PAMM: el museo de Miami

Fotografías: Cortesía del PAMM y Shutterstock.

Miami. ¿Quién no quiere ir a Miami? Cruceros, playas, deliciosos restaurantes en South Beach. Cocktails. Night clubs. Eso sí: shopping y más shopping. Por su clima cálido y su ambiente festivo, sus habitantes se han resistido bastante a encerrarse en un espacio de cuatro paredes durante la pandemia. Necesitan sol, arena y mar para respirar. Y aunque muchos no lo crean, también necesitan del arte para sobrevivir. Y arte del mejor, del más sofisticado y del más contemporáneo. Del más elaborado y bello, que altere los sentidos, conmueva el intelecto, y sobre todo, que nos transporte a otros universos. Para eso está el Pérez Art Museum Miami (PAMM).

Existe desde 1984, era el Museo de Arte de Miami, pero comenzó su colección privada de arte moderno y contemporáneo en 1994, adquiriendo piezas significativas para la comunidad de Miami como centro de convergencia de distintas culturas, especialmente de la cultura latina y la caribeña.

El edificio tiene vistas a la bahía, rodeada de parques y jardines y tiene enormes columnas completamente cubiertas por vegetación que bajan desde el techo.

Cuando el edificio transformó su diseño, gracias al talento de los arquitectos Herzog y De Meuron (ganadores del prestigioso Premio Pritzker), cambió también a su nombre actual. En conjunto con el Museo de Ciencias de Miami (que está al lado del PAMM), cobijan un gran parque con una maravillosa vista a la bahía de Biscayne. Estos dos tremendos museos proponen una nueva aventura, aunque esta vez se trate de una aventura educativa y cultural, que puede terminar en una deliciosa cena en su restaurante Verde.

Grandes esculturas

Uno de los highlights es el gran jardín de esculturas que se ubica alrededor del museo y puede ser visitado sin necesidad de pagar una entrada. Once esculturas monumentales dialogan con el espacio arquitectónico, la vegetación exuberante de su jardín e incluso con la propia bahía. Las obras se funden en un horizonte visual, como elementos casuales que aparecen delante de nosotros casi al azar, pero sin romper en ningún momento la belleza de los paisajes que las rodean. Al igual que una exhibición más del museo, estas construyen un paisaje único a la intemperie marina.

A veces las formas escultóricas son de metal, de un metal afilado, pero que cae en vetas orgánicas, como en la obra “Endless Evolution” del artista uruguayo Pablo Atchugarry (2015) que refleja el mundo a nuestro alrededor en su superficie. Otras veces las formas son de resina y polvo de mármol, materiales tan opuestos a los que conforman la obra de Atchugarry, como en la escultura “Looking into my dreams, Awilda” (2012) del artista español Jaume Plensa. Es un rostro blanco gigantesco que mira hacia el puerto, pero con sus ojos cerrados. Está mirando sus sueños, con una expresión dócil y serena. Plensa hace referencia a la deidad femenina del mar: Iemanjá. Es interesante saber que la forma de este rostro está basada en una persona real. Se trata de una chica dominicana que visitó España con su madre y a quien Plensa conoció en Barcelona. Con un escáner láser hizo su retrato, capturando información en 3D para manipular y ampliar a un modelo más grande.

CHAOS SAS, Jedd Novatt , 2013.

En una exhibición de este calibre es imposible que falte la obra del artista venezolano Jesús Rafael Soto, uno de los máximos exponentes del arte cinético. Aquí se exhibe uno de sus famosos “Penetrables” construidos en la década de los setenta, en el que involucra y sumerge al espectador en una experiencia viva. Elementos naturales como el viento y la lluvia, y esa propia interacción de los seres humanos con la obra provocan vibraciones en el trabajo escultórico, cambiando la percepción de una obra sólida e incorruptible.

Grodin: especies invasivas

Aquellas criaturas extrañas, que se trepan por las gradas del teatro VK* o se enredan en los jardines colgantes a la entrada del museo, no están ahí, pero están ahí. Hay una realidad escondida dentro del espacio museográfico del PAMM; mejor dicho, una realidad aumentada que crece y se despliega de manera invisible en el paisaje. El museo es una de las edificaciones más bellas de Miami y propone el espacio perfecto para la invención de un universo secreto, pero que en realidad está ahí. En 2017 se inauguró la primera exposición AR (abreviatura de augmented reality) que sigue vigente hasta hoy. La artista local Felice Grodin estuvo a cargo de la comisión artística. La muestra, que consiste de cuatro obras digitales, puede ser vista en un dispositivo iPhone o iPad, una vez que se obtiene la aplicación gratuita del PAMM en Apple Store.

