Productos orgánicos, un reto en el Ecuador

El Ecuador es uno de los países con más alta tasa de emprendimientos del mundo. En esa marea de comercios que ofrecen artículos y servicios variados sobresalen los negocios que se dedican en exclusiva a la venta de productos orgánicos y naturales, elaborados localmente y de manera responsable con el ambiente, con lo cual contribuyen, además, a crear conciencia en el consumidor ecuatoriano.

La Molienda

Paula Molina Molina (Guayaquil)

La familia materna de Paula se dedica a la agricultura desde hace setenta años, ya que su abuelo labró por primera vez la tierra siendo todavía adolescente. Al principio cultivó cacao, pero el banano fue el producto que terminó por conquistarlo. Siguiendo esa tradición, establecieron en 2001 una empresa familiar para exportar esta fruta y, gracias a la visión de su tía, Mercedes Molina, escogieron producir y comercializar banano orgánico para ser ecoamigables.

Esta, sin embargo, no fue la primera lección que Paula aprendió sobre el cuidado del medioambiente y la bondad que la tierra tiene para ofrecer. “A mi abuela siempre le gustaron los alimentos naturales, las plantas, los jugos verdes y, por eso, mi madre nos educó comiendo lo más natural posible. De ahí que siempre he estado ligada a la alimentación consciente y natural, comprando en ferias y mercados”, cuenta esta guayaquileña de 43 años, quien lleva las comunicaciones de la compañía familiar, pero que, además, en 2017 cumplió su sueño de abrir su propio mercado de productos orgánicos: La Molienda Organic Market.

Graduada de la carrera de Comunicación en la Universidad San Francisco de Quito, esta emprendedora cree que negocios como el suyo colaboran con el planeta y forman mejores consumidores, conscientes de toda la cadena de valor detrás de la elaboración de un producto y su huella en el planeta: “Primero, el vender productos en pequeña escala y no industrializados ya es un plus porque hay menos impacto ambiental, menos contaminación de las fuentes de agua; si bien es cierto que muchos tienen empaques plásticos, estos se utilizan para mantenerlos frescos sin tener que añadir químicos o preservantes. Además, conocer qué hay detrás de cada marca, la persona que lo hace, qué la incentivó para crear ese producto, es muy interesante”.

Desde 2008 le rondaba la idea tomando como inspiración las tiendas naturistas de Argentina. Antes de poder cristalizar el proyecto, ganó experiencia repartiendo a domicilio las frutas y verduras orgánicas que producía la finca familiar El Retiro. Poco a poco pudo conocer marcas orgánicas y naturales que hoy son parte de la oferta de La Molienda, y que van desde productos agrícolas hasta dulces, galletas, helados, bebidas, cosméticos, artículos de limpieza y de aseo personal, entre otros.

Estableció su emprendimiento junto a sus primas, Valeria y Paulina Molina, en el garaje de la antigua casa de sus abuelos en Urdesa. Casi dos años más tarde, sus socias llevaron la tienda a Samborondón. “Lo lindo y curioso, sobre todo tratándose de Guayaquil, es que ninguno de los dos locales queda en un centro comercial. Además, utilizan material reciclado para hacer los muebles y objetos decorativos”, remarca. “Contamos con venta a granel para que los clientes compren la cantidad justa que desean y así tampoco se utilizan empaques innecesarios ni hay desperdicio”.

Paula reconoce que no fue nada fácil empezar con un mercado de productos orgánicos en un medio como el guayaquileño, poco familiarizado con negocios de estas características. Su mayor apoyo fueron las redes sociales, que ayudaron a incrementar su portafolio de productos: empezaron con cincuenta marcas y ahora ofrecen más de 150 en Urdesa y más de doscientas en Samborondón.

Para este año el objetivo es incorporar más marcas, abrir sucursales en Quito y Olón, organizar eventos culturales y, por supuesto, seguir creando conciencia en los consumidores. “Al hacer una compra hay que pensar primero en la salud de la persona y su familia. Y, segundo, que lo que se consuma sea local, pues esto beneficia al emprendedor que hace los productos (la mayoría son mujeres), al agricultor con comercio justo y al medioambiente”, concluye.

