Pérez Art Museum: espejo y ventana de Miami

El Pérez Art Museum, ubicado en pleno centro de Miami, se ha convertido en una parada obligatoria para los visitantes de la “Magic City”. Su colección tiene cerca de tres mil obras que agrupan lo mejor y lo más mainstream del arte de los siglos XX y XXI.

“Liminal”, Leandro Erlich.
“Liminal”, Leandro Erlich.

Este sábado, como tantos otros, hay gente vestida y perfumada dentro de la piscina. Niños, adultos, ancianos. Si uno escribe el hashtag #PAMM (siglas del Pérez Art Museum Miami) en Instagram, puede ver a personas zambullidas —posando, jugando— en el fondo seco y azulino de la instalación “The Swimming Pool” del artista argentino Leandro Erlich. “Si estás dentro y ves por la capa de agua a las personas que están arriba, o si estás afuera y miras hacia abajo, yo siento que la piscina, en sí misma, es un umbral, un punto de encuentro”, explica Erlich en un video sobre su obra, que es parte de la muestra itinerante Leandro Erlich: Liminal, la primera en solitario del artista en Estados Unidos. 

La pieza —una de las dieciséis que exhibe— está en los exteriores del PAMM, cerca de las gradas al aire libre donde uno puede sentarse a contemplar las aguas serenas de la Biscayne Bay, el mayor estuario de la costa del sureste de Florida. Del otro lado, hacia la entrada del museo, está el malecón ancho y comercial que se extiende por el Biscayne Boulevard, una de las principales vías de la ciudad. Situado junto a otro museo de referencia —el Phillip & Patricia Frost Museum of Science—, rodeado de un parque extenso y a pocas cuadras del centro de Miami, el PAMM goza de una ubicación privilegiada. Acá, sin embargo, se mudó recién en 2013, cuando fue rebautizado con el nombre con el que ahora se lo conoce, en honor a Jorge M. Pérez, argentino-estadounidense, desarrollador inmobiliario, coleccionista de arte y filántropo. 

En 1984, cuando se fundó, se llamaba Center for the Fine Arts (Centro de Bellas Artes). Ocupó el espacio de lo que se conocía como el Centro Cultural de Miami, un complejo diseñado por el afamado arquitecto norteamericano, Philip Johnson, quien lo construyó con el afán de revitalizar el centro de la urbe. En 1996, cuando la institución empezó a comprar arte para su colección, pasó a llamarse Miami Art Museum. En la actualidad, la colección del PAMM, alojada dentro del portentoso y refrescante edificio diseñado por la renombrada firma suiza de arquitectos Herzog & de Meuron, contiene alrededor de tres mil obras, entre pinturas, esculturas y videos. 

“Dulce hoguera”, Marcela Cantuária, 2022.
“Dulce hoguera”, Marcela Cantuária, 2022. Fotografía: Pérez Art Museum Miami.

Una vitrina de arte mainstream

Miami, en el imaginario turístico, es sobre todo una ciudad de playa, fiesta y veraneo. Desde hace un par de décadas, sin embargo, se ha consolidado como una metrópoli con una escena artística bullente. Cada diciembre, para muestra, se desarrolla la reconocida feria de arte Art Basel Miami Beach —la mayor de América, según diario El País—, que en 2022 cumplió su vigésimo aniversario.

“Miami está aprendiendo a tener un museo de arte contemporáneo en su comunidad”, me dice Maritza Lacayo, curadora adjunta del PAMM. “Que no se me malentienda, han existido otros museos que han estado antes que nosotros, pero no el mainstream”. El epítome de ese arte masivo, popular e instagrameable, pienso, está expresado ahora mismo en una de las seis galerías del PAMM, en el segundo piso. Allí, dentro de un cubo enorme, junto al cual suele haber filas largas de visitantes, está uno de los cuartos “psicodélicos” y “caleidoscópicos” de la artista japonesa Yayoi Kusama, una de las más cotizadas en la actualidad.

Entrar y dar vueltas por este cuarto de espejos bautizado como “The Love is Calling” (“El amor está llamando”) no toma más de quince minutos. Tampoco se necesitaría más tiempo, porque no hay mucho más que hacer que rondar por los cuatro rincones de esa jaula chic, mirarse en los espejos omnipresentes, acercarse a los tentáculos luminosos y moteados de puntos negros que salen del suelo y el cielo, y tratar de dar con un rincón donde el resto no interrumpa la selfi de rigor. Lograr que nadie se cruce en tu foto mientras miras de espaldas una obra o te paras frente a una de ellas puede ser más complicado de lo que aparenta: el PAMM, en promedio, recibe veinte mil visitantes al mes, según sus cálculos.

“El PAMM es espejo y ventana por partes iguales”, dice Lacayo. “Espejo, porque la comunidad viene y se ve reflejada en las obras. Y ventana, porque traemos lo mejor del mundo a Miami”. 

La conciencia geográfica 

La identificación de la que habla Lacayo se da también a través de la lengua. Cada texto curatorial y cada cédula de las obras están en inglés y en español. Y es que, la verdad, sería el colmo —o casi una afrenta políticamente incorrecta: el terror de los gringos— que el español no habite las paredes, las señales y los pasillos de un museo situado en la segunda ciudad de Estados Unidos con el mayor porcentaje de hispanos: 70,2 %. Tener a disposición materiales en nuestro idioma permite que muchos los leamos, ampliemos nuestra interpretación de las obras y no nos sintamos intimidados tanto ante el arte contemporáneo.

