Sin salida, de Sartre, la nueva aventura teatral de Cordero

Tras el éxito que tuvo la adaptación para teatro de su película Rabia, el cineasta Sebastián Cordero, emprende nuevamente el reto de dirigir una obra teatral. Sin salida, de Jean-Paul Sartre, es un oscuro drama existencial donde tres condenados al infierno buscan redención. Interpretada por Alejandro Fajardo, Lisette Rezabala y Erika Vélez, la obra se presenta en el Teatro Sánchez Aguilar del 5 al 21 de enero.

Obra "Sin Salida" dirigida por Sebastián Cordero.
Fotografías: Cortesía Sebastián Cordero

Has muerto y el infierno es una sala con personas que no conocen nada de ti, excepto el peor error que cometiste en tu vida; eso en lo que no te gusta pensar y de lo que no estás seguro si te arrepientes o no. Se han formado una opinión de ti basados en tu parte más oscura y, para ellos eres solo eso. Intentas desesperadamente explicarles tus intenciones, darles el contexto, justificarte de alguna manera porque necesitas una mirada empática, amable.

Y no sirve de nada, no hay resarcimiento ni redención posible, has muerto antes de poder enmendarte y no tendrás paz. Poco a poco, esa mirada implacable de tus jueces va calando en ti y vas adoptándola como propia. Con horror descubres que eres —quizás siempre fuiste— exactamente eso que ellos creen de ti. Y lo mismo les pasa a ellos, son tu espejo y tú eres el suyo, pero ninguno es capaz de mirarse con amor, por eso están juntos para siempre. Este es el escenario que plantea el filósofo francés Jean-Paul Sartre, en Sin salida, la obra que Sebastián Cordero presenta este mes en el Teatro Sánchez Aguilar.

El infierno son los otros

Obra "Sin Salida" dirigida por Sebastián Cordero.

Sin salida, cuyo título original en francés es A puerta cerrada (Huis clos), se presentó por primera vez en 1944, poco antes de que las fuerzas aliadas liberaran a París de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En medio del enfrentamiento bélico que causó millones de muertos en toda Europa, los personajes creados por Sartre llegan a la terrible conclusión de que “El infierno son los otros” y esta frase se convierte en la favorita de la generación beat en Estados Unidos y de círculos intelectuales alrededor del mundo.

Sin embargo, Sartre pensaba que muchos de los que la usaban no la entendían del todo. En 1964 dijo: “Han creído que con ello quería decir que nuestras relaciones con los demás siempre estaban envenenadas… Lo que quiero decir es que, si las relaciones con el otro están viciadas, entonces el otro solo puede ser el infierno… porque los demás son, en el fondo, lo más importante en nosotros mismos, para nuestro propio conocimiento de nosotros mismos… Diga yo lo que diga acerca de mí, siempre el juicio ajeno entra en ello… Si mis relaciones son malas, me coloco en una dependencia total respecto del otro y entonces, en efecto, estoy en el infierno”.

Un año después del estreno de la obra, Sartre publicó su ensayo más importante El ser y la nada, con el que se consagró como uno de los pensadores más importantes del siglo XX, llegando incluso a obtener y rechazar el Premio Nobel de Literatura.

Cordero: “Me interesa explorar el encierro”

Sebastián Cordero (@sebastiancordero23), uno de los cineastas más importantes del país, vivió en Francia entre los nueve y los quince años. Fue allí donde leyó la obra por primera vez y le causó tal impacto que decidió montarla en el Ecuador. Recuerda que después de tomar una clase de literatura existencialista, lo marcó una de las ideas más destacadas de la filosofía de Sartre: “La existencia define y precede la esencia”.

Cordero la interpreta así: “Puedes tener todas las mejores intenciones, pero son irrelevantes frente a las acciones que tomas y eso define quién eres”. En Sin salida, “los personajes tenían la intención de ser una persona distinta a la que terminaron siendo. Entonces, te obliga a plantearte la complejidad de los personajes y el contraste entre sus intenciones y acciones”, explica.

Para el actor Alejandro Fajardo, uno de los protagonistas de la obra, su personaje ejemplifica esa complejidad. “Él quiso hacer algo en teoría bueno, pero al final es un hombre bastante malo, que tiene la necesidad de salvarse, pero no se arrepiente, quiere acomodar su vida para no aceptar su realidad y su infierno es estar atrapado en un loop con estos otros dos personajes (Lisette Rezabala y Erika Vélez) con quienes tiene un juego de poder y alianzas que se arman en una frase y se desarman en la siguiente. Cada uno usa a alguien para causar daño a alguien más. De ahí la famosa frase”.

Cordero, director de películas como Ratas, ratones, rateros; Pescador y Sin muertos no hay carnaval, dice que su incursión en el teatro ha sido un proceso muy orgánico. La primera obra que dirigió fue la adaptación teatral de su película Rabia, que se montóen 2018 en Casa Cino Fabiani, sobre un hombre que, para huir de un crimen, se esconde en la casa donde su novia trabaja como empleada doméstica. “Tanto Rabia como Sin salida tienen que ver con el encierro, que es un tema que me interesa explorar y me parece relevante en un contexto pospandemia, no tanto como un encierro físico sino algo más profundo”, dice Cordero.

Mientras en Rabia el director exploró la modalidad de teatro inmersivo —donde el público va moviéndose con los actores de una habitación a otra—, en Sin salida, el público estará dispuesto en un cuadrilátero alrededor del escenario, jugando así con la idea de la mirada constante del otro en el infierno.

Obra "Sin Salida" dirigida por Sebastián Cordero.

El teatro está vivo

Cordero resalta que para un director de cine siempre es un reto trabajar en vivo, sobre todo en una obra minimalista como la de Sartre, donde los personajes están todo el tiempo en escena y tienen muy pocos elementos. “Si en el cine llegaste al punto donde querías llegar con los actores y la cámara estaba rodando, ya lo tienes.

En cambio, en el teatro tienes que lograr eso todas las noches y esa intensidad es muy interesante”, dice. En definitiva, la magia del teatro es que está vivo y cada función puede ser distinta, “es un proceso creativo constante donde las dinámicas entre los actores se van construyendo y desarrollando poco a poco”, explica.

Sin salida dura una hora y veinte minutos, y fue producida por Arnaldo Gálvez. La obra tiene nueve funciones programadas en el Teatro Sánchez Aguilar, de jueves a sábado desde el 5 al 21 de enero. Se planea llevarla a Quito y otras ciudades. Sin duda, es una obra que promete.

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