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Veganismo en las uñas

Fotografía: Shutterstock.

Pintarse las uñas es cada vez más natural: sin químicos ni testeos en animales.

La industria de la belleza se aferra a proporcionar productos libres de toxicidad y amigables con el medioambiente. En ese sentido, los esmaltes de uña reciben un soplo renovado con alternativas de origen natural.

La demanda y la oferta apuntan a productos orgánicos de ingredientes naturales que no contienen químicos sintéticos como parabenos, ftalatos, petroquímicos y sales de aluminio.

“Los cosméticos veganos, naturales y orgánicos están ganando terreno entre un creciente número de consumidores”, afirma la empresa de investigación Grand View Research, al vaticinar que el mercado global alcanzará 26 000 millones de dólares en 2030. Los cosméticos veganos no incluyen ingredientes ni derivados de origen animal como cera de abeja, lanolina y colágeno, mientras que la certificación cruelty-free implica que no ha sido testado en animales.

Vale aclarar que la primera condición no implica automáticamente que se cumpla la segunda. “Un cosmético 100 % ético debe asegurar que sea vegano y cruelty-free a la vez”, explica el blog.

En cuanto al nivel de componentes nocivos se usa una escala numérica en la etiqueta Free que implica que mientras mayor es el número que aparece, menor es la toxicidad del producto.

Por ejemplo, los esmaltes Good Kind Pure, de la marca de belleza estadounidense Sally Hansen, son “100 % veganos”, están hechos a base de plantas y llevan el sello de 16-Free. A su vez la fórmula de Nature Strong, de OPI (división de la compañía Wella), no contiene formaldehído, está catalogada de vegana y 9-Free, y la componen ingredientes vegetales y minerales como caña de azúcar, trigo y maíz.

Otros dos casos son los que cita Grand View Research: uno es la colección Halo Gel Polish de la firma británica Pure Nails de tipo vegano y libre de crueldad animal, mientras Hermès lanzó una nueva línea a base de gel que contiene pigmentos ultrafinos de origen biológico.

Pintaúnñas veganos.

Un poco de historia

Pintarse las uñas es una vieja práctica femenina que, a lo largo de los siglos, ha tenido diferentes matices como símbolo de vanidad, poder y estatus social, y en ciertas culturas alcanzó ribetes artísticos. De los orígenes suele citarse el año 3000 a. C. en China, donde se elaboraba una mezcla de goma arábiga, claras de huevo, gelatina y cera de abeja, mientras en India, en el año 5000 a. C, se usaba henna. Los antiguos romanos y egipcios también recubrían sus uñas de color.

Las antiguas dinastías chinas prestaban gran atención a las manos femeninas. Las mujeres de la corte imperial cubrían sus dedos con vainas artísticas muy largas. Durante la dinastía Qing, por ejemplo, se confeccionaban con oro, plata, jade, carey, perla y cobre dorado, precisa el diario chino People’s Daily.

La laca coloreada de nitrocelulosa, tolueno y otras sustancias surgió a inicios del siglo XX. El verdadero boom comercial llegó en 1932 con el pintaúñas espeso y suave de la compañía Revlon.

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