Pablo Arosemena

Fotografías: Amaury Martínez.

Edición 430 – marzo 2018.

Entrevista---1

“Hoy el Gobierno está contaminado de correísmo económico”.

Esta entrevista es, de alguna manera, como aquellas que se hacen en la televisión, donde, a manera de contexto del tema, la charla experimenta breves interrupciones para incluir la referencia de otro diálogo o el video de una noticia o un reportaje. Aquí, la causa de la interrupción es la convocatoria oficial a una consulta popular para el cambio de ciertas reglas del juego político en el país; la pausa, un tanto más larga: un par de meses y medio. Es una entrevista hecha en dos partes, en dos fechas, en dos momentos políticos. En ambos, el entrevistado, Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil desde 2014 —cuando a los 34 años se convirtió en el dirigente del gremio más joven de la historia de la institución— anduvo atareado.

La primera parte ocurrió a finales de noviembre de 2017, el día de las elecciones del nuevo directorio de la Cámara, en medio de reuniones con los empresarios treintañeros y cuarentones que junto con él buscaban la reelección, aunque sin temer una derrota pues eran los únicos en la competencia. La otra transcurrió el 6 de febrero, dos días después de la Consulta Popular, cuando el triunfo del Sí, que él había apoyado públicamente, llevó a los actores políticos, sociales y agentes económicos —como él— a defender su visión sobre el camino a seguir en este punto de la historia del país.

Casi un milenial, de 38 años, casado y con tres hijos, descendiente de una familia con antecedentes políticos (bisnieto de Carlos Julio Arosemena Tola y sobrino nieto de Carlos Julio Arosemena Monroy, expresidentes del Ecuador), por el lado paterno, y comerciantes por el materno (su abuelo, Adolfo Marriott, fundó un comercio que es actualmente una próspera empresa con más de 80 años), se autodefine como un emprendedor liberal. Y desde esa posición ha sido un activo cuestionador de las prácticas del socialismo del siglo XXI en el que se enmarca el Gobierno de Lenín Moreno, al frente del país al que llegó como candidato oficialista tras los diez años de administración de Rafael Correa, el político que trazó la cancha con las reglas de esa ideología en el Ecuador. En noviembre la entrevista nos llevó por varios momentos de su vida y por su percepción de las ideologías.

—Se graduó como economista empresarial, pero obtuvo luego un doctorado en Economía con una tesis que versó sobre el populismo y los fondos petroleros. ¿Qué lo hace pasar de lo empresarial a la parte política de la economía?

—Cuando Rafael Correa llegó a presidente, como ecuatoriano espectador de esta puesta en escena me sentí bastante defraudado porque sentí que, más allá de los temas materiales, se estaba robando la ilusión de los jóvenes de un país mejor. Dije que quería crearme un espacio para poder hacerle un contrapeso, no a Rafael Correa sino a las ideas que este hombre llevaba adelante que, según mi criterio, son equivocadas.

—Usted tenía doce años, tal vez, cuando cayó el muro de Berlín y el comunismo.

—Sí, en el año 89.

—Creció en un nuevo orden mundial, ¿cómo lo percibe?

—Me tocó crecer en una época en la que se supone que había dos ideas que estaban bien claras y aceptadas por la mayoría de la gente: una, que la democracia es mejor que la dictadura; dos, que la economía de mercado es mejor que una economía dirigida desde arriba por el Estado. Sin embargo, con Rafael Correa, con la revolución ciudadana, hubo un retroceso de esas dos ideas básicas, porque, de alguna manera él vino a dinamitar la democracia, las instituciones democráticas y las nociones de una economía libre.

—Usted escribió con Pablo Lucio Paredes el libro La culpa es de las vacas flacas, que se publicó en 2016 y habla de aquel rasgo emocional común en quienes no se hacen responsables de sus actos, ¿no hay algo de eso también en la sociedad ecuatoriana que aún se aferra a modelos mesiánicos?

—Hay un gran desafío en el país: la culturización de la sociedad. Es necesario que haya mayor educación y es un desafío que no se resuelve solo con más presupuesto estatal, con más profesores; es un tema muy importante, que no se puede dejar solamente en manos del Estado. Y, claro, eso hace que al ecuatoriano todavía le entusiasme mucho el populismo; por eso creo que todavía no está muerto el correísmo.