Te Quiero Verde

Andrea Palacios Hidalgo(Quito)

Andrea está tan comprometida con la causa ambiental que, luego de culminar sus estudios de Ingeniería Comercial con mención en Productividad y Calidad en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), realizó una maestría en Negocios Avanzados con Enfoque en Sostenibilidad en la Universidad de Queensland, Australia.

Con esa preparación retornó al país y, en 2017, abrió Te Quiero Verde, que ella define como “un supermercado ecológico al peso”. Lo cierto es que el concepto va mucho más allá, puesto que este emprendimiento observa toda la cadena de valor y producción para que los productos que ofrece sean respetuosos con el planeta, desde la fase de cultivo hasta la del empaquetado.

“Trabajamos de cerca con cada productor, aportamos en mejoras e innovación sostenible para sus propuestas y recorremos los distintos rincones del país buscando los mejores productos disponibles. Seguimos los principios de comercio justo, mínimo empaque y artículos libres de crueldad animal”, dice Andrea, de 35 años.

Esta emprendedora quiteña dio forma a su negocio a partir de su necesidad personal de conseguir productos variados al granel y con envoltorios ecoamigables, y contribuir así al ambiente y a los productores locales. Además, buscó incorporar el concepto de Slow Shop “en el que se pueda realizar una compra con tranquilidad, charlar con el tendero y aprender más sobre el comercio justo, la manufactura responsable, los productos naturales, libres de crueldad animal y con empaques biodegradables”. Otro concepto que maneja es el de desperdicio cero (zero waste).

¿Por qué el énfasis en estas tendencias verdes? “Porque tener una sociedad con consumidores más conscientes haría todo un cambio en el sistema como lo conocemos. Este estilo de vida promueve la compra de nuevos productos más sostenibles y el aprender a vivir con menos. Busca eliminar una manera de consumo contaminante que no solo perjudica al medioambiente sino a nuestra propia supervivencia”.

Te Quiero Verde abrió su primer local en octubre de 2017, un segundo establecimiento en 2019 y su tienda virtual en 2021. “Comenzamos con 56 productos alimenticios como propuesta inicial en la tienda de La Floresta. Hoy contamos con dos tiendas físicas más, una online con más de mil referencias entre alimentos, cosmética natural, productos de limpieza del hogar y muchos otros alineados al estilo de vida zero waste y sostenible. Se puede hacer refill (reposición) en más de quinientas opciones de productos y, si la persona lleva su propio envase, recibe 5 % de descuento cada vez que lo haga”, explica.

Andrea afirma que la pandemia golpeó fuertemente sus ventas en los últimos meses, pero que han alcanzado ya 70 % de los niveles de venta previos a la emergencia sanitaria, gracias en parte a que se enfocaron principalmente en el e-commerce: “Esta situación nos hizo dinamizar nuestro negocio y generar habilidades para adaptarnos al cambio rápidamente a través de nuestra página virtual. Hemos dado mucha fuerza a nuestros canales digitales, y reforzado también nuestros protocolos de atención y bioseguridad en las tiendas físicas”.

Además de hacer posible la compra desde un gramo hasta la cantidad que se desee de cualquier producto, Te Quiero Verde también brinda talleres para difundir un estilo de vida consciente. “Actualmente incursionamos asimismo en la asesoría a emprendimientos similares para ampliar su impacto”, cuenta. Este negocio consta en el ranking de los mejores emprendimientos de los Premios Latinoamérica Verde en residuos sólidos y economía circular, y cuenta este año con el apoyo de la embajada de Estados Unidos para facilitar la adopción de mejores prácticas de producción y comercio en el país. Uno de sus proyectos en análisis es el de adjudicar franquicias.

