
Quienes vieron esta icónica película argentina de 2009 seguro que no la han olvidado; sobre todo, habrá permanecido en su retina los ojos de Soledad Villamil, la coprotagonista del famoso Ricardo Darín. Él es Espósito, funcionario de un juzgado; ella es Irene, su jefa directa. Se enamoran, pero no se atreven a confesárselo.
El punto de partida del argumento se centra en el asesinato de una joven, caso que ha sido intencionalmente archivado por otro investigador y por el que injustamente pagan dos albañiles torturados en la cárcel. El verdadero asesino anda suelto y esa será la principal motivación del protagonista para continuar la investigación y poder atraparlo. Intenta así cumplir con la legítima función de la justicia: hacer justicia.
Morales, el viudo de la víctima, crece en esta historia hasta convertirse en una inspiración sobre el amor para Espósito, quien admira aquello de lo que no es capaz. Es la tónica general de la trama y la dificultad para amar resulta un obstáculo para cada uno de los personajes.
De por medio están las intimidades individuales, el abrumador peso de cada pasado que resulta recurrente, la perseverante evidencia de las contradicciones, propias de la condición humana. Y muy presente está la amistad, encarnada por un compañero de Espósito, borracho y pendenciero, quien lo ayuda en su frustrante empeño de esclarecer la verdad. Será tal vez por ello que el protagonista —al jubilarse— decide emprender la tarea de escribir sobre el caso que lo atormenta. Pero su escritura es errática, aunque en la novela proyecta el amor y la justicia.
Implícita está la aguda crítica a esa justicia que, por ineficiente, obliga a los ciudadanos a tomarla por mano propia. La falta de ética de los funcionarios que debieran ejercerla conduce a que se haya perdido la confianza en la institución. A lo largo de la película, sin embargo, la mayor fuerza conductora es el amor, que inevitablemente tropezará con las inseguridades de cada quien, con sus límites y fortalezas. Ellos se aman, pero en veinticinco años no han logrado su concreción, algo que los espectadores deseamos. Ella lo mira. Los ojos hablan, le dice él. Yo pienso en el futuro, le dice ella; me interesa el pasado, contesta él.
Un guion intachable, una fotografía con mucha expresividad, unos actores de primera línea y un director tan sensible como Campanella, capaz de crear con su equipo una historia que nos involucra a todos los espectadores y nos mantiene atentos pues el secreto de esos ojos no se revela sino hasta el último fotograma. Es una fórmula ganadora en más de un sentido, tanto que la Academia que otorga el Óscar se haya inclinado entusiastamente a premiarla como mejor película extranjera.

Darín, Campanella y Sacheri
• Con la actuación de Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella y Pablo Rago.
• Basada en la novela La pregunta de sus ojos de Eduardo Sacheri.
• Guion del director Juan José Campanella con Eduardo Sacheri.
• Costó dos millones de dólares y recaudó 57.
• Premios: Óscar 2010 a mejor película extranjera, Ariel, Goya, Cóndor de Plata, Festival de Cine La Habana, entre otros.