@pescadoandrade
La cartelera está llena con afiches que anuncian películas nominadas al Óscar 2023 en alguna categoría. Según confirmo ahora mismo, en Quito se pueden ver 16 cintas en competencia.
El marco es amplio. Se cuentan, por ejemplo, “El gato con botas” y “Avatar”, que no me parecen una obligación ni mucho menos, pero hay otras cosas, y la oportunidad de verlas.
Luego de las respectivas investigaciones y encuestas, de hablar con cineastas y cinéfilos, siguiendo el debido proceso, capto que varias de estas cintas se encuentran dentro de la categoría más atractiva de todas: las que no se pueden dejar de ver.
Los cineastas están haciendo campaña, sobre todo, por “Tár”, la historia real de una compositora y conductora de música clásica, la primera mujer en hacerse cargo de una gran orquesta en Alemania.
Cuando digo que están haciendo campaña me refiero principalmente al hecho de empujarte al cine.
Hay que verla en el cine
No vamos a entrar aquí en la discusión de dónde o cómo es mejor ver una película, yo siento que si realmente quieres ver algo debes verlo como puedas y lo antes posible. Pero, es cierto: ver una película en pantalla grande, a oscuras y con el sonido mejor dispuesto, es la manera más precisa y pura de acercarse a eso que sus creadores buscan ofrecer.
Además, pocas cosas tan placenteras e inspiradoras como ver trabajar a Cate Blanchett, y ella es la protagonista de “Tár“.
Sin novedad en el frente
Otra por la que todo el mundo está dispuesto a ir al cine, varias veces si hace falta, es “Sin novedad en el frente”. Esta, también de tema alemán, pasa durante la Primera Guerra Mundial y tiene al centro un joven de 17 años que, lleno de patriotismo, comidos el cuento y el discurso, se enlista en el ejército y, ya en primera línea, conoce de primera mano el horror, el engaño, la decepción, el sinsentido del combate. Va sobre la guerra, pero es antibélica. Y sus formas, la manera en que ha escogido mostrarse, ponen a la misma altura los valores estéticos y emocionales.
“Todo, en todas partes, al mismo tiempo“
Lo de “Todo, en todas partes, al mismo tiempo“ no lo entiendo. Yo no la soporté, me salí de la sala antes del final, sin culpas ni arrepentimientos. La película parece una red social, no logra concentrarse en nada, está muy ocupada tratando de distraer e impresionar, de hacerte mirar en varias direcciones, es insegura y parece llena de notificaciones. Paso.
Argentina 1985
Pero vale ver o repetirse “Argentina, 1985”, y de paso entrar a la discusión tan temida. ¿Por qué gusta tanto? ¿Es tan buena como dicen o es su trama tan políticamente correcta y necesaria que no se puede hablar mal de ella? El alcance de Ricardo Darín se ha vuelto planetario, eso no está en duda, pero fíjense en la historia y en sus personajes y verán que no les pasa gran cosa, sirven como soporte para una causa mayor, recordar los horrores de una dictadura y la importancia de juzgarlos y condenarlos, pero no llegan a dejar huella a nivel personal.
Y sí, el cine sigue siendo una cuestión uno a uno.
Elvis en los Oscar 2023
Me asombra también, y esto viene de los cineastas, lo muy entusiasmados que andamos con “Elvis”. Es un espectáculo, una gran puesta en escena, pero de nuevo, da la impresión de arriesgarse a todo, menos a ser aburrida o lenta. Digo, las pausas sirven para acercarse, y en “Elvis” está todo tan pensado y cuidado que la misma piel de la cinta marca una clara frontera entre los de arriba y los de abajo, los que vinieron a ver y los que vinieron a ser vistos. Aún así, y esto lo reconozco sin dificultad, se entiende lo que hay que entender: la música no se mancha, la música sigue siendo nada menos que genial, y filmar esa sensación pone en sus mejores obligaciones al talento.
No sé cuántos de ustedes estén dispuestos a ver mucho más, de hecho, me sorprende que haya tantos platos sobre la mesa, pero acá es mejor que sobre a que falte.
Imperio de luz
No se pierdan “Imperio de luz”. Esto lo recomiendo por principios nerds: Sam Mendes, el director, estuvo en su momento destinado o condenado a Hollywood, pero ha logrado consumar su carrera atendiendo tanto a la industria como a su búsqueda personal, que es al fin y al cabo lo que un artista debe permitirse a toda costa. La búsqueda no es negociable.
“Imperio de luz” sucede en los interiores de un cine, en los 80s y en una pequeña ciudad de las costas británicas. Y lo importante, lo que termina imponiéndose y recordándose, es que la ilusión puede ser una isla, un resort, una especie de club privado y seguro donde nadie logrará hacernos daño. No por eso se puede vivir en vacación permanente.
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