Virginie Despentes

Random House, 2016

Esta Virginie, infante terrible de la literatura francesa contemporánea, ha ejercido sus convicciones feministas a