Pilar Flores: Yoga y arte

Por Lenin Oña ///

Fotografías cortesía de Pilar Flores ///

“A lo largo de mi vida y de mi producción artística he llegado a constatar que la ejecución de mi obra ha implicado seguir un camino interior”, escribe Pilar Flores en el catálogo de su exposición antológica Alientos, presentada en el Centro de Arte Contemporáneo (Quito) con ocasión de los 35 años de actividad de la artista. Ese camino interior lo comenzó a recorrer y a desandar muy temprano, cuando solo había cumplido los dieciséis, y ha sido la práctica del yoga la que le ha provisto de las claves indispensables para afrontar los desafíos propios de la constante incertidumbre que entraña la creación. Y la ruta ha sido fecunda en realizaciones cargadas de silencio y teñidas de meditaciones.

La curadora de la muestra, Dayana Rivera (también artista, y de las más capacitadas de su generación), valora así el aporte de Pilar: “En un período de auge del mercado del arte ecuatoriano (…) opta por recalcar la importancia del gesto, el concepto y la intención artística por sobre el deseo de poseer objetos que se convierten en mercancía”.

La entereza de una posición ético-artística de tal verticalidad tenía que engendrar una estética congruente: ascética en gran medida, coherente en la expresión y el sentido, plena de afinidades con la naturaleza, donde la artista parece encontrar secretas concordancias que penetran mucho más adentro de lo que consigue la tópica imitación de las formas y los colores, según las lecciones de la pintura de bodegones y paisajes.

El numeroso público que concurrió a las salas del CAC y al acogedor patio de muros de ladrillo desnudo, salvo las excepciones de una minoría que ya conocía la ruta de la expositora, quizás no estaba suficientemente preparado para elucubrar sobre los significados más hondos del concierto visual que se le ofrecía, pero podía apreciar la levedad y la finura de lo que veía. Porque el cultivo de la introspección, arte y sistema que nadie practica como los yoguis, disciplinados y con una serena convicción que conduce a la paz interior más auténtica, puede rendir frutos de delicada sutileza.

 

Del sentimiento estético de la vida

En algunos de sus trabajos se visualizan formas sígnicas de gran delicadeza que potencian la dualidad de planos (forma y contenido) que coexisten en el objeto. Así, en Diario de un iris “o dibujo en el campo expandido”, creado en 2013 con formas de alusión vegetal recortadas en papel, que se repiten en múltiples láminas colgantes (ver foto, pág. xxxx) se aprecia la unidad estructural del conjunto, que en la profundidad umbría de la sala exalta el poder visual, sensorial y, en consecuencia, espiritual de esta convincente instalación subordinada a la ley de construcción de un texto destinado a revelar una esencia simbólica trascendente.

En una entrevista que concedió al cumplir los 80 años, Henry Moore, el escultor británico más destacado del siglo anterior, acotaba algo que se debe atender cuando se lee y escribe sobre asuntos de arte: “Los críticos de arte no me han enseñado casi nada —decía el maestro—. Se encuentran en seria desventaja con respecto a los críticos literarios, porque están obligados a expresar sus respuestas frente a una obra de arte en un medio que resulta totalmente diferente a aquel de la obra ante la que responden. El crítico literario ha sido capacitado para emplear la misma herramienta de expresión, el lenguaje, como lo ha sido el poeta o novelista sobre el cual escribe”.

Toda construcción cultural se levanta sobre la base de la palabra, pero no siempre guardan la misma distancia el objeto y la palabra. En el mundo de Pilar la palabra no se distancia de los objetos que ella crea; estos irrumpen como signos tangibles muy refinados y las palabras, como ellos, atestiguan la diafanidad de los procesos que han llevado a la artista a crearlos. Los textos que ha escrito para los catálogos de sus exposiciones son pruebas fehacientes de la coherencia que guardan entre sí pensamiento, obras y escritura.

Imbuida de una convicción ejemplar sobre el poder de la meditación y el autoconocimiento, recurre a diferentes medios y formas del arte para manifestar sus hallazgos creativos. A partir de 2001, en los llamados Encuentros de creación desde el silencio con mujeres se han desarrollado “actos poéticos construidos en el diálogo —como explica la artista— de los que voluntariamente no quedan registros, pues el registro es interno en la vivencia compartida, la presencia, afecto, el hacer juntas”.

