No está entre las preferencias de las nuevas generaciones, pero sí en la memoria de quienes vivieron el apogeo de la radio. Sin embargo, la radio AM no solo vive en el recuerdo, es un presente con una oferta que, aunque desconocida, es más cercana y familiar para una fiel audiencia que sí existe
Por Paulina Escobar
Publicado en Revista Mundo Diners Junio de 2014
Alejandro y doña Nancy se saludan con afecto. Ambos dicen haberse extrañado, que así se han de asomar, “a los años, como cuando usted era pobre”. Se ríen.
La conversación es tan familiar que no parece el diálogo entre un locutor y una radioescucha. Apenas se despiden suena Cariño bonito, canción de los hermanos Miño Naranjo, solicitada por doña Nancy.
Luego llaman de Carcelén, de La Magdalena, de El Beaterio. Algunas llamadas se reciben en interno y otras salen al aire, pero siempre con la misma calidez. Los oyentes piden canciones, mandan saludos y felicitaciones, conversan de su día, del clima… Alejandro también se alcanza para responder los mensajes y peticiones que recibe en su página de Facebook. Él es locutor, productor, programador y, entre las pausas publicitarias, también el señor que abre la puerta si suena el timbre. Así, el tiempo pasa volando.
En la casa, donde funciona la emisora, no hay nadie más que él en las dos horas que dura el programa Rumbo al mediodía con los cantores del pueblo. Desde afuera, la casa pasa desapercibida en un barrio del centro norte de Quito. Con suerte, quien vaya en un bus, que a horas pico se detenga en la calle, podrá divisar un rótulo, tapado por otro, que anuncia el nombre de la estación que un día fue conocida con el eslogan “la grande, grande” y que hoy se promociona como la radio del migrante, la radio El Sol.

Este ambiente de seres solitarios detrás de un micrófono es una constante en algunas radios AM de Quito. En una pequeña oficina donde funciona la radio Sensación, quien hace de telefonista, recepcionista, programador, productor y locutor es Rodrigo. Está acostumbrado. Es casi su segundo hogar. Ha organizado su tiempo de manera que durante las mañanas los oyentes empiecen la semana con música del recuerdo, continúen con boleros y rancheras hasta llegar al viernes con música más movida.
Él sabe que “la clave” en AM es la música tradicional, “la música de antes”, porque para escuchar los éxitos del momento está la FM. Mientras lo dice, suena al aire “mi mundo tú, mi casa tú, mi pensamiento, mi mejor momento…”, de Camilo Sesto, seguida de “no me importa sabeeer que no he sido el primero que tus labios besó y te dijo te quiero, de Lorenzo Santa María, ambos éxitos en las décadas del setenta y ochenta.
Con veinte años como productor en varias radios, es lógico que Rodrigo hable del pasado y que lo haga con nostalgia. Haciendo la mímica de buscar algo, cuenta que antes se programaba la música de acetatos y en el mismo instante en que la gente pedía sus canciones. Poco a poco, la llegada de los CD, la computadora y la tecnología en sí, cambiaron el panorama y la forma de hacer radio y Rodrigo no es el único que lo ha vivido.
Cambió el día a día, la programación, el corre corre… Lo que antes en la radio HCM1 era un lugar lleno de periodistas, entrevistados, locutores, productores hoy son cabinas, salas de reunión y espacios silenciosos; mientras, la programación se centra en música selecta, de compañía y en mensajes religiosos. Ya no hay políticos que lleguen presurosos para la entrevista del día ni reporteros que salgan corriendo a cubrir noticias, tampoco secretarias ni recepcionistas que reciban a alguien, porque lo normal es que ya nadie venga a la radio.