—Usted se ha definido como un liberal que toma lo bueno de lo público y lo bueno de lo privado, ¿una especie de liberal del siglo XXI?

—Sí, un liberal del siglo XXI. Alguna gente me dice: “Tú eres de derecha”, y les digo, mira, el que es de derecha es liberal en los temas económicos, pero en los temas sociales o valóricos —como dicen en algunas partes— más bien son conservadores; yo soy liberal en todos los temas: en los económicos, en los sociales, y podría sentirme identificado con alguien de izquierda por la parte valórica, no por la parte económica. Entonces, creo que un liberalismo del siglo XXI tiene que ser un liberalismo alejado de conservadurismos retrógrados y tiene que ser una visión moderna, de avanzada, incluyente.

—¿Aprender de las lecciones?

—Aprender de las lecciones que, a veces, es una de las cosas más difíciles. Lo ideal sería que uno aprenda de errores de terceros, pero el Ecuador no ha aprendido de los errores de países vecinos y nos cuesta aprender de los propios, al punto en que esta década que pasó, que yo llamo “la década granada” porque nos hizo estallar como tal, es una década que, como corolario, tiene a Lenín Moreno, que en los papeles sigue la misma línea, sin perjuicio de que en la práctica esté abriendo las aguas, esté haciendo su propio camino. En las elecciones pasadas mi candidato era Guillermo Laso y yo hubiera esperado que el Ecuador se sacuda del socialismo del siglo XXI, pero todavía, al menos esta vez, no estuvo listo para eso.

—¿Y qué ha hecho el gremio de comerciantes para no echarle la culpa a la vaca estatista?

—(Risas). Es una buena pregunta. Usted sabe que el título del libro es porque cuando vivimos la bonanza económica en 2008-12, el Gobierno liderado por Rafael Correa decía que en el Ecuador se estaba viviendo una suerte de “milagro ecuatoriano”, casi éramos el jaguar latinoamericano; sin embargo, cuando el precio del petróleo empezó a cambiar y se vino abajo en 2013-15, la culpa era suya; entonces, era una inconsistencia: el mérito se lo atribuyeron ellos y la culpa a las vacas flacas.

—Ese planteamiento de La culpa es de las vacas flacas ante la crisis o el camino a la crisis, ¿no sigue vigente? Lenín Moreno apunta las culpas al segundo período de Rafael Correa, salvando su participación en el Gobierno.

—Así es, cuando todo fue realmente en la misma línea, tal vez la única diferencia fue que en el primer período gozó de un mayor precio del barril del petróleo, pero, en cuanto a la política pública, fue el mismo Rafael desde el día uno hasta el final.

—Lo que ocurrió en los tres primeros meses, ¿no fue lo que hizo posible todo lo que ocurrió en toda la década?

—Sí, el tiro de gracia en lo institucional lo pegaron desde la convocatoria ilegal a la consulta popular, el cómo principalizaron a los diputados de los manteles; entonces, desde ahí fueron lesionando el corazón de la democracia, y Lenín Moreno fue parte de todo eso. De alguna manera, hoy los tiros no se los damos a él sino que fallamos a propósito, disparamos a un lado, le disparamos al frente económico, con la expectativa de no desgastar, no a Lenín Moreno sino el proceso de consulta popular, porque creemos que el bien mayor hoy es ganar esta consulta en el sentido de eliminar para siempre esa aberración democrática que es la reelección indefinida, eso, uno; y dos, también nos metieron el tema de la plusvalía que le hace tanto daño a la economía del Ecuador.

—En el libro, al referirse al pasaje bíblico dicen que lo que hizo Rafael Correa fue como si el faraón y José hubieran amontonado el trigo a la intemperie, en lugar de construir depósitos que lo protejan, con esto, ¿no atribuyen lo que él hizo solo a negligencia o faltas de conocimiento de cómo hacerlo bien?

—Yo creo que hubo una serie de acontecimientos desafortunados, un combo tóxico: gente ideologizada al máximo, con poco pragmatismo, por un lado; por otro, gente poco democrática, que simulaban una democracia pero que no conversaban. Correa, en diez años, se reunió con los empresarios una sola vez, el 2 de marzo de 2015. Y, por último, con un proyecto de corrupción, porque, hay que decir las cosas como son, los casos de corrupción no fueron aislados y la fórmula perfecta para ella pasó cuando cesaron los informes previos de Contraloría y Procuraduría para la obra pública.

