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Diners 466 – Marzo 2021.
Fotos: Shutterstock y Cortesía
Cada vez son más los nuevos emprendimientos que surgen en el Ecuador con el objetivo de dar soluciones alternativas a los materiales convencionales y buscar productos amigables y respetuosos con el medioambiente.
Imaginen vivir en una hermosa casa construida con bambú desde la que se pueda escuchar el canto de los pájaros al despertar, que anidan cerca de un río de agua cristalina, libre de contaminantes y sin desperdicios humanos en sus alrededores. En el baño utilizamos jabones orgánicos y nos lavamos los dientes con un cepillo de bambú. El jugo del desayuno llevaría sorbetes fabricados con pepa de aguacate y la vajilla del almuerzo sería… ¡comestible!, a base de salvado de trigo.
Lograr que la huella ecológica refleje el menor impacto posible de nuestras actividades en el medioambiente es complicado y en el Ecuador todavía estamos muy lejos de conseguirlo. Pero al menos una cosa sí está clara: para alcanzar este lugar idílico hay un elemento que está sobrando en nuestras vidas y que utilizamos en exceso, el plástico, uno de los mayores enemigos de la sostenibilidad del planeta.
Una funda plástica, fabricada con polietileno de baja densidad, necesita alrededor de 150 años para descomponerse totalmente, mientras que las botellas de plástico pueden tardar en degradarse hasta mil años, cuando permanecen enterradas, según la Fundación Aquae, que nació en 2013 con la voluntad de convertirse en un centro de referencia en el impulso de la educación y apoyo a la sostenibilidad. Por último, los vasos y platos de plástico permanecen hasta cincuenta años.
Con el objetivo de reemplazar el plástico de un solo uso, puesto que sería muy complicado hacerlo en todas sus presentaciones, Empaque Verde ha introducido en el mercado ecuatoriano más de dos millones de utensilios desechables a base de bagazo de caña. Estos productos se degradan naturalmente y se convierten en abono tras ser desechados y pasar el proceso de compostaje.
Empaque verde tiene vajillas, cubiertos hechos con fibras naturales, sorbetes ecológicos y vasos de cartón amigables con el medioambiente. Proceden de la naturaleza, se manufacturan con materias primas renovables, son compostables y se degradan al 100 % en un plazo de entre 90 y 120 días en condiciones de compostaje. No solo reducen los desperdicios, sino que regresan a la naturaleza en forma de abono. Tampoco contaminan y reducen las emisiones de CO2.
Volvamos de nuevo a nuestro lugar soñado. ¿Cómo podría ser nuestra vivienda? Tendríamos que recurrir a recursos renovables, amigables con el medioambiente y ecológicos. El bambú tiene todas esas características y, además, posee una gran resistencia para soportar grandes pesos, tanto, que lo llaman “acero vegetal”. Hugo Iza, responsable de Bambú y Guadua Construcciones, explica que en su empresa “se realizan estructuras en bambú, pérgolas, cabañas, chozas, gacebos, muebles, casas, artesanías, etc.”. Se trata de un recurso renovable, por lo que “puede reemplazar perfectamente al hierro o la madera y, de esta forma, cuidar nuestro ecosistema”, argumenta.
Los materiales habituales de construcción como el acero, el hormigón, ciertos tipos de pinturas y barnices, elementos de gas radón, uranio, plomo o mercurio, contaminan el entorno y pueden llegar a causar enfermedades, debido al elevado consumo de energía y materias primas que se asocian a sus procesos de obtención, producción, tratamiento, transporte e instalación.
Bambú y Guadua Construcciones ya lleva funcionando cinco años y está ubicada en Alangasí (Pichincha). Hugo Iza explica que obtienen sus materiales en el cantón Pedro Vicente Maldonado, al noroeste de esta misma provincia. Aunque “la resistencia del bambú es su principal ventaja”, reitera Iza, también es importante destacar su fácil uso, su flexibilidad” y su perdurabilidad, pues “con los debidos tratamientos dura muchos años”. No solo eso… ¡además, es antisísmico!, precisamente por su cualidad de ser muy flexible.
Este tipo de obras, generalmente, “tienen mucha más demanda en la zona Costa del país, en el Oriente y en lugares como Mindo o Manabí”, señala Hugo Iza, que a su vez comenta que aplican “técnicas artesanales de construcción”. En su opinión, el Ecuador se podría poner al nivel de otros países respecto a este tipo de soluciones constructivas respetuosas con el medioambiente, pero, para ello, “hace falta el apoyo del Gobierno para fomentar leyes que incentiven el uso de estos recursos, especialmente con capacitaciones y cursos en colegios y universidades”.
Bien, ya tenemos un hogar amigable con el medioambiente. Pero eso no lo es todo, porque en nuestra vida diaria dentro de casa producimos una cantidad desmesurada de desechos. Cada ecuatoriano genera al día 0,86 kg de basura, una cifra que puede parecer mínima pero que al multiplicarla por la población del país representa millones de desperdicios. En concreto, los ecuatorianos botaron 12 337 toneladas en el año 2017, lo que representa un total de 342 tractocamiones llenos, según la publicación Plan V.
Izq: Biodegradables Ecuador. Der.: Bambú y Guadua Construcciones.
El único problema no reside en estas grandes cantidades de basura, sino también en lo métodos para manejarla, pues casi todo se entierra, con el consiguiente impacto para el medioambiente. Según cifras del INEC, prácticamente la totalidad, 96 % de la basura, se entierra, y solo se recicla el 4 % restante. Más de la mitad de la parte que se entierra, un 66,5 %, es orgánico y el 33,5 % corresponde a desechos inorgánicos que, clasificados correctamente, se podrían reciclar en su mayoría.
