La película El rezador, una producción ecuatoriana con apoyo de HBO y Televisión Española (TVE), se encuentra con el público en salas de cine y plataformas digitales.
En el Urdesa School de Guayaquil, a inicios de los noventa, la risa de los lunes estaba auspiciada por la Santita. Sibila, nuestra compañera, elegía su lugar en la fila y en algún momento del minuto cívico, muy seria, echaba la cabeza hacia atrás y empezaba a hablar como si fuera la Virgen.
En trance, bajito y con un ridículo acento español, nos pedía: Hijitos míos, no vean pornografía, que hacen llorar al niño Dios; no fuméis, no forniquéis, no lamáis el sánduche para no compartir con vuestros compañeros.
Por esos días, en Cuenca, una adolescente de clase alta aseguraba que la madre de Jesús hablaba a través de ella y, cuando lo hacía, su voz tomaba prestado un cerrado acento español. Miles de personas peregrinaron al santuario que se construyó en El Cajas, un parque nacional al sur del país, donde la cordillera es milenaria, para ver el milagro. Las autoridades religiosas fueron escépticas frente a esta barroca manifestación mariana y llegaron a considerarla un fenómeno de “psicosis colectiva”. Hoy muchos lo califican de fraude y otros cuantos siguen creyendo.
Estos recuerdos, ligados tanto a la fe como a la burla, el engaño y el sentido del espectáculo, llegan a mi cabeza después de haber visto la película El rezador.
Escrita y dirigida por Tito Jara, segundo largometraje del quiteño, la cinta reúne a dos de los actores más conocidos del país: el guayaquileño Andrés Crespo y el mantense Carlos Valencia, los emblemáticos Blanquito de Pescador (2012) y Ángel de Ratas, ratones, rateros (1999), ambos filmes dirigidos por Sebastián Cordero. Los personajes interpretados por Crespo y Valencia dan muestras de talento, experiencia, y juntos construyen la base sobre la que se desarrolla este thriller psicológico.

La historia transcurre en el empinado barrio popular de Atucucho, en Quito, donde vive una “niña santa” (interpretada por Renata Jara, hija del director) que habla con una señora misteriosa que es invisible para el resto de gente. El rumor ha corrido, dicen que quienes tocan a la nena se curan de sus males, y sus padres han decidido cobrar un dólar a quien quiera visitarla por un momento.
Entonces entra en la historia el personaje de Crespo, se presenta como Atanasio de Felice, mejor conocido como El Rezador, y da la impresión de ser un curandero endeudado y venido a menos. Este personaje se vuelve cercano a la familia y le propone llevar el negocio hasta el siguiente nivel.
Atucucho significa, en kichwa, “rincón del lobo”. La zona es una loma en las estribaciones del Pichincha que empezó a poblarse informalmente a finales de los ochenta, y es visible desde casi todo el norte de Quito. Tito Jara estaba en el colegio mientras el bosque se iba transformando en barrio: casas arrimadas la una a la otra, gente que sube y baja la colina a todas horas. Cuando estaba escribiendo El rezador, Jara recordó Atucucho, pensó en el ingreso por la calle única y empinada, y este le pareció el escenario perfecto para la trama.
En A tus espaldas (2011), la primera cinta del director y una de las más taquilleras del cine nacional, se establecía como premisa principal el tema de las relaciones entre distintas clases sociales: se presentaba a Quito dividida en norte y sur, ubicando como punto de referencia a la Virgen de El Panecillo.
Pero en El rezador la desconfianza que los personajes se profesan por su color de piel, su nivel de ingresos o el lugar de la ciudad donde viven está dosificada para lograr un tono más complejo. El verdadero meollo es la intriga psicológica: ¿hasta dónde piensan llegar estas personas? ¿Hay algo de cierto en los poderes de Gema? ¿Cuáles son los límites entre la fe y el fanatismo?
El guion se toma su tiempo para presentar a los personajes. Atanasio está endeudado y en franca decadencia luego de que uno de sus “pacientes” muriera a pesar de sus rezos. En esas circunstancias se muda a Atucucho para convencer a los Toapanta, la familia de la santa, de mejorar y aumentar los beneficios que se desprenden de la fe que tienen los creyentes en su hija, cuya fama se está esparciendo por la capital. “Y tú crees que porque eres así medio aniñadito vas a venir a decirnos a nosotros lo que tenemos que hacer”, le responde el señor Toapanta a Atanasio frente a la propuesta empresarial, aunque pronto entenderá que se necesitan mutuamente y pactarán una frágil alianza.
Para escribir El rezador, Jara estudió casos como el de la Virgen del Cajas y el de Santa Gema, esta última originaria de Manabí, y se dio cuenta de que son fenómenos cíclicos: tienen un auge, una moda que decae y, detrás de todo, una persona que entiende “el modelo de negocio”.
Es curioso cómo operan la ficción y la memoria. Jara recuerda que empezó a pensar en la fe como tema a partir del estreno de A tus espaldas. Su ópera prima nada tenía que ver con religión, pero ciertos detalles, como que el afiche mostrara una mujer en gesto sensual caracterizada como la Virgen de El Panecillo y que la cabeza del monumento volara por los aires en los primeros minutos del filme, no fueron del agrado de algunos creyentes, al punto que se convocaron manifestaciones de rechazo afuera de los cines y hubo incluso amenazas físicas y vía e-mail a Jara y su familia.
La mujer alada de El Panecillo formaba parte de la historia porque el protagonista señalaba a Quito como una ciudad en la que hasta la Virgen observa y bendice al norte, dando la espalda al sur. Aquella imagen se instaló de tal manera en la conciencia de los habitantes de Quito que, en sus respectivas campañas electorales, tanto el exalcalde Yunda como el actual presidente Lasso ofrecieron a la ciudad una “virgen giratoria”. Ninguno de los dos, sobra decirlo, cumplió con el ofrecimiento.

Volviendo a El rezador, pues se trata de una película efectiva e interesante sobre un tema tan complejo como atractivo. Es una coproducción con casas productoras de Colombia y España. Se estrenó en el prestigioso International Film Festival de India, y sus derechos de transmisión han sido adquiridos por HBO y por TVE para el territorio europeo.
La película, además, devuelve al actor Andrés Crespo la oportunidad de mostrarse a cargo de un papel principal, y él lo hace muy bien: construye un personaje oscuro, pero logra que nos pongamos en sus zapatos, los del farsante, provocando de esta manera que nos emocione su destino. Quizás todos, como Antanasio El Rezador, buscamos redimirnos de algo o simplemente buscamos algo en qué creer.
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