—Hay quienes creen o prefieren creer que a Rafael Correa le dañó el poder, ¿usted es de los que creen que el poder, el dinero, o similares, dañan a las personas?

—Creo que él es la combinación de una persona ultraideologizada, con las ideas incorrectas, intolerante al máximo, sin escrúpulos —porque de alguna manera para ellos el fin justifica los medios—, y eso da este resultado; ahora, ¿el poder lo hizo peor?, sí, yo creo que el poder le hizo peor, porque una persona como él sin poder es menos dañina, pero el poder amplificó sus posibilidades de ser dañino. El poder lo fue envileciendo, sin perjuicio de que él ya empezó torcido.

—Usted se define como emprendedor, dicta talleres bajo lo que ha denominado el método PAM (Pablo Arosemena Marriott), ¿qué lo caracteriza?

—Se caracteriza por la productividad alineada a metas, porque muchas veces la gente cree que ser productivo es estar ocupado y lo que me di cuenta a lo largo de mi vida es que ser productivo no tiene nada que ver con estar ocupado, que tiene que ver con hacer que las cosas pasen y que pasen las cosas más importantes para llegar a tus objetivos.

Pablo Arosemena junto a su esposa Michelle Jalil y sus hijos Juan Sebastián, Leonardo y Alicia.
Pablo Arosemena junto a su esposa Michelle Jalil y sus hijos Juan Sebastián, Leonardo y Alicia.

—¿Una carrera política?

—En un futuro, puede ser, no temo a los grandes retos; pero, por lo pronto y los próximos tres años, voy a estar metido de lleno en el ámbito gremial y comercial, que es más que suficiente. Imagínese, familia, comercio, gremio, eso es bastante, esas tres cosas me tienen el plato lleno.

Días después de aquel diálogo el día en que ganó la reelección como presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, el Consejo Nacional Electoral puso fecha a la consulta popular: 4 de febrero. Entonces, le solicité una cita tras la jornada electoral. Cuando retomamos la conversación, me topé con un dirigente gremial más cauteloso en sus respuestas.

—En meses anteriores usted había manifestado que los tiros de la crítica hacia el Gobierno, un poco a propósito, apuntaban a los ministros y no tanto hacia el presidente porque esperaban la consulta. Tras los resultados, ¿qué viene?

—Primero, hay que destacar que el Ecuador ha optado por un cambio, es un triunfo de la mayoría de la ciudadanía que ha dicho: “Sí, quiero vivir en un Ecuador democrático”, y parte esencial en la democracia es la alternancia en el poder. Es algo positivo, ganó el sentido común y, de alguna manera, nunca nadie debería poder perpetuarse en el poder; ahora, una vez que se limpió la cancha, queda la oportunidad para que el presidente de la República se enfoque en los temas económicos; entonces, este es el momento crucial en el que, más allá de los temas políticos que hoy se empiezan a resolver, con la alternancia en el poder, quedan los temas económicos y esa es la principal tarea pendiente.

—El triunfo del Sí obliga a la Asamblea a derogar la Ley de Plusvalía, pero ya el presidente Moreno y sus ministros hablan de una nueva ley.

—Lo único que cabe es cumplir con el mandato de la consulta popular que, en el caso de la pregunta sobre la Ley de Plusvalía, fue derogarla, y que sea publicada en el Registro Oficial a la mayor brevedad posible. Eso tiene que darse de inmediato, siguiendo los tiempos legislativos, con lo cual verá a la luz su derogación seguramente en los próximos meses, es lo único que cabe. No hay chance para interpretaciones ni nuevas leyes al respecto.

—Pero, frente a las declaraciones del presidente, hablando de una ley para evitar la especulación, ¿no es evidente que el Gobierno tiene su propia agenda?

—Yo creo que hay dos cosas: una, la derogación de la Ley de Plusvalía, que es un mandato popular que solamente hay que acatarlo; dos, cualquier otra idea que tengan es aparte y tendrá que ser discutida en la Asamblea, eventualmente, y nunca podrá irse en contra del reciente pronunciamiento del mandato popular. Yo no me preocuparé por eso.

