Ñañas de pierna

Diners 464 – Enero 2021.
Ilustraciones: Shutterstock

Hay expresiones que se van inventando sobre la marcha para definir, sin que quepan dudas, ciertas circunstancias particulares de la humanidad. Y de esas expresiones, las que mejor funcionan son las que se convierten en parte del idioma.

El término “hermano de pierna” es muy antiguo y se usa en varios países de Latinoamérica (Ecuador, Chile y Argentina). Define a dos o más personas que en algún momento tuvieron (o tienen) una pareja sexual en común. Para nacionalizar esta expresión, en el Ecuador usamos la lengua kichwa y decimos “ñaños de pierna”. Si bien en el pasado su uso solía pasar por la sorna, en nuestros días es una relación que sale del clóset y se puede transformar en cariño verdadero. Anímate y verás.

“Me llevo mejor con mis ñañas de pierna que con mis ex”, dice Olinguito en Twitter, y sus seguidores concuerdan con ella. Al músico Lenny Kravitz se lo elogia por la gran amistad que tiene con el marido de la madre de sus hijos, Lisa Bonet: “Amo a su esposo. Es como un hermano para mí”, ha dicho: su ñaño de pierna es nada menos que Jason Momoa, también conocido como Aquaman y Khal Drogo de Juego de tronos.

Todos tenemos ñaños de pierna y algunos seguro son fantásticos. El tema es cómo llevar la relación.

Según un estudio realizado en 2010 sobre los hábitos sexuales de los latinoamericanos (por el grupo de Diarios América) resultó que en el Ecuador tenemos, como promedio, siete parejas sexuales a lo largo de nuestra vida (bajito-bajito, si consideramos que en Brasil son doce, en Argentina diez y en Colombia nueve). Siempre hay que desconfiar de este tipo de encuestas, porque el pudor, la fantasía y el patriarcado hacen de las suyas con la estadística. Las mujeres tienden a rebajarse el número de compañeros sexuales para salvaguardar su reputación, mientras que los hombres se animan a engrosar su currículum sumando hazañas imaginarias. Pero pongamos siete. Si, en promedio, lector ecuatoriano, estarás a lo largo de tu vida con siete compañeros sexuales, y esos a su vez con seis más —aparte de ti—, entonces como mínimo tendrás 42 hermanos y/o hermanas de pierna caminando por el mundo. Hay que hacerse cargo.

¿Cuáles son las características de una persona que tendrá un mayor número de parejas sexuales a lo largo de la vida y, por lo tanto, más ñaños de pierna? Según un estudio, publicado en BMJ Sexual & Reproductive Health, que fue llevado a cabo en Inglaterra, este es el perfil. Hay datos curiosos:

• Estar soltero o separado (es tan obvio que no vamos a decir obvio).

• Fumar y beber alcohol.

• Tener una menor edad.

• Solo en hombres: los homosexuales, y estar en los niveles más altos y más bajos de riqueza.

• Solo en mujeres: ser bisexual, etnia blanca, mantener una actividad física regular.

La Sociedad Europea de Ginecología concluyó que la media de parejas sexuales de una mujer europea es de diez. Los hombres rebasarían la treintena. Quien esto escribe supera de largo el promedio nacional (siete) y el europeo (el de los hombres), y a mucha honra. Habiendo vivido en la misma ciudad casi toda la vida, con 44 años, un implacable gusto por la cerveza y una cédula que siempre ha dicho y dirá soltera. Dejé de sacar cuentas hace rato, pero créanme: tengo un montón de ñañas de pierna.

En este punto, algo importante: la pierna. La pierna es fundamental. Si todo terminó bien y quedamos de amigos (con la pierna), la ñañería fluye, pero lamentablemente no siempre es así. Y es fácil concluir que una pierna turra te emparente con hermanas turras. Pero, ojo, algo hubo en esa pierna —feísima— que ambas vimos atractivo en su momento, o algo similar activó en nuestra psique: un trauma común, quizá. Vernos reflejadas en nuestras ñañas de pierna es un ejercicio de autoconocimiento y humildad.

Aunque hay tantas clases de ñañas y ñaños de pierna como relaciones de este tipo existen en el mundo, a continuación, haré un pequeño recuento de los tipos de hermanas que el destino me ha dado. Mirar la propia vida como quien lee una historia ajena es divertido.

La ñaña de otro tiempo

Son las más fáciles de querer porque los celos, el principal obstáculo para el amor entre hermanas de pierna, están amortiguados. Lo que no fue en tu año no te hará daño. Hágase amiga, préstense ropa, cuéntense y ríanse de cosas que saben de la pierna para mortificarla. Sean felices. No sean como H, que me odia porque fui novia de R unos pocos meses (pierna turrísima, por cierto). Ustedes habían terminado, yo no te lo quité, y si lo hubiera hecho habría sido un favor. Invítame a tu cumple, oye.

La ñaña simultánea

Esto ya es más jodido. Hay estudios que comprueban que el poliamor es la única manera de vivir en paz, pero por nuestros lares es algo que recién empieza a más o menos popularizarse y nadie sabe bien cómo mismo funciona. (Suerte en eso, pioneros). Por otra parte, lo que hay bastante por acá es mucha pierna traicionera, y en ciertos casos hasta las ñañas más feministas nos pasamos la sororidad por lugares de nuestra anatomía por donde no pasa mucho el sol. En cualquier caso, estas relaciones existen y merecen una reflexión. Cuando tu grito de guerra es: “Si tu novia no soy yo, para mí tú estás soltero”, estás negando la existencia de una hermana: el karma es una perra y tarde o temprano vuelve y te muerde.

La ñaña en corto

A veces las dos (tres o cuatro) sabemos que somos ñañas, y es más divertido hacerle creer a la pierna que no lo sabemos. Solo porque sí.

La ñaña tímida

Hay un tipo de hermanita, de otro tiempo o simultánea, que se muere por revelar su relación con una, pero le da cosita. ¿Será por todos los siglos de colonialismo español que no en balde la han hecho cobarde?, como diría el cantor. Solo ella sabrá sus razones. Pero sé que estás ahí y algún día te encontraré.

La ñaña hereditaria

No se qué tan común sea esto, pero una de mis mejores amigas, y compañera de banda (#LasChepas), es mi hermana de pierna de segunda generación. Nuestras madres no se quieren mucho (fueron ñañas simultáneas y la cosa no se resolvió bien), pero ella y yo mantenemos firme nuestra relación que ya suma varias piernas. Yo sé que hay gente que ve lo nuestro como un amor prohibido. Pero yo te quiero, L.

A manera de conclusión, ñañitos y ñañitas. En nuestras ciudades, con sus círculos tan pequeños y endogámicos, lograr una buena relación con quienes fueron o son o serán parejas de nuestras piernas —cuándo sea posible— no solo es una forma sana de manejar nuestro pasado y futuro sentimental, sino que puede ser el comienzo de una bella amistad.

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