El miedo a vacunarse contra el coronavirus, por la “reacción” que pueda ocasionar, está basado en mitos más que en evidencia. Lo cierto es que una vacuna, cualquiera que sea, es mejor que tener covid-19.

La evidencia científica ha demostrado que la enfermedad deja secuelas en ocho de cada diez sobrevivientes y que uno o dos de cada cien contagiados mueren. Por eso, “siempre va a ser mejor tener la vacuna que no tenerla”, dice a Mundo Diners la divulgadora científica mexicana Carol Perelman. “Sabemos por la historia de la humanidad que las vacunas son la mejor estrategia de salud pública para prevenir enfermedades contagiosas, incluso para erradicarlas”, añade.
Por ello, asegura que el beneficio de tener vacunas es mayor al riesgo de no tenerlas y que la única forma de llegar a la inmunidad de rebaño o de grupo es a través de la inmunización, bajando la circulación del virus.
Dicho esto, primero hay que entender qué significa la eficacia de la vacuna (Pfizer, 95 %; AstraZeneca, 70 %; Sputnik, 92 %). Esos porcentajes indican qué tan eficaces son para prevenir la covid-19 con síntomas, pero se ha demostrado que todas las vacunas previenen prácticamente en 100 % las hospitalizaciones y las muertes. Por ello son tan necesarias y urgentes.
Muchas personas temen reacciones adversas y es verdad que existen efectos secundarios, pero son los esperados, es decir, “es normal tener dolor en el brazo o sentir fatiga al día siguiente, fiebre, dolor de cabeza, escalofrío”, apunta la también química farmacéutica y agrega que “incluso es una evidencia de que la vacuna está haciendo lo que debe hacer, que es activar al sistema inmunológico”.
De una forma más sencilla, se puede decir que la vacuna es como un simulacro a través del cual “el cuerpo reconoce a este disfraz de coronavirus y al momento en que lo deba enfrentar de verdad tenga la capacidad de neutralizarlo y detener la enfermedad”.
Al respecto, Perelman enfatiza en que se debe tener cuidado de los “efectos falsos”, pues hay enfermedades que seguirán existiendo y no deben vincularse a la vacuna. Asimismo, hay que tener en cuenta que alrededor del mundo se está haciendo un minucioso trabajo de farmacovigilancia para identificar cualquier efecto grave que se pueda registrar.
“Claro que es terrible que una persona en millones pueda tener un efecto adverso, pero es un caso en millones. Mi invitación es a entender que si bien la vacuna no es 100 % efectiva, sin duda, es la vía que nos va a sacar de la pandemia, sí nos va a proteger contra casos graves, hospitalizaciones y muertes por covid-19, y sin duda, es mucho más segura que no aplicarla”, anota la también integrante de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica.
Todos los efectos mencionados previamente, aunque molestos, son normales, y estas vacunas no han demostrado tener reacciones adversas importantes como para considerar no vacunarse. Por ello, insiste en que las reacciones esperadas son: dolor en el sitio de aplicación, sudoración, fiebre, dolor de cabeza y dolor muscular, pero luego de 48 horas estos malestares desaparecen.
De allí que no hay ninguna contraindicación para vacunarse, excepto con las vacunas producidas por Pfizer y Moderna en caso de personas alérgicas al polietilenglicol, que es una de las sustancias que se usan para elaborar la vacuna, pero nada más. Perelman recalca que “todo el mundo puede vacunarse. Siempre va a ser más molesto tener covid-19 que vacunarse. Vacunarse nos va a permitir regresar a la normalidad”.
Es decir, es necesario que la ciudadanía comprenda que cualquier efecto secundario será menor que la enfermedad y sus consecuencias, pues existe evidencia de que personas que han superado la covid, luego, han registrado pérdida de cabello, depresión, ansiedad, estrés postraumático, neuropatías, diabetes o problemas renales, y todo aquello se puede evitar con una vacuna.
Pero hay que tomar en cuenta que el camino no termina allí y que es un proceso paulatino. “Tenemos que seguir con mascarilla hasta que terminemos de vacunarnos todos, porque la circulación del virus sigue. Hay una diferencia entre infección y enfermedad. Yo puedo infectarme del virus y no desarrollar enfermedad porque estoy vacunado, pero no sabemos todavía si la vacuna previene la infección”.
Hasta que esto ocurra, la receta es mantener las medidas que hasta ahora sabemos que sí funcionan: mascarilla, espacios ventilados, estar en casa la mayor cantidad de tiempo, distanciamiento social y lavado frecuente de manos.
(Ángela Meléndez)