La María Orgánica

Luis y Moisés Viteri Rivera (Guayaquil)

Estos hermanos nacidos en Quito, pero que residen en Guayaquil, apostaron por este rubro de negocio pese a estar conscientes de que el comercio de productos orgánicos es un reto constante en el Ecuador. “Hablamos de un nicho de mercado pequeño en el país, pero muy diverso y competitivo. El aprendizaje es continuo, y los consumidores tienen un estándar de calidad y una expectativa tal vez un poco más alta de lo habitual”, explica Luis.

Este diseñador gráfico, de 36 años, es el director creativo de La María Orgánica, un mercado de productos naturales y orgánicos que estableció en 2017 junto a su hermano Moisés, de 38, experto en ciencias empresariales y encargado de las áreas de ventas, contabilidad y operaciones del emprendimiento.

Ambos dividen sus funciones y su tiempo para atender también a los clientes de su tienda ubicada en Urdesa, un proyecto que nació de la pasión que Luis tuvo desde niño por cultivar y cosechar sus propias frutas y vegetales. “Con el tiempo me cuestioné de dónde provenían todos mis alimentos y fue entonces que tuve la oportunidad de ser coordinador de la Feria Bona Terra (mercado de venta de productos agrícolas y naturales que se realiza en el colegio Balandra-Cruz del Sur). Esa experiencia terminó en lo que sería nuestro emprendimiento junto a Moisés”, asegura.

En sus inicios ofrecían únicamente frutas y vegetales orgánicos, pero con el tiempo fueron incorporando productos con valor agregado, abriendo así una puerta para los pequeños emprendedores, eso sí, observando siempre que manejen buenas prácticas: “En el mercado orgánico es importante trabajar con marcas cuyos productos tengan empaques reciclables o reutilizables, con porcentaje bajo de desperdicio.

Como tienda brindamos la opción de que los clientes accedan a la compra al granel o por peso, ya que pueden traer sus propios envases para los alimentos y hasta el champú. De igual manera cuentan con sus propias bolsas reutilizables. Y en casos particulares entregamos las compras en fundas de papel y/o plástico biodegradable”.

En La María Orgánica es posible encontrar bebidas saludables, artículos para el cuidado personal y de belleza libres de fragancias o sustancias perjudiciales para la salud, entre un sinfín de opciones. Para Luis este tipo de emprendimientos “suman al planeta al tener menos impacto ambiental desde las fincas hasta las perchas, con la generación mínima o nula de desechos, y promoviendo el respeto y el cuidado de la naturaleza, así como la optimización de los recursos naturales. Promueven asimismo un estilo de vida digno y saludable para nuestros agricultores y campesinos. Así que nos enorgullece ser un canal de salud para quienes buscan mejorar su calidad y estilo de vida”.

Si bien los hermanos afirman que ahora existe más competencia de mercados orgánicos en el país, todavía falta lograr un cambio de mentalidad en el comprador. “Aún percibimos que el incremento de consumidores ha sido lento. La mayoría de ellos busca productos orgánicos por necesidades de salud más que por una opción voluntaria para mejorar su bienestar general. A la tienda acuden personas celíacas, diabéticas, entre otras. Todavía falta crear más conciencia en el público ecuatoriano”, acota Moisés.

En teoría, la aparición de cada vez más mercados de esta clase debería tener un efecto dominó en los emprendedores dedicados a la elaboración y cultivo de productos orgánicos. Pero hay un factor clave que frena su avance y que debería cambiar, de acuerdo con Luis: “Hoy hay más tiendas orgánicas en diferentes ciudades del Ecuador, y esto es directamente proporcional al número de emprendedores que decide crear nuevos productos naturales u orgánicos.

Sin embargo, vemos que no todos pueden actuar. Existe un ente regulador que se encarga de controlar los parámetros que deben cumplir las marcas para que sus productos puedan ser exhibidos en la percha de cualquier tienda, sea orgánica o convencional. Y el problema es que estas regularizaciones o parámetros de cumplimiento son impuestos de forma general tanto a emprendedores como a empresas multinacionales, cuando claramente un emprendimiento no tiene los mismos recursos y organización que tiene una empresa grande ya constituida”.

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