Felice Grodin, desde su formación como arquitecta, analiza diversas conexiones entre el territorio físico y mental, un campo de estudio propuesto por los posmodernistas Giles Deleuze y Félix Guattari. Explora lo mutable dentro del paisaje arquitectónico y el paisaje urbano. En la pieza “Terrafish” (2017-2018) combina los jardines colgantes del PAMM con los animales acuáticos, traslúcidos y digitales que ella ha construido en un espacio paralelo. La especie hace referencia a una medusa del sur de la Florida. Su naturaleza invasiva nos habla de la inestabilidad en el ecosistema, de un elemento que irrumpe en un contexto arquitectónico, pero gracias a lo digital.

El uso de un dispositivo electrónico para alterar la visión de lo “real” habla del propio aparataje que trastorna lo que vemos y cómo lo vemos. Es decir, se materializa ese concepto tan icónico en el estudio de la comunicación: “el medio es el mensaje”. La realidad no es realidad sin un instrumento que la transforme. La idea macluhiana se aplica hoy más que nunca en el marco de la historia de la humanidad. Y no solo eso sino el aparato electrónico como extensión del cuerpo, de la existencia, y esta vez también como un elemento indispensable para apreciar una exhibición de arte. El iPhone es el elemento disruptivo entre la mente y el espacio físico, cambiando la fisonomía externa que solo refleja nuestro paisaje interno.

La artista nos propone lo que la humanidad ya vive sin darse cuenta: una alteración de la realidad por medio de un dispositivo que irrumpe en la realidad sin alterarla aparentemente.

PENETRABLE BBL BLUE 2/8, Jesús Rafael Soto.

Brambilla apunta a Hollywood

En el universo de los paisajes se encuentra el cine como espacio mental y como una escultura del tiempo, como un conjunto de imágenes bellísimas, surreales, momentáneas e ideales. Nuevamente, el medio es el mensaje, la pantalla cinematográfica nos catapulta hacia lo que aspiramos, un mundo de glamur, exotismo y perfección. Y ahora es parte del museo, en monumentales instalaciones en forma totémica del cineasta y ahora artista contemporáneo Marco Brambilla.

Su vinculación con el cine viene desde la adolescencia. Su relación con Hollywood no es distante: en 1993 dirigió Demolition Man, una cinta de ciencia ficción sobre un futuro distópico. Brambilla vive en Londres y su trabajo ha sido expuesto en grandes museos y galerías del mundo.

“Heaven’s Gate” (“Puerta al Paraíso”) es una instalación monumental, diseñada por Brambilla durante los meses de cuarentena. Se trata de una meditación salvaje (una contradicción), intensa y barroca como un “Jardín de las delicias” que embarra todos los silencios con sus formas voluptuosas, en movimientos caleidoscópicos y avasallantes por su belleza. Estas piezas que se presentan en un formato largo y rectangular nos muestran la fábrica de sueños de Hollywood: sus estrellas, sus deseos, su vanidad y su gloria.

AWILDA, escultura de 12 metros de altura del catalán Jaume Plensa.

El gigantesco collage de fotogramas nos habla, al igual que el trabajo de Felice Grodin, de nuestra relación actual con la imagen, que encierra una experiencia fragmentada y su inminente disolución. Nuestro apetito por la imagen, hoy por hoy, es ya un lenguaje explícito en cualquier contexto, y, en el caso de esta pieza, nos habla del espectáculo de lo onírico y lo insensato. Hollywood, la mayor industria del entretenimiento, habita en nuestro imaginario y se proyecta en todas partes como el horizonte más cotizado.

El título “Heaven’s Gate” hace referencia al filme de 1980 de Michael Cimino, cuyo excesivo costo de producción condujo al fin de la era del director como autor. Los estudios cinematográficos comenzaron a dominar el medio y el mercado cinematográfico hasta el día de hoy. La obra se apropia de imágenes del pop para desplegar tensiones presentes en nuestra sociedad a todo nivel: religioso, político, sexual, espiritual. Es una oda a la magnificencia del cine pero también al lenguaje visual como elemento de nuestra cotidianidad a través de una tecnología exuberante.

En esta instalación reconocemos a nuestros héroes y a nuestros ídolos encarnados en un DiCaprio, en una Hepburn, en Mozart desesperado y en King Kong.

Coda

Miami es también glamur a través del buen arte. La metrópoli ha ampliado poco a poco sus horizontes de entretenimiento más allá de la moda y el espectáculo. Y aunque el arte contemporáneo se viste cada vez más de espectáculo y entretenimiento, en un museo como el PAMM, que nada debe a otros museos de otras metrópolis, se pueden vivir experiencias artísticas muy gratificantes y sobre todo muy sofisticadas.

HEAVEN’S GATE (detalle), Marco Brambilla, 2021.
GRODIN, Felice Mezzbug, realidad aumentada, instalación.

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