La pérdida de una mascota, el duelo no reconocido

El impacto emocional que sufre una persona cuando fallece un animal de compañía es equiparable al de la muerte de un ser humano. La clave para superarlo está en la despedida, mediante un ritual o cierre adecuado.
Duelo de mascotas
Fotografías: Shutterstock.

Sentimos exactamente lo mismo que cuando fallece un familiar o alguien muy cercano: dolor inmenso, tristeza, vacío interior (desesperanza, angustia…). Sin embargo, cuando el ser querido que parte no es una persona, sino un animal de compañía, hay detalles que marcan la diferencia y pueden llevarnos a una situación todavía más dolorosa.

Se trata del duelo no reconocido, y tiene que ver con reprimir las emociones, para no mostrarlas ante amistades, compañeros de trabajo o entorno social. “Solo es un perro”, “solo es un gato”, “puedes comprar o adoptar otro”, son frases que se pueden escuchar de quienes no lo consideran importante o no muestran empatía ante el fallecimiento de una mascota. A todo esto, se suma un agravante que es el sentimiento de culpa, pues en muchos casos se ha tenido que tomar la decisión de eutanasiar al animal por enfermedad u otras causas relacionadas con la pérdida de su calidad de vida.

David Landázuri, psicoterapeuta de tercera ola, reitera lo explicado: “El impacto que supone la muerte de un animal de compañía es bastante grande, incluso hay estudios recientes que afirman que esta pérdida es equiparable a la muerte de un ser humano” y, por tanto, se generan patologías. Además, “existe la idea de que las personas no deberían sentirse mal por perder a una mascota. Entonces, es un duelo no reconocido”, señala el especialista.

Hay quienes se niegan a tener de nuevo un animal de compañía, por el dolor tan grande que en su momento les reportó su pérdida. “Otras patologías que surgen son la depresión, problemas de sueño, falta de alimentación, entre otras”, indica Landázuri. Se debe a que “cuando se trata de la muerte de un familiar o cualquier ser humano, hay rituales que contribuyen a soportar las circunstancias, como el luto, el entierro y demás”, indica Landázuri. Sin embargo, “cuando muere un perro o un gato, no suele producirse ese cierre tan necesario, que nos ayuda a calmar nuestros desvelos y a tener un poco de paz”, reitera el experto.

Los profesionales de Santas Huellas están especializados en una rama de la psicología llamada tanatología, que es la que se encarga de la pérdida y la despedida. Esteban Villasis, gerente general de este centro, explica: “Nos encargamos de ayudar a las personas que han sufrido la pérdida de un animal de compañía. Es una situación de dolor, con mucha tristeza y muy impactante a cualquier edad”.

Cuando las familias lo requieren, el personal de Santas Huellas acude al domicilio para retirar los restos del animal fallecido, y posteriormente llevar a cabo la cremación. “No es solo un servicio de retirada del cuerpo, les dejamos unas palabras de tranquilidad y, sobre todo, herramientas para superarlo. Vamos preparados para asistir a las personas de la manera indicada, honrar y respetar a la mascota que ha formado parte de una familia”, argumenta Villasis.

“En el momento del retiro ofrecemos un discurso para que se produzca una despedida positiva. No pretendemos llenar ningún vacío ni tampoco resolver ningún problema. Únicamente, de manera muy humilde, intentamos guiar a las personas para que ellas mismas, con las herramientas que les compartimos, puedan llevar un mejor duelo”, asegura el gerente de Santas Huellas.

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Soledad Atiaga, psicoterapeuta sistémica, confirma que “es muy importante procesar el duelo por una mascota, buscar el consuelo y hablar con personas de confianza que comprendan por lo que estamos pasando. El abrazo y la empatía son fundamentales en un primer momento”. En este sentido, “lo mismo que los rituales nos permiten transitar la primera etapa del duelo en los seres humanos, con los animalitos sucede lo mismo: cremar el cuerpo de nuestra mascota o enterrarlo, en compañía de personas cercanas haciendo un ritual significativo, hace que mentalmente nos despidamos de ese ser tan querido que nos acompañó y nos alegró”.

“El proceso de duelo es particular para cada persona, por lo que cada uno debe encontrar su forma de despedirse”, resalta la especialista. De la forma que sea, lo que sí es fundamental para superar la pérdida de un animal de compañía es brindarle la despedida que se merece y recordar con amor los momentos vividos.

El proceso de duelo

• Aceptar que una mascota no un simple animal con el que no se tiene apego alguno, sino que forma parte fundamental de la vida de las personas, por su entrega incondicional y por el amor y el afecto que se le tiene. La pérdida de una mascota sí involucra un dolor grave, muy fuerte.
• Es importante llevar a cabo un cierto tipo de ritual, como puede ser cremar o enterrar al animal. Hay cementerios de mascotas que pueden ayudar a tener un cierre adecuado del proceso.
• Afrontar el dolor y llevar un duelo adecuado, al igual que se hace cuando fallece una persona, respetando la memoria del animal.

La despedida

• Energía del hacer (acción para resolver cosas) y del estar (nos permite estar presentes sin necesidad de cambiar nada). Aunque sea inconsciente, las personas se quedan con un pendiente que es necesario solucionar. En ese aquí y ahora se dan cuenta de que ese es el momento adecuado para despedirse.
• Diferencia entre las emociones y los sentimientos. Cuando no se manejan bien las emociones se producen conflictos. Lo que la persona necesita es estar en sentimiento: comprenderse para soltar los nudos emocionales.
• Despedida. Carga positiva para respirar con gratitud. Conseguir que la despedida sea como un río que va al mar. Se envía al ser querido hasta el mar, con amor y con bendiciones.

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