—El presidente habla de paz y trabajo, dice que la victoria del Sí abre caminos, que es la hora de volver a abrazarnos, ¿cómo toma este discurso?

—La concordia, digamos, la paz, siempre es positiva; la unión entre los ecuatorianos. En ese sentido, desde el sector privado siempre va a encontrar este Gobierno, o cualquiera, los brazos abiertos porque nosotros queremos construir un país productivo, queremos generar plazas de empleo, atraer la inversión; pero, más allá de los discursos y las buenas intenciones, hay que corroborarlas con acciones, y ahí están las tareas pendientes que tiene el Gobierno, específicamente lo que tiene que ver con abrir nuevos mercados, acuerdos con Estados Unidos, la Alianza del Pacífico, con bajar impuestos y eliminar esta “paque-tasa” que afecta las importaciones, no subir aranceles, eliminar el anticipo del impuesto a la renta a todas las empresas y crear confianza. En la medida en que se logren estas cosas, las buenas palabras van a estar acompañadas por hechos que van a ofrecer un clima de confianza que permita reactivar la producción y el comercio.

—Sin embargo, lo político está ahí y, por ejemplo, la ministra de Justicia, que fue parte de la terna a vicepresidenta, habla de que no tienen la intención de cambiar la propuesta ganadora del año pasado y que no se vaya a entender que las propuestas económicas se elaboran en las cámaras, ¿cómo toma este otro discurso?

—La consulta popular no es un cheque en blanco que le da la ciudadanía al Gobierno, sino más bien un pagaré que tiene este con la ciudadanía. La victoria abrumadora del Sí en la consulta popular más que un respaldo al presidente es un mensaje que se le está dando a él. ¿Cuál es el mensaje? Cambio. Que continúe con los cambios que está haciendo en lo político y los lleve también al ámbito económico. En ese sentido, el cambio que hace falta en lo económico es cambiar el correísmo económico, porque hoy el Gobierno está contaminado de él, por personas que tienen una mentalidad que no está acorde con los nuevos tiempos. Nosotros esperamos que ese correísmo económico sea depurado del Gobierno por el bien del Ecuador.

Entrevista---3
“Tengo dos oídos, y uno lo quiero tener muy cercano a los socios para escuchar lo que ellos quieren y cómo nosotros podemos servirle; y mi otro oído y boca para conversar con el sector público”.

—Nosotros estamos siempre atentos y vigilantes a que se cumpla el mandato ciudadano. Como gremio, a que se cumpla lo que tiene que ver con el bienestar de los comerciantes, y el comercio, para poder resurgir; no lo puede hacer cuando hay paque-tasas, trabas, restricciones económicas.

—¿Ustedes como gremios tienen una agenda frente a este nuevo momento?

—Sí, definitivamente: es mejor la situación actual en la que te quieren dar un abrazo a una en la que te quieren dar un correazo; eso como punto de partida, eso para sentarnos a conversar. Antes, no se podía conversar. Ahora, que esa conversación nos lleve a puerto seguro en buena medida depende de la capacidad que tengamos los gremios para orientar al sector público, después de todo esa es nuestra razón de ser. Nosotros estamos aquí para promover la democracia y para impulsar los principios básicos que mueven a los países a convertirse en desarrollados, necesitamos más comercio… Lo hemos hablado con el presidente Moreno y lo seguiremos haciendo; creemos que, para que él nos pueda escuchar, es sumamente importante remover esos obstáculos del correísmo económico, esos rezagos o vestigios; aquellas personas que todavía están encaramadas en el poder y siguen con esa mentalidad.

—¿Cree que el momento político del país ha pasado? Parafraseando al mismo expresidente Correa, hay quienes ya le dicen cadáver insepulto, hay prensa extranjera que titula el fin de la era Correa, ¿cree que es así?

