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‘Wham!’, una carrera destinada a la brevedad

Wham!, el dúo británico y popero que formaron George Michael y Andrew Ridgeley a comienzos de los 80s, fue un fenómeno mundial que vendió treinta millones de discos casi que de un momento a otro. Ahora pueden conocer la historia completa en el documental que lleva su nombre.

Lo primero es buscar, entre los estrenos de Netflix, el documental que la plataforma le dedica este año a Wham!, el duo británico y popero formado en 1981.

Lo segundo es ver la cinta (enterarse del chisme) y reconocer, mientras se escuchan los coros de esas canciones tan familiares, que nosotros las bailábamos solos, bailábamos como locos en nuestras casas o en esas fiestas que aún no eran de grandes, pero ya olían a cerveza.

George Michael y Andrew Ridgeley, del grupo Wham!

Finalmente, y esto sea quizás lo más importante, es necesario meterse a Spotify y buscar la playlist llamada ‘This is Wham!”, que tiene más de veinte temas y ayuda mucho a que el usuario mejore su experiencia moviendo el esqueleto.

La música de ‘Wham!’ es esencialmente divertida. Quiero decir que no cualquiera te hace bailar y mucho menos con el nivel de sofisticación que tiene ‘Wham!’ En ellos, digamos, se nota que la ambición creativa iba de la mano con la ambición comercial.

También se nota, y en gran parte sobre esto va el documental, que el gran George Michael, compositor principal del grupo, estaba muy por encima de las primeras canciones que compuso, y que la carrera de ‘Wham!’ estaba destinada a la brevedad para que así, ya fajándose con el mundo como solista, George Michael pudiera ocupar el lugar que la música le tenía guardado.  

Esto, por si acaso, no se trata de re-descubrir o re-significar la figura de George Michael, se trata de entender lo sorprendentemente bueno que era desde el principio, y cómo las cosas que van pasando en esta historia marcan y definen el camino de quien luego sería una superestrella.  

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Wham! Versión Netflix

Todos sabemos que los documentales que se anuncian, por ejemplo, como ‘una producción original de Netflix’, van pareciéndose cada vez más entre ellos, como si el éxito del género en la plataforma los obligara a producir muchos en poco tiempo.

Me refiero a que, fuera del material de archivo (que cambia según el tema central), Netflix aplica una misma estética, limpia y bien iluminada, de poco riesgo, a lo que pretende contar en formato documental.

Pero hoy no nos quejaremos, muy al contrario, recomendaremos conocer el cuento de Wham! mientras escuchamos, por ejemplo, hits del tamaño de ‘Club Tropicana’, ‘Bad Boys’ y la ya obligatoria y empoderada ‘Wake Me Up Before You Go-go”.   

Los temas de Wham! tienen la visión de quienes miran muy por delante del momento de su creación; ahora que la gente ha vuelto a usar teclados y computadoras para hacer música, y que mucho del pop actual suena como el pop ochentero pero con más y mejor tecnología a disposición, Wham! se levanta como influencia omnipresente.

Al final, la razón por la que uno respeta a un documental sobre música y sobre músicos es que, pase lo que pase, como siempre que se trata de arte, es la obra la que debe sostenerse sola. Y las canciones de Wham! no sólo se sostienen, saltan, dan trampolines en el aire, bailan y mueven los hombros como nadie más.

Pero claro, alguna trama tiene que haber, y yo la resumiría así: George Michael y Andrew Ridgeley se conocen en primaria, se sientan a la misma mesa en el aula, se vuelven mejores amigos; ninguno de los dos es del todo socialmente funcional, pero ambos quieren ser músicos y saben que las canciones serán la forma en que podrán, al fin, conectar con los demás.

No se equivocan. Entre 1982 y 1986 venderán treinta millones de discos en todo el mundo, y será la gente la que quiera acercarse a ellos.

Luego vendrá el final que ya conocemos: el dúo se divide porque uno de ellos es más talentoso que el otro, uno de ellos es el verdadero artista y debe andar suelto, por su cuenta, se llama y se seguirá llamando George Michael.

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