El único que prende las luces, que abre las puertas, que recibe eventuales visitas, que prende y apaga la radio es Eduardo. La estación tuvo su buen momento, asegura. Por aquí pasaron locutores y periodistas que hoy trabajan en radios FM e incluso en la TV. Sin embargo, el sonido de las puertas de madera es ahora lo único que rompe el silencio, al recorrer los pasillos de la radio. Tres estudios, uno de ellos para presentaciones en vivo, quedaron abandonados; incluso una colección infinita de casetes, discos de acetato, cintas de radio, libros y revistas, que ya envidiaría un museo.
Por este “abandono” de la radio AM, hay quienes consideran que las únicas que pueden sobrevivir son las que tienen una matriz o una radio principal en FM, como la Quito tiene a Platinium, Democracia a otra del mismo nombre y las radios tradicionales de Guayaquil como Caravana, Cristal y Atalaya. Sin publicidad, sin un buen sonido, sin inversión, se cree que el futuro de las AM quizás sea el recuerdo.
Sin embargo, también hay de los optimistas, de los que creen que algo pasará o que algo hay que hacer para que la radio AM no muera. La radio 1490 AM, La Poderosa, se caracteriza por sus segmentos, popular, deportivo y noticioso, por ejemplo; pero por la audiencia que captan, Jorge Viteri, quien se define como programador de medios, está seguro de que la radio tiene futuro para largo.
Hay que renovarse, dice al hablar de propuestas. No se trata solo de poner música, se pueden diseñar programas de servicios “para la gente que nos escucha” en el campo, en los barrios, en los hogares y en negocios de pequeños comerciantes. Piensa entonces que tendrían una buena acogida el seguimiento al trabajo y partidos de los equipos barriales de fútbol, así como la cobertura de fiestas parroquiales de Pichincha y de otras provincias del país. “Para eso tenemos a mano la tecnología y la capacidad de gestión”. Claro que también reconoce que el sonido en AM no es tan nítido como lo es en FM y que sigue siendo una limitante, pero confía en que es posible mejorarlo.
Mientras tanto, él piensa cómo llegar mejor al segmento de los campesinos, cuya sintonía es clave, entre las 04:00 y 06:00; así como al de los migrantes ecuatorianos que viven en España y Estados Unidos, y que sintonizan la radio por Internet.
Música nacional, música chichera y fútbol
Parece que esa es la receta o por lo menos un estereotipo cuando se piensa en la programación de la radio AM. Pero no hay que confundirse. Hay programas que se especializan en los géneros ecuatorianos como pasillos, sanjuanitos, pasacalles, entre otros, en los que Julio Jaramillo es el ícono en estaciones como radio Cristal, El Sol, Municipal, que dedican espacios únicos para uno de los cantantes ecuatorianos más recordado.
En cambio, otros priorizan la música popular, interpretada por artistas nacionales, que no es lo mismo; o sea, la “música chichera”, lo dice sin rodeos Daniel Tipantaxi, a quien también se lo conoce como Mr. Tanner, la voz oficial de radio Monumental. En su programa de la mañana La magia musical, se escucha “en vida que me quisieras, en vida que me quisieras…” de Gerardo Morán, las trompetas características de la banda 24 de Mayo, pero también a Los Kapone, con su éxito “farra, me gusta la farra, vamos a pedirle al DJ que prenda la farra…”. Después de cada bloque de canciones, interrumpe el recuento de su experiencia en radio, para volver a la cabina, programar más éxitos, responder llamadas en vivo y modular la voz como un característico locutor de radio. Entonces, habla con más seguridad, conversa con niños y amas de casa, envía “las mejores vibras para toda esa gente linda” que lo escucha en Tumbaco, en Lloa, en los valles, en Pomasqui…
Daniel se enorgullece cuando habla de los concursos que ha ganado como DJ y mientras me cuenta sobre su experiencia en radios FM y AM, como productor y programador, al aire se escucha la publicidad de esos remedios que mágicamente curan desde la artritis, el reumatismo, la gota, hasta el estrés y la depresión. Pero, en seguida, la voz en off: “Monumental, chicherííísima”, anticipa el regreso de Daniel al micrófono. Ahora ya no habla pausado. Instalado en la cabina, conversa animadamente, manda “saluditos”, anuncia la hora, hace chistes, sonríe, presenta música variada “como en botica”… es Mr. Tanner.