—Creo que, tal vez, Rafael Correa políticamente no tenga ya muchos chances, más allá de que es potencialmente sujeto de ser judicializado, pero el correísmo como corriente de pensamiento que exacerba las ideas marxistas, intervencionistas, autoritarias y un poco las más bajas pasiones de los seres políticos, creo que eso no ha muerto y va a estar un tiempo más. Entonces, por eso, más allá de la persona en sí, que puede tener un futuro pero a nivel judicial, lo importante son las ideas de Rafael Correa, que esas ideas no prosperen porque son las ideas que nos estancaron al menos diez años.

—En los últimos ocho meses el país ha estado concentrado en denuncias e investigaciones sobre la corrupción del Gobierno anterior, ¿usted cree, a partir de las gestiones que se han hecho desde los organismos de justicia, que irán presos quienes deban ir?

—El exvicepresidente ya está preso y parece que va a estar por ahí un buen tiempo y eso es un síntoma de que la justicia está empezando a funcionar.

—Aunque por un delito menor, pese a los indicios que aportaron las pruebas de las denuncias.

—Ahora, también es cierto que uno de los males crónicos del Ecuador es la falta de justicia, no hemos tenido un Estado de derecho; y no es que antes de Correa teníamos y él se lo llevó. Ese es nuestro problema, la falta de un sistema de justicia imparcial, pero ahora se abre una oportunidad con el cambio del Consejo de Participación Ciudadana y esperemos a que eso conlleve mayores cambios. En la década de Rafael Correa él inauguró edificios para impartir justicia, pero la justicia todavía no ha sido inaugurada en el Ecuador. Hay una gran oportunidad de trabajar en eso, y eso es fundamental, la seguridad jurídica para los negocios, porque sin seguridad jurídica no hay país que pueda salir adelante.

—Sigue vigente la frase de Jaime Roldós, cuando inauguró el Palacio de Justicia en Guayaquil y dijo que ahora faltaba inaugurar la justicia.

—Así es, estaba pensando en eso. Ha pasado el tiempo, pero eso no ha pasado.

—Si el expresidente Correa continúa con la custodia pública que él creó para sí, si el fiscal Baca traslada a Guayaquil el lugar para que él declare en el caso PetroChina, si dice que sabía sobre la bomba en San Lorenzo y aún no se concreta el llamado a que declare por esta causa, ¿no es evidente que hay mucho de “ver y dejar pasar”? ¿En qué escenario estamos?

—En uno donde la justicia todavía no logra operar libremente; necesitamos que opere con libertad, con imparcialidad, sin depender de nadie, sin temer ni favorecer a nadie.

—¿Qué papel tiene aquí el Gobierno, sin intervenir en la justicia, claro, pero sí en defender los temas de seguridad y de transparencia frente a la corrupción?

—El Gobierno tiene un gran papel y es el de liderar con el ejemplo y no tolerar la corrupción, porque si bien venimos de una época donde, desde la cúspide del poder, se toleraba la corrupción en el sentido de que se miraba a otro lado, hoy el presidente te dice: “Si sabes algo, ¡denúncialo!”.

—¿Pero, que ha hecho frente a lo de San Lorenzo?

—Es muy distinto al paradigma anterior donde no podías ni siquiera hablar. Hemos mejorado un poco, pero todavía falta muchísimo por recorrer.

—¿Cree que hay un divorcio o un acuerdo entre el presidente Moreno y el expresidente Correa?

—Hay un divorcio completo.

—¿Qué apertura cree que dará el Gobierno a propuestas a las usted se refería, como los tratados bilaterales de libre comercio?

—Por lo que he escuchado al presidente directamente, parece que hay una gran apertura, muy favorable: hay que empujar a que se firme un acuerdo con Estados Unidos, uno bilateral, en la medida de lo posible este mismo año 2018, porque esa es la urgencia que tiene el Ecuador para tener más mercado y, por ende, más oportunidades para abrir negocios y generar empleos.

—¿Un optimista bien informado?, ¿en qué basa su expectativa?

—Sí, yo creo que el vaso siempre es mejor verlo medio lleno a verlo medio vacío, porque si tú eres comerciante y eres pesimista no te va a ir bien como comerciante; entonces, aumentas tus probabilidades de éxito cuando eres optimista y luego hay que combinar eso con información relevante para tomar decisiones. Creo que se vienen tiempos mejores, tal vez no gracias a Lenín Moreno, pero sí a pesar de él; y, sin duda, los gremios vamos a jugar un rol importante en los próximos años.

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