EDICIÓN 485
El exseleccionado y ex Manchester United, Antonio Valencia, cuenta todo lo que aprendió en el camino a su primer mundial y los que vinieron después. Su memoria guarda tesoros de la historia del fútbol ecuatoriano.
El fútbol es su huella de identidad. Conoció el balón de muy niño y se enamoró de él. Creció mirando y jugando fútbol, aferrándose a él para asumir retos y regatear pobrezas.
Con el balón Antonio Valencia aprendió sobre identidad, nacionalismo e idiosincrasia.
El prestigioso Manchester United inglés lo fichó y durante una década (2009-2019) pasó a formar parte de la gran historia de los Red Devils. Logró ocho títulos de campeón en Inglaterra y levantó la Europa League de 2016-2017.
Allí fue dirigido por dos eminencias de la dirección técnica mundial: Sir Alex Ferguson y el polémico José Mourinho, quien lo nombró capitán.
Es en la Selección Nacional donde tiene capítulos de encuentros y desencuentros. Cumplió “El sueño el pibe”, como dice el tango, cuando en 2005 debutó en la camiseta Tricolor y anotó dos goles. Golazos, para ser exactos.
Se convirtió en referente del equipo de todos. Enfrentó la decepción de no calificar al Mundial de Fútbol 2010 y la desilusión de una participación efímera cuatro años después. Aguantó corajes, críticas, miedos.
Hoy, el gran capitán retornó a su condición de hincha. Un hincha incondicional, de los que él quería tener cuando estaba en la cancha.
Gritó cada gol del Ecuador en las eliminatorias camino al Mundial Qatar 2022 porque siguió sus partidos como la primera vez, cuando vio a la Tricolor en Corea-Japón 2002, desde la garita de un guardia de seguridad, porque televisor no tenía.
Matizado de emociones, Antonio Valencia recuerda sus corajes, victorias y celebraciones. Toda la pasión que representa para un futbolista ser parte de una Copa del Mundo.
—¿Cuáles son las primeras imágenes que lo acercaron a los mundiales de fútbol?
—Con mi familia vivíamos en Lago Agrio, una ciudad ubicada en una provincia fronteriza. Nosotros veíamos los partidos de la Selección de Colombia. Ahí miré al Pibe Valderrama, al Tren Valencia, al Tino Asprilla en el Mundial de 1994. Festejábamos en la casa como si fuéramos colombianos. Luego crecimos y tomamos conciencia de nuestra nacionalidad ecuatoriana, y que teníamos a jugadores valiosos como Agustín Delgado.
Recuerdo que, en mi infancia, los chicos andaban con la camiseta de Brasil o de Argentina, después de la primera clasificación, con la del Ecuador. ¡Qué maravilloso fue ese cambio!
—¿Precisamente, cómo vivió usted ese primer Mundial del Ecuador, Corea-Japón 2002?
—Me acuerdo que mi papá hizo un esfuerzo y alquiló un departamento pequeño por el sector de El Inca, al norte de Quito, mientras jugaba en las formativas de El Nacional. Pero no tenía un televisor. Como los partidos del Ecuador se jugaban a la madrugada, yo iba al cuartel, que estaba por ahí cerca. Con un amigo veíamos en la televisión del guardia, la pasábamos genial.
Con mi amigo decíamos, que el Ecuador le iba a ganar a la Selección de Italia, pero no se pudo. En el segundo partido festejamos el gol que Agustín Delgado le hizo a México, aunque perdimos, y luego el gol de Édison Méndez a Croacia. La pasé maravilloso, disfrutando de mi Selección.
—Tres años después, quien vestía la camiseta Tricolor era usted. ¿Cómo asimiló ese momento el Antonio Valencia de diecinueve años?
—Estaba feliz porque tres años antes veía el Mundial desde una garita y ahora estaba en la Selección. En esos años las comunicaciones eran solo por un teléfono tradicional, no como hoy que tienes celular y con un mensaje ya estás en contacto con tu familia. Llamaba por la noche a mis padres (Luis y Teresa), me decían que se sentían orgullosos, que lo estaba haciendo muy bien y me enviaban sus bendiciones.