Ahora, si hablamos de periodismo deportivo, en la radio AM también hay otros jóvenes que han ido reemplazando a tradicionales locutores, aunque algunos bajo el mismo formato de hablar dos y hasta tres horas solo de fútbol. Quizás esto se entienda porque el segmento deportivo o de fútbol es el más sintonizado en radios como Nueva Emisora Central, Positiva, Tarqui, Caravana, Quito, Jesús del Gran Poder, RTU, Sucre, La Poderosa y Marañón, de un total de 35 radios AM de Quito, evaluadas en periódicos estudios de mercado.
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En radio Marañón son cuatro y a veces cinco jóvenes los que se encargan del segmento deportivo. Leen la prensa, comentan, informan, revisan los perfiles de redes sociales y así transcurren las mañanas de La hora deportiva, tu equipo, tu jugada y tu gol, que se transmite de lunes a jueves, de 11: 30 a 12:30, los viernes, de 10:30 a 12:30 y los sábados de 08:00 a 10:00. Andrés González, uno de los conductores del programa, comenta que los chicos hacen un esfuerzo por marcar la diferencia con otros programas de deportes. ¿Cómo?, tratando de incluir otras disciplinas deportivas, incluso aquellas que practican personas con discapacidad. Ellos hacen su programa en un estudio habilitado para salir al aire, adonde se llega después de subir al segundo piso. Atrás quedan amplias y vacías habitaciones, ruidosos pisos de madera, pasamanos, tumbados y paredes, que revelan la antigüedad de una característica casa del Centro Histórico.
La fidelidad a la radio AM
La alta fidelidad es a la radio FM si se trata del sonido. Pero, si de verdadera fidelidad se trata, es la radio AM de la que hay que hablar.
La radio llegó a Quito alrededor de los años treinta; desde entonces, se evocan tres: los mensajes religiosos que por megáfono emitía radio HCJB y que poco a poco se trasladaron a las ondas radiales; la adaptación que hizo radio Quito de la novela La guerra de los mundos de George Wells, en 1949, cuya dramatización causó conmoción y provocó el incendio de la radio y de diario El Comercio. Y, el tercero: la magia de las radionovelas, que se extendió con la llegada de los años sesenta. Los tres momentos ocurrieron en la radio AM.
Hoy, es en zapaterías y peluquerías tradicionales, en los puestos del mercado, en las sastrerías y carpinterías que se resisten a desaparecer, donde se pueden encontrar a fieles seguidores de la radio AM.
Fue precisamente conversando con taxistas y con la gente del mercado cuando Ricardo Romero encontró a su audiencia poco antes de hacerse cargo de la radio Cristal en Quito, en 1982. Tres años después, asumió la conducción del programa Desayúnese con las noticias, creado hace 55 años por su padre, el radiodifusor guayaquileño Armando Romero Rodas (+).
La idea de visitar a sus oyentes —cuenta— fue identificar sus gustos, sus preferencias para adaptar en la capital “un toque serrano” a la programación de la tradicional radio guayaquileña. No le fue mal. La audiencia le reconoce por mantener espacios como Domingos con la familia cristalina, que se transmite en vivo desde hace más de 30 años.
Pero, si de entretenimiento se trata, es este uno de los roles que, además de la información y la compañía, sigue cumpliendo la radio. La periodista Mariana Velasco está convencida que revivir el radioteatro sería una opción; lo ideal —dice— sería lograr alianzas entre artistas y empresas para proyectos sostenibles en lo económico y en el tiempo.
La instantaneidad es, sin duda, otra ventaja de la radio. Mariana cita otras dos para la radio AM: ser “una radio hablada” frente a la FM que es “más musical”, y el anonimato.