Actos cotidianos como poner la lavadora o ducharse tienen un gran impacto en el planeta porque contaminan grandes cantidades de un recurso no renovable en el planeta: el agua. Según el blog de vida saludable Greenvita, utilizan fosfatos, fosfonatos o percarboxilatos, sustancias que fertilizan las algas y hacen que se reproduzcan de forma masiva, lo que agota el oxígeno del agua, que deja de estar disponible para la fauna acuática (microbios y peces).
Algunos detergentes para la ropa también contienen blanqueadores a partir del cloro, que su vez genera sustancias organocloradas como dioxinas y furanos, que pueden afectar al sistema inmunitario e interferir con hormonas y de ese modo causar cáncer, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por último, no hay que olvidar el envasado de este tipo de productos, ya sean para la limpieza del hogar o para la higiene corporal, pues en todos los casos se venden en presentaciones con distintos tipos de plásticos que no se pueden separar y que, por tanto, no se podrán reciclar.
¿Cómo sustituir los detergentes? En el Ecuador ya es posible utilizar un sistema de lavado que desde hace años se está empleando en otros países. Se trata de la ecobola ecológica, un producto que distribuye la empresa Ekobe. Para resumir, una ecobola dura mil lavados, no produce residuos dañinos para el ecosistema marino ni polución para nuestras fuentes, por lo que puede saltarse el ciclo de enjuague y de esta forma ahorrar litros de agua en cada carga de lavado.
En cuanto a la higiene personal, son muchas las opciones. Bamboosmile, por ejemplo, es la marca de un emprendimiento guayaquileño de cepillos de dientes elaborados con bambú. Son biodegradables y sus fibras son antibacteriales y antisépticas naturales, mientras que las cerdas de carbón vegetal son suaves, resistentes y no laceran las encías.
Florecer Cosmética Natural es otra iniciativa que ha surgido en la parroquia Roberto Astudillo de Milagro, donde Marla Gavilanez ha creado su negocio de cosmética natural artesanal, en el que ella se encarga de todos los pasos, desde la formulación, sin parabenos ni conservantes, hasta el envasado y etiquetado.
Marla Gavilanez, estudiante de Enfermería de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, se ha capacitado en técnicas de cosmética natural no solo en el Ecuador, sino también en otros países mediante cursos online. El principio de su proyecto es que sea para brindar productos orgánicos y sustentables.
Hay muchas más opciones para encontrar productos naturales en todo el país. Uwy Cosmética Ancestral, ubicado en Quito, es un emprendimiento de Claudia Rivera, que ofrece una línea con una veintena de productos para el cuidado facial, capilar y corporal. Todos son biodegradables.
Por último, si quiere tomarse un almuerzo con una vajilla respetuosa con el medioambiente, tenga en cuenta que hay posibilidades de comerse los platos sin ningún cargo de conciencia ambiental. Biodegradables Ecuador brinda una amplia gama en la que se pueden encontrar cubiertos y mezcladores de almidón de maíz, sorbetes de pepa de aguacate, platos de salvado de trigo y otras opciones comestibles.
La verdadera transformación pasa por reducir el número de productos; por ejemplo, en lugar de cinco vasos, utilizar uno y reutilizar más.
Daniel Sánchez es el creador de este proyecto que arrancó en 2018, con la idea de denominarse Kutiy Allpa, que en kichwa significa “regresar a la tierra”. Más tarde este nombre se cambió por Biodegradables Ecuador, aunque manteniendo la vocación del negocio, que es la de dar opciones a los consumidores para satisfacer sus necesidades, pero respetando el medioambiente.
“Decidí crear esta empresa porque hace unos años realicé un viaje en moto alrededor del mundo y me impactó la contaminación que observé en ríos, de color oscuro y densidad anormal a la que le corresponde. Al regresar pensé en hacer algo para dar un paso y comenzar con un cambio necesario”, explica Daniel Sánchez y señala que “el plástico no es el único problema, sino la forma en la que lo consumimos”.
“Europa es el continente más adelantando en este tema y desde 2009 ya cuenta con leyes que nosotros podríamos utilizar como referencia hasta tener las nuestras propias. El Ecuador todavía está muy verde y con un camino poco claro para generar cambios”, afirma Sánchez.
Sin embargo, liberarse del plástico no es pan comido. “Genera un movimiento económico muy fuerte, pues hay muchas grandes empresas a las que no les conviene. Por eso, “tenemos que apoyarnos en la legislación”, dice Sánchez y opina que “la nueva ley que se acaba de aprobar deja una ventana abierta para que sigan produciendo plásticos”, pues promueve la eliminación de ciertos tipos de plástico, pero permite otros.
Debido al pequeño mercado, nuestros productos son importados (polacos, españoles, mexicanos, indios, chinos, chilenos, colombianos…) porque se consumen muy poco. Aun así, siempre estamos lanzando novedades y en el primer trimestre de 2021 vamos a traer envases para detergentes, asegura este emprendedor.
La pandemia ayudó a concienciar, pero fue mínimo. “Las personas todavía no entienden que no se trata solo de sustituir un producto de plástico por otro fabricado con un material distinto. La verdadera transformación pasa por reducir el número de productos, por ejemplo, en lugar de cinco vasos, utilizar uno y reutilizar más”, señala Daniel Sánchez.
El planeta ya no aguanta más. ¿Será que tomamos conciencia?