Las niñas despuntan, pero aún cargan el peso de la inequidad

La mayoría de estudiantes en Ecuador es niña. En las evaluaciones sacan mejores notas. Pero cargan con tareas de cuidado, que les restan oportunidades.

En los recreos, María Elena Calvopiña aún escucha el: ‘pareces niñita’ y otras versiones de la frase que dan por hecho que ellas son débiles y los niños, fuertes. Pero la profesora cuenta que cada vez son menos los comentarios de estilo machista en el tercero de básica.

En su clase, en un plantel fiscomisional del sur de Quito, hay 18 niños y 16 niñas. De ellos, Samantha tiene el mejor promedio. En Ecuador, la mayoría (50,3% de 4,3 millones) de estudiantes registrados por el Ministerio de Educación es niña o adolescente. En las evaluaciones de conocimientos, ellas presentan mejores promedios en Lectura y Matemáticas. 

Eso se lee en los resultados del Cuarto Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), para América Latina y el Caribe. El examen lo aplicó el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece) en 2019, antes de la pandemia.

Niñas y derechos básicos

Pese a que algunos datos podrían hacernos sentir poderosas, en Ecuador y en el mundo, las niñas y mujeres aún pelean por derechos básicos.

¿Por qué? A las niñas se les sigue asignando el rol de cuidadoras por concepciones patriarcales en países, en donde se considera que ciertas tareas son naturalmente femeninas.

Así detalla el estudio Situación de la niñez y adolescencia en Ecuador 2019, de Unicef, Child Fund, CARE, Plan Internacional y World Vision. Si la madre trabaja, las niñas asumen más carga en el hogar.

En esa línea, el estudio concluye: las niñas y adolescentes corren el riesgo de, al convertirse en cuidadoras, ser excluidas del sistema escolar. Eso recorta sus posibilidades de acceder a un mejor trabajo y se les hace imposible dejar el círculo de la pobreza.

En el país aún hay mucho por hacer para combatir los estereotipos de género, opina Alison Vásconez, especialista de programas en ONU Mujeres Ecuador. “Todavía existen unos roles muy diferenciados en la educación formal y en la casa; a veces son inconscientes, pero se mantienen”.

Vásconez pone ejemplos. Para menospreciar es común que los varones se llamen unos a otros ‘mija’. Se cree -anota- que lo masculino y su forma de liderazgo autoritario es superior a todo lo que se atribuye a lo femenino, como la sensibilidad. En las familias aún, al repartir el alimento, se ofrece las mejores raciones a los niños y a los hombres.

Pese a esos hechos, a la profesora María Elena Calvopiña le parece que algunos padres están dejando atrás los roles de género al repartir tareas. Lo ve en los papás más jóvenes. Pero lo que se dividen es el cuidado de los hijos, mas no las tareas de limpieza.

No solo en épocas de crisis, como en la pandemia, las niñas asumen más responsabilidades, sostiene Vásconez, de ONU Mujeres.

La profesora Calvopiña, tiene un ejemplo de esta situación. Una de sus alumnas que vive con su madre y abuelo, al llegar a casa, luego de clases, tiene que servirle la comida al señor, de 80 años.

“Ella tiene problemas con el lenguaje, le cuesta reconocer las letras, deben evaluarle para saber si es dislexia”, pero no es la prioridad.

En Vivir el confinamiento: las niñas y la covid-19, de Plan Internacional Ecuador, se puede ver el impacto de la pobreza. El panorama pintaba mal para ellas antes de la pandemia.

Cálculos mundiales dicen que siete millones de estudiantes podrían abandonar la escuela. La pérdida alcanzaría los USD 10 billones en ingresos de esta generación de alumnos en su vida laboral.

Las voces de las niñas

Mayra Montenegro es maestra de séptimo de básica en un colegio particular católico de Quito. En los últimos días de enero conversó con sus 36 estudiantes (mayoría niñas) sobre Eloy Alfaro.

Las niñas le decían que Alfaro les dio la oportunidad de estudiar, de lo contrario solo podrían ser amas de casa. Una contó que quería ser presidenta del Ecuador y otra policía.

En el colegio decidieron que, en el campeonato deportivo, los equipos serían mixtos, por primera vez. Al inicio, los niños estaban molestos. Pero luego se animaron a entrenarlas.

Samantha recuerda que, en ocasiones, ellos les repiten que no pueden ser parte de sus partidos de fútbol y les recomiendan jugar a las escondidas.

“Ellos no saben que los hombres y las mujeres podemos hacer de todo. Mi papi hace unas ricas empanadas”.

Samantha, 8 años.

Su hermana Joffania, de 13, comenta que aún no sabe qué estudiará en la universidad. “Estoy entre ingeniería o veterinaria”.

El ciclo anterior, un compañero intentó llamar su atención, le rayaba los cuadernos y le tomó de la muñeca bruscamente. Terminaron peleando y su mamá habló con el tutor.

“Desde chicos, los hombres creen que pueden manipular a las mujeres. Eso no es correcto. Mi esposo les ha enseñado a ser firmes y a decir no e incluso a gritar, morder y a dar golpes, para no permitir abusos”, cuenta la mamá de Joffania.

Testimonio

Mamá científica y papá arquitecto

En Vancouver, Canadá, Estefanía Espín estudia un PhD en Medicina Experimental en la Universidad de British Columbia. Desde allá habla de cómo ella y su esposo Daniel Torres, arquitecto, crían a su única hija, Milena, de 5 años.

Para Estefanía, el ejemplo es la mejor forma de dejar huellas. Así, ella y su marido comparten las tareas y el tiempo que le dedican a Milena. Esta madre le recalca a su niña que dejaron Ecuador gracias a que está en una beca, estudiando para alcanzar sus sueños.

Milena nació de forma prematura extrema, por lo que pasó 53 días en el hospital. Así que le repiten que siempre ha sido valiente y resiliente.

Estefanía no intenta convencerla de seguir su camino, tampoco su padre. Pero quieren mostrarle que tiene todas las posibilidades, para que escoja lo que quiera hacer en el futuro.  

Como padres buscan darle herramientas para crecer en una sociedad, como la ecuatoriana, a la que esperan volver. Desde pequeña le han dicho que su cuerpo es de ella, que nunca se someta a hacer algo que no quiera.

Como toda niña está en la fase de gusto por las películas de princesas. Así que Estefanía hace que vea Encantada y le dice que las princesas no requieren que alguien las salve.

En Ecuador ya se registra la llamada ‘feminización’ de la matrícula universitaria, hay más estudiantes mujeres en las aulas. Pero a ellas les resulta más complicado culminar sus carreras. Y siguen, mayoritariamente, carreras relacionadas con las ciencias sociales.

Ana Vásconez, de ONU Mujeres, señala que el camino por recorrer hacia un Ecuador más igualitario, es largo. Considera que en las facultades de Educación se debe enseñar a los futuros profesores cómo evitar caer en estereotipos de género; también hay que incidir en política pública en todos los ministerios e incorporar a mujeres en cargos directivos.

Te podría interesar:

¿Te resultó interesante este contenido?
Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Más artículos de la edición actual