Pasión, historia y emoción
Frente a los costos que representa mantener una estación, es indudable que a quienes hoy hacen radio les mueve la pasión. Es el mediodía de un jueves y Manuel Espinosa Apolo, Isabel Ruiz y Carmen Llerena están listos para transmitir el programa Huellas de la Memoria, de radio Municipal. En los controles está atento al mínimo movimiento José Mosquera, operador.
Como estudioso de la historia, Manuel dialoga con su invitado Diego Velasco, sobre el Quito de antes. Por la forma en que se cuenta la historia, es fácil seguir el hilo de la conversación. Sin embargo, detrás del vidrio que separa la cabina y el panel de controles, el tiempo parece pasar más rápido. Carmen mira insistente el reloj, hay radioescuchas que llaman para participar con preguntas, saludos y felicitaciones. Minutos después de terminado el programa, Isabel me comentaría que, a esta interacción en vivo, se suma la de oyentes que siguen el programa desde otras ciudades del país e incluso desde otros países, como Chile y Argentina y que se comunican por Facebook o descargan los podcast de los programas.
Aunque la AM podría ser una limitante, porque las audiencias están hoy más ávidas de la instantaneidad, del sonido estridente y las novedades electrónicas, aún hay programas que nos devuelven lo mejor de la radio y oyentes que confían en que la AM todavía tiene vida. Tal vez nos hace falta recuperar la curiosidad del niño para buscar en el dial y encontrarnos con programas como los que hacen Manuel, Isabel y Carmen.
Los tres no solo comparten un espacio en la radio. Al escucharlos, es evidente que también comparten el compromiso de rescatar la identidad nacional y, además, la esperanza de ver renacer a la radio AM. Quizás se necesita renovar, quizás rescatar aquello que se olvidó. Por ahora, cuando en Quito la vida continúa, Manuel, Isabel y Carmen deben definir el tema y los invitados para el próximo programa… ¡Hasta pronto!
- La Hora Sabrosa, de radio Tarqui; Leyendas y Tradiciones Ecuatorianas, de radio Quito, y Conozca el Ecuador, de HCJB son algunos programas que popularizó la radio AM en los sesenta y ochenta. La interpretación de música nacional a cargo de Carlota Jaramillo, Julio Jaramillo, el dúo Benítez y Valencia, las hermanas Mendoza Suasti… también inspiraron innumerables programas en radio Nacional Espejo, El Sol, Atahualpa, Sideral, Marañón, Municipal…
- Los hermanos Vargas Acosta, Édgar Yánez Villalobos, Wilson Robalino, Eduardo Mocho Cevallos, Carlos Efraín Machado y Alfonso Lasso Bermeo, conocido con el seudónimo de Pancho Moreno, son nombres que no pueden pasar desapercibidos para los oyentes de las noticias o del fútbol en AM. Con 40 años en radio Tarqui, Robalino es una de las voces que aún continúa tras el micrófono, de lunes a viernes con su característica lectura de noticias desde las 06:00.
- Con la disminución de inversiones y de publicidad en AM, los noticieros fueron los primeros segmentos en desaparecer. Las radios Colón, Caravana, HCM1, Libertad que tenían dos y hasta tres noticieros diarios, eliminaron los segmentos, reemplazándolos por espacios de música o deportes. Pese a ello, Mónica Montiel, gerente de Caravana en Quito, confía en que la radio AM no morirá, por la calidad de su audiencia y por la esperada llegada de la digitalización para esta frecuencia.
- Aunque no son muchas, sí existen radios como Irfeyal que tienen la suerte de ofrecer una programación variada: noticias, orientación médica, servicios sociales con ofertas de trabajo, música del recuerdo, información positiva del Ecuador (identidad y producción cultural), aunque su fuerte es la oferta educativa para personas con escolaridad inconclusa. Periodistas como Miriam Félix, Antonio Sarango y Manuel Román cumplen con puntualidad cada programa, en medio de un ambiente de familiaridad y entusiasmo que se respira en vivo y detrás del transmisor.