—¿Usted ya sabía que era titular para ese partido contra Paraguay de marzo de 2005?
—No lo podía creer. En el último entrenamiento el técnico puso el equipo y me incluyó en el 11 titular. Iván Kaviedes habló conmigo, me dijo: “Tranquilo, juega como lo estás haciendo en El Nacional, juega como lo haces en el entrenamiento. Habrá público, te van a gritar o silbar. Unos te van a apoyar, otros no, tú sigue adelante”. La noche anterior llegaron a mi habitación Ulises de la Cruz y Édison Méndez, me dijeron que ojalá pueda dormir tranquilo.
—¿Y durmió tranquilo?
—Fue una noche bien extraña porque me decía: voy a jugar con un estadio lleno, mi familia me va a ver. Había emociones y también nerviosismo.
—En ese partido, el Ecuador ganó 5-2 a Paraguay con dos goles suyos. ¿Fue el debut soñado?
—No hay dinero que pueda pagar todo lo que sentí cuando anoté el primer gol. Lo andaba buscando, porque tenía la convicción que el técnico me iba a sacar en el segundo tiempo. Uno como jugador lo siente, así que buscaba una oportunidad de gol. Cuando anoté el primer gol, me dije: de aquí no me saca nadie.
—En ese partido nació la icónica frase ‘Sí se puede’, porque la gente empujó desde las gradas.
—Hasta hoy, la piel se pone de gallina al recordar lo que sucedió ese día. Méndez hizo el segundo gol antes de que se acabe el primer tiempo. Luego, volvió anotar él y el cuarto lo hice yo. Fue una alegría total, ese día se unió todo, Dios estaba con nosotros, allí se reflejó el esfuerzo de la semana de entrenamiento.
—El Mundial de Alemania es inolvidable para el país, ¿para usted fue la proyección a Europa?
—Estaba feliz porque iba a representar a mi familia, al país ante el mundo entero. Ese Mundial lo viví a tope. La primera gran emoción fue escuchar el himno nacional antes del juego con Polonia. Fue hermoso, te acuerdas de cómo llegaste aquí. Mientras cantábamos yo miraba para todos lados, decía: la mayoría son rubios.
El Tin Delgado nos reunió en la cancha y nos dijo: este partido lo vamos a disfrutar y lo vamos a ganar. Iván Hurtado nos repetía: este partido no lo perdemos por nada del mundo, estamos preparados, nosotros venimos de abajo. Los dos jugadores de experiencia nos motivaban a los jóvenes y yo también decía: sí vamos, vamos a ganar.
—El 1-0 con Inglaterra y la eliminación del Mundial.
—Duele hasta hoy esa derrota. Duele hasta el alma porque estuvimos cerquita de pasar a los cuartos de final. Si Carlos Tenorio convertía en la ocasión de gol que tuvo, estaríamos jugando hasta hoy y no nos marcaban, porque el Ecuador era fuerte cuando se defendía.
—Para el Mundial de 2014 usted se convirtió en capitán y referente de la Selección. ¿Cómo asimiló todo ese proceso?
—El profesor Reinaldo Rueda me entregó la capitanía, lo tomé con mucha tranquilidad, con la misión de mantener unido al grupo. En el Mundial de Brasil no salió nada. El Mundial es un torneo tan corto que te puede ir bien o te puede ir mal. Así es el fútbol. Nos quedó un sabor bien raro.
—¿Cómo esperaba cada convocatoria a la Selección mientras destacaba en Europa?
—Con mucha ansia. Con la misma emoción de la primera vez. No me importaba viajar quince horas, llegar, entrenar y luego de dos días jugar. Hubo gente que cuando la Selección empataba o perdía decía cualquier cosa. Cada vez que veníamos a la Selección lo hacíamos de corazón.
—Con la no clasificación al Mundial 2010, hubo desencuentros con la hinchada.
—Hubo muchas críticas. La gente no sabe lo que tiene que hacer un chico para estar allí. Yo tuve que salir de mi casa a los quince años, me fui a vivir a Quito sin saber dónde iba a dormir o dónde iba a comer. Esas críticas las tomé con mucha madurez. Tenía el respaldo de mi familia y yo solo transmitía amor.