 

INTEGRACIÓN Y TOTALIDAD

Abarcar tres décadas y media para mostrar lo alcanzado por un artista, de manera que el público pueda asumir la intención y el sentido de lo que se expone, es tarea compleja que demanda altas dosis de conocimiento, compenetración y sensibilidad. Así, la curaduría ha adoptado tres ejes para organizar la muestra: el de la naturaleza, el de la comunidad y el del mundo interior, que se agrupan en un núcleo generatriz: la espiritualidad, concepto abarcador que está representado por la obra sonora Cuencos tibetanos, de la expositora y el músico Michael Blanchard.

La serie sobre la Naturaleza abarca los ciclos de la vida, el tiempo y su fugacidad, así como la luz y su evolución; son los temas desarrollados entre 1989 y 2015 mediante instalaciones, arte efímero, dibujo, pintura y una publicación. Las obras incluidas en este apartado son las siguientes:

Montañamar: trata de elementos contrapuestos —el mar y la montaña— en grandes cuadros trabajados con pigmentos naturales que se desprendieron de a poco mientras duró la exposición; fueron aplicados no con pinceles sino por las manos de la artista.

Instantes: quizás con una intención similar a la de los impresionistas, evalúa la transformación de la luz y el color de una montaña desde el amanecer hasta el ocaso.

El rugido de la montaña: en grandes y pequeños formatos abstractos indaga “las fuerzas de la naturaleza”, combinando el ejercicio pictórico con el movimiento corporal y la respiración de la artista.

Diario de un iris: es una instalación de dibujos calados (antigua técnica originada en el Extremo Oriente asiático), que presenta a esa flor como símbolo de la vida. Se añaden los dibujos referidos al nacimiento, la plenitud y la extinción de la flor, entendida como una “metáfora de la vida”, así como las reflexiones de la artista para “posicionar a la investigación artística como parte fundamental de su obra”.

En el eje del Espíritu comunitario constan publicaciones, propuestas pedagógicas, investigaciones, intervenciones en espacios públicos, obras en colaboración (1994-2015):

Tejido: 294 telas bordadas durante ocho años por grupos de comunidades rurales y urbanas; un libro registra la experiencia.

El taller de arte, una organización compleja: exploración de rincones de la naturaleza, diversos hábitats “que se convierten en una metáfora” (bosque nublado, páramo, río, bosque de eucaliptos, montaña-mar, ciudad).

Luz Elena: homenaje a la madre de los niños colombianos Santiago y Andrés Restrepo Arismendi, desaparecidos en manos de la policía ecuatoriana en años aciagos para los derechos humanos en nuestro país. “Frente a la imagen de Luz Elena se presenta una instalación sobre la fugacidad de la flor de iris, como un espejo de la fragilidad de la vida”. Hay que recordar que la atribulada madre falleció en un accidente automovilístico.

Trayectoria: video sobre el portafolio de Pilar.

Comunidad creadora: se trata de una instalación realizada en “reconocimiento a la amistad y a los procesos de creación compartidos”.

Aliento: es el título del catálogo de la exposición antológica, una obra que por sí misma permite entender los “mecanismos de reflexión y socialización” de las propuestas que hace la artista a través de sus obras.

Por último, el eje Mundo interior incluye obras desarrolladas entre 1992 y 2015 acerca de las “formas de vivir, investigar y comunicar la riqueza interior del ser”:

Diarios y bitácoras: que registran las experiencias introspectivas y las indagaciones sobre la existencia, el arte y la naturaleza.

10: es un libro de la artista puesto a disposición del público.

Apertura de diarios: una especie de acción artística a cargo de los visitantes de la muestra, en ocasiones programadas, “para que puedan acceder a la intimidad del proceso de creación”.

… Aire, viento, aliento…: son dibujos de la artista trazados al ritmo de su respiración para despertar “la atención sobre este acto vital”.

Cartografía interior: instalación conformada por 240 dibujos realizados a propósito de dos tratados antiguos sobre yoga, escritos en sánscrito y traducidos al inglés, al francés y al español, “utilizando la palabra como símbolo que desde el inicio construye el mundo”.

Geografía interior: publicación que forma parte de la Cartografía interior; “texto sobre la trayectoria artística de Pilar Flores, desde su propio punto de vista”.

En el catálogo también consta Yuwientsa, un acto poético como reflejo de la vida y la cultura de dos comunidades amazónicas, una shuar y otra ashuar. La fotografía de una de las casas comunales revela la belleza primigenia de la selva, la armonía espacial de la arquitectura, la sobriedad escultórica de los asientos elaborados, unos en troncos de árboles y, otros, simples pedazos de troncos.

Eso es, en síntesis, el universo de Pilar Flores.

 

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