No basé mi carrera en tener hits, tengo hits porque yo asenté las bases” (“Bizcochito”, Motomami, 2022)
Como canta en “Bizcochito”, tema que se superviralizó y se hizo meme en redes sociales en 2022, Rosalía no sigue fórmulas, ella las crea. Y, dejando la música a un lado, Rosalía se ha convertido en un ícono no solo musical, sino también de la moda.
Años atrás, cuando usaba las uñas larguísimas y megadecoradas, se volvieron tendencia. Ahora con su estética “motomami” llegó de los conciertos a las pasarelas. Rosalía no sigue tendencias: ella las crea.
Trajo a la cultura pop el término motomami, que se convirtió en el adjetivo que representa a una mujer poderosa, coqueta, arriesgada, que viste cuerina, botas muy altas y minifalda. Algo similar sucedió con el término bichota, que se popularizó con la canción que sacó la cantante Karol G con ese nombre. Una bichota, al igual que una motomami, representa a una mujer fuerte, bien parada, pero que también vive sus emociones a flor de piel.
Como dice el youtuber Josem: “Cuando una artista logra que una parte de su esencia, de su identidad, se convierta en un recurso del lenguaje convencional, es porque ya dejó una marca en la cultura popular”. Tanto por moda como por su música y hasta por su forma de hablar y comportarse, Rosalía es un referente innegable de la cultura pop de estos tiempos.
“Es mala amante la fama y no va a quererte de verdad. Es demasia’o traicionera y, como ella viene, se te va” (“La fama”, Motomami, 2022)
Cuando Rosalía sacó El mal querer en 2018, el portal musical en inglés Pitchfork lo calificó con 8,8/10 y describió a Rosalía como una versión española de la superestrella del pop Rihanna.
En 2019, junto al reguetonero colombiano J Balvin y a su productor El Guincho, presentaron un hit que reventó los charts musicales: “Con altura”.
En esta canción Rosalía habla de llevar a Camarón en la guantera. No se refería al marisco, a la comida, sino al que en vida fue considerado el mejor cantante flamenco de todos los tiempos: José Monje Cruz, mejor conocido como Camarón de la Isla.
Rosalía ha dicho en varias entrevistas que ama escuchar música en su auto, por eso lleva varios discos, incluidos los de Camarón de la Isla, en la guantera. En “Con altura” también asegura que “de Héctor aprendí la sabrosura”, refiriéndose al icónico salsero Héctor Lavoe.



Las referencias de Rosalía la han llevado a conectar con público de todas partes del mundo. Menciona a salseros, cantantes de flamenco y reguetoneros en sus canciones. También ama la estética kawai de Japón. Además, su más reciente sencillo “LLYLM (Lie Like You Love Me)” tiene un coro en inglés y constantemente coquetea con ritmos latinos como el dembow, el mambo y hasta el bolero, haciendo un cover del tema “Delirio de grandeza”, del cantante cubano Justo Betancourt.
En marzo de 2023 Rosalía recibió el premio a mejor productora en la gala Billboard: Women in Music por su experimentación y beats creados para Motomami. En un inglés marcado por su adorable acento, dijo que no es la primera y que definitivamente no será la última mujer que produzca su propia música.
Pero Rosalía sabe que, como canta en “La fama”, un día puede estar por lo alto y al otro perderlo todo. Desde que estalló mundialmente con “El mal querer” también ha sido criticada por “apropiación cultural”. En España sus detractores dicen que perdió su esencia flamenca, que ahora es más latina. La critican por no cantar en catalán, por no ser de aquí ni de allá.
En su corta pero superexitosa carrera, Rosalía también vivió de cerca la cultura de la cancelación. En 2018 se la denunció en redes sociales por usar pieles animales, práctica que dejó a un lado y por la que se disculpó. A pesar de esto, Rosalía continúa siendo uno de los referentes femeninos más importantes de la música actual, le guste a quien le guste.
“Te quiero ride, como a mi bike” (“Hentai”, Motomami, 2022)
Imagínense una canción melódicamente hermosa, con un piano que cautiva y la voz de Rosalía que enamora. Ahora, a estas sonoridades, complementarlas con una letra supersexual, que usa metáforas como “enamorada de tu pistola”. Esta canción, “Hentai” (palabra del anime o manga que presenta contenido sexual explícito), habla de lo que varias canciones de reguetón hacen: bellaquear, sexo, posiciones, solo que no es reguetón, no tiene beats que hacen que se te muevan los pies, por el contrario, es una balada hermosa. Así, Rosalía usa sus referencias a su favor, no le teme a lo absurdo ni a desafiar las reglas del juego. Ella compone como quiere y logra conmover hasta las lágrimas con una canción como “Candy”, un tema triste que habla de sexo y perreo nostálgico.
Además, fue con este verso de su canción “Hentai”, “te quiero ride, como a mi bike”, que Rosalía filtró parte de su nuevo disco en TikTok, causando curiosidad y hasta burlas de quienes comentaban que ella “ya no era la misma de ‘El mal querer’”. Meses después, Rosalía lanzó su disco por esta red social y se posicionó también como una genia de la promoción musical, haciendo lo que no muchos hacían, saliéndose de la caja, para luego crear —nuevamente— tendencias y referencias en la industria.
“Pa’ ti naki, chicken teriyaki” (“Chicken teriyaki”, Motomami, 2022)
Con sus dos primeros discos, sobre todo con El mal querer, Rosalía ya nos dio una probada meticulosamente pensada de sus conceptos. Sus letras poéticas, serias, dolorosas, hermosas. Sus composiciones majestuosas, lujosas, que se sentían como estar viendo una obra renacentista, llena de opulencia.
Con Motomami es como si Rosalía hubiera dicho “mírenme, también soy divertida y puedo reírme de mí misma”, como en la canción “Chicken teriyaki”, que pocos pudieron entender, pero se entregaron a bailarla (haciendo la coreografía del video) o solo disfrutarla por lo que es: una canción que no se analiza, se baila.
Rosalía hace lo que le da la gana, por eso, varios críticos musicales la han catalogado como lo más punk que hay ahora. Con esa rebeldía dulce: ella decora su voz con autotune aunque no lo necesite, recita el abecedario a su manera, pone a perrear y a llorar, perrear y a llorar. Habla de vestirse de cualquier manera, comer pollo frito, usar telas cortadas y ser considerada una fashion icon. O temas más profundos como su conexión con Dios, sus ángeles, enamorarse y dejar ir. Y lo delicada y efímera que es la fama.
Aunque la critiquen, ella se ríe y sigue. Esa puede ser la clave de su éxito: no tomarse las cosas tan en serio en una industria que exige demasiado, sobre todo a las mujeres. De Rosalía nunca se sabe qué esperar, y eso hace que tanto haters como fans y militantes estén siempre atentos a cuál será su siguiente jugada. Con apenas tres discos divulgados, Rosalía ya ha hecho de todo: colaboraciones, flamenco, reguetón, un mambo violento, baladas, canciones tristes, canciones felices, serias, nada serias… No logramos describirla ni descifrarla del todo, por eso, nos mantiene enganchados y con los cascos puestos.