Pero este gesto que no es nada menor habla, sobre todo, de la conciencia que tiene el PAMM de su ubicación geográfica. “Estamos en Miami, estamos en el sur del país”, dice Lacayo. “A la gente se le olvida que somos parte del sur histórico y por eso tenemos muchas obras de artistas negros, de la diáspora africana, de cubanos, de latinoamericanos”.

“Untitled”, serie Cartas celestes, Lolo Soldevilla, 2019.
“Untitled”, serie Cartas celestes, Lolo Soldevilla, 2019.

Le pido que me indique algunas obras de los artistas insignes de la colección. Lacayo nombra de entrada a Carmen Herrera, “una de las pintoras cubanas más significativas del siglo XX, considerada pionera de la abstracción geométrica contemporánea de vanguardia”, como la describen en la web del PAMM. La obra que integra la colección es “Alba”, un cuadro bicolor —verde y blanco— de 2014. “Ella tuvo una retrospectiva en el Whitney de Nueva York”, resalta Lacayo. Fue en 2016 cuando tenía 101 años.

Enseguida menciona a Loló Soldevilla, también cubana, también pintora. En el canal oficial de YouTube del PAMM hay un video en el que la austriaca, Maria Theresa Barbist, que fue una de las artistas educadoras de 2020, se refiere a un cuadro de Soldevilla, creado en 1957, que es parte de la serie titulada Cartas celestes. “Ella tuvo una vida extraordinaria”, dice Barbist. “Estudió canto y violín, tuvo una orquesta solo de mujeres, fue una activista política”.

También, dice Lacayo, está Hélio Oiticica, un artista visual de Brasil. De él tienen la instalación “Penetrável Macaléia” de 1978. Esta suerte de cubo inmenso, de paredes amarillas, blancas, azules y rojas, está dedicado a Jards Macalé, un célebre amigo músico de Oiticica.

Le pregunto a Lacayo cuál cree, entonces, que es la razón por la que el PAMM destaca con relación a otros museos, y responde convencida: “Somos muy buenos y reconocidos por exhibir artistas que no han tenido shows en museos o que no han sido muy conocidos en Estados Unidos. Somos líderes en mostrar artistas que deben ser considerados y les damos oportunidad de exhibir su obra”.

De vuelta a ser una mariposa 

La evidencia de lo que Lacayo acaba de decir es la muestra The South American Dream (El sueño sudamericano) de la pintora Marcela Cantuária, nacida en 1991 en Río de Janeiro, donde vive en la actualidad. Esta es su primera muestra en solitario en Estados Unidos: una oportunidad para acercarse a sus cosmos oníricos —con una paleta marcada de rosados, rojos, verdes y azules estridentes— protagonizados por mujeres. Algunas de ellas, de hecho, son activistas medioambientales, como Maria do Espírito Santo da Silva y Dorothy Stang, quienes fueron asesinadas por su resistencia combativa en la defensa de los recursos naturales.

“Todos los curadores somos de ascendencia latinoamericana y sobre todo mujeres. Eso se refleja en la forma en cómo curamos y cómo coleccionamos”, dice Lacayo. Basta recorrer otra de las muestras itinerantes del PAMM —junto a las de Kusama, Erlich y Cantuária—, y revisar el catálogo de las muestras de años previos, para verificar que esas consideraciones no son, para nada, detalles calculados que servirían para resaltar en el brochure del museo.

Exhibición What She Means, Joan Didion,
Exhibición What She Means, Joan Didion, 2023. Fotografía: Pérez Art Museum Miami.

Jason Seife, nacido en Miami, es otro de los pintores que exhibe por primera vez en solitario en su país y en el PAMM. El suyo es un trabajo delicado de orfebrería pictórica. Sus mosaicos a medio completar mezclan patrones visuales de sus orígenes sirio-cubano, y difuminan los límites entre las piezas que son un work in progress y las terminadas.

El PAMM, por supuesto, también es un espacio no solo para lo que está finalizado, sino que ya es parte de un canon. He ahí la muestra más reciente, abierta en julio, dedicada a una de las escritoras más sólidas, agudas y veneradas de Estados Unidos: Joan Didion. Curada por el autor afroamericano Hilton Als, fanático confeso de Didion, la muestra What She Means (Lo que ella significa o A lo que ella se refería) reúne cerca de doscientos objetos —entre pinturas, muebles, cartas y videos— que permiten indagar más en la vida de la autora de esos manuales de la supervivencia y el coraje que son El año del pensamiento mágico y Noches azules.

Destacan, principalmente, los retratos de la cara delicada e impiadosa de Didion (no en vano fue modelo, a sus ochenta años, de la marca francesa de lujo Céline). Uno, en especial, cobra más sentido para entender los diálogos intergeneracionales y de yuxtaposiciones que le interesan al PAMM. Es la foto en blanco y negro que le tomó el consagrado Irving Penn en 1996. Con sus manos abiertas como cuernos de antílope sobre su cara, a la altura de los oídos, Didion relumbra por la cascada de luces que se riega cerca de ella y que es de autoría del fabuloso cubano-americano Félix González-Torres, fallecido justo ese mismo año.

Exhibición What She Means, Joan Didion, 2023.
Exhibición What She Means, Joan Didion, 2023. Fotografía: Pérez Art Museum Miami.

La muestra sobre Didion estará abierta hasta enero de 2024. Las exhibiciones temporales están en salas ocho meses aproximadamente, lo que le permite al museo tener una agenda con renovación continua. Cada verano, además, se rotan los objetos de la colección permanente en exhibición y se ponen otros que no se hayan mostrado. La pandemia de la covid-19 hizo que esos tiempos, a veces, se alargaran, pero ahora el PAMM está listo para revolotear como antes del parón mundial. “Siento que estamos en un capullo”, dice Lacayo, “pero ya volviendo a ser una gran mariposa”.

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