Quito Zoo, otra oportunidad para los animales

Texto y fotos: Xavier Gómez Muñoz.

Edición 459 – agosto 2020.

Leona tomando sol.

El zoológico de Quito no está en Quito, sino en Guayllabamba, a unos 45 minutos de la capital, y hoy, viernes 12 de junio, continúa cerrado por las medidas de aislamiento que empezaron a mediados de marzo, luego de que se detectaron los primeros casos de coronavirus en el Ecuador.

Es un día cálido. Huele a tierra, a monte, y sin turistas en el camino se escucha el sonido del viento y las hojas cuando se agitan. Hay paz. El director, Martín Bustamante, sale a darme la bienvenida. Es un privilegio visitar el Quito Zoo en estas condiciones, coincidimos. Solamente que hay un problema: este lugar se financia casi en su totalidad con el dinero de la venta de boletos, rubro que significa “cerca del 88 % de los ingresos del zoológico”, dice Martín. Una vez iniciada la cuarentena ha logrado seguir adelante gracias a “campañas de solidaridad, donaciones y los ahorros que le dejó el feriado de Carnaval”.

Estamos sentados en una de las bancas que hay en la entrada, guardando la distancia que corresponde. Martín usa un chaleco tipo safari y una mascarilla con la cara de un puma. Apenas empezamos a conversar, recibe una llamada que le alegra el día. Pablo, uno de los colaboradores que trabajaba en la nueva señalética del zoológico, con círculos en el piso que marcan la distancia segura entre visitantes y flechas que dirigen el flujo durante los recorridos, tenía síntomas de coronavirus, se hizo los exámenes y dio negativo. Esa noticia evita la activación de un cerco epidemiológico, y es importante porque en estos días el zoológico espera la aprobación de un nuevo protocolo de seguridad y el permiso de las autoridades para abrir. Martín cuenta esa novedad a los zoocuidadores, a la gente de nutrición, veterinaria, mantenimiento y jardines, y a todos con quienes nos cruzamos durante el día.

En el zoológico de Quito, aun sin visitantes, trabajan 52 personas. Cuesta entre 96 mil y 108 mil dólares mensuales mantenerlo, hace números el director. De ese dinero, dice, menos del 20 % se destina a la alimentación y limpieza de las áreas que ocupan los animales. Mantener un zoológico no es barato. Sin embargo, en este “la mayor cantidad de recursos se invierte en la investigación (de fauna nativa, a través de las especies que el zoológico tiene a su cuidado), educación (uno de sus objetivos es sensibilizar a la población) y en conservación y rescate”.

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