—El excapitán se convirtió otra vez en hincha. ¿Siguió el paso a paso de esta Selección que va al Mundial de Qatar?
—Sí, claro. Es una Selección muy joven, muy linda, con mucha humildad. Lo mejor que le pudo pasar al profesor Gustavo Alfaro fue jugar la Copa América de 2021. Fue un torneo muy malo para nosotros, pero ahí el entrenador se dio cuenta de qué futbolista estaba listo para conformar la Selección y quién no, porque hay que ser muy bueno en la cancha y afuera mucho mejor. Tienes que ser buen compañero, ayudarlos y tener un buen comportamiento. Yo estaba feliz de todo lo que sucedió en la Copa América.
—¿Cuáles son las características de un jugador de Selección?
—Primero debe amar a su país, a su gente y a su tierra. Ser muy bravo en la cancha, tener coraje y personalidad. La hinchada ecuatoriana no es fácil, jugar en el estadio Atahualpa, totalmente lleno, era duro. La Selección hoy está muy fuerte en ese aspecto.
—¿Cuál fue el partido donde usted sufrió más pero confió en esa clasificación?
—El partido contra Chile, en Santiago. El Ecuador ganó 2-0, ahí miré a un equipo muy fuerte y que tenía todas las condiciones para clasificar al Mundial.
—Usted fue invitado al sorteo del Mundial en Qatar. ¿Fue revivir esos momentos mundialistas?
—No esperaba que la FIFA me invitara a un evento tan hermoso. Yo esperaba que la Federación Ecuatoriana llevará a un jugador histórico a ese sorteo, jugadores como Agustín Delgado, Ulises de la Cruz o Édison Méndez, que se han ganado ese derecho. Ojalá lo hagan para el Mundial, sería un gesto muy bonito para ellos.
—En la Selección usted encontró personas que se quedaron en su vida.
—El profesor Luis Fernando Suárez es una persona hermosa, maravillosa, alguien a quien yo admiro y quiero mucho. Él me permitió debutar en la Selección.
—En esa primera Selección para usted, Édison Méndez cuidaba su entorno, lo alejaba de las cámaras.
—Sí. Con él mantenemos hasta hoy una amistad que comenzó cuando fuimos compañeros en El Nacional. Me cuidó como un hermano mayor, me protegió. Para mí es una persona especial.
—¿Con Jefferson Montero compartió responsabilidades en la Selección de Brasil 2014?
—Esa amistad nació en la Selección. Concentrábamos juntos, luego fuimos compañeros en el Querétaro de México. Él es mi hermano chiquito, con quien hemos compartido muchas cosas.
—¿Qué representó en su vida Chucho Benítez?
—Lo recuerdo con mucha alegría, porque siempre estaba alegre. Fue una persona muy buena, otro hermano. Le decía: “Quisiera ser el diez por ciento de lo que tú eres con las personas”. En El Nacional se quedaba y conversaba con todos, con los más jóvenes, les preguntaba cómo estaban y ayudó a muchos.
Ficha técnica

- Luis Antonio Valencia Mosquera nació el 4 de agosto de 1985 en Lago Agio.
- Es el quinto de seis hermanos.
- Creció y vivió en la calle 8, cerca al estadio de fútbol Luis Vernaza.
- Su primer entrenador fue Pedro Pablo Perlaza en el club Caribe Junior.
- De allí llegó a El Nacional (2001-05).
- Villarreal C. F. (2005-06), España.
- Recreativo de Huelva (2006), España.
- Wigan Athletic (2006-08), Inglaterra.
- Wigan Athletic (2008-09), Inglaterra.
- Manchester United (2009-19), Inglaterra.
- Liga de Quito (2019-20), Ecuador.
- Querétaro F. C. (2021), México.
- Hoy tiene su club AV25, el número con el que destacó en Manchester United. Inició el proceso de jugar en torneos de ascenso hasta llegar a la primera categoría.
- Con él trabajan sus hermanos, tíos y primos, y como jugadores también están primos y sobrinos, como los hijos y sobrinos del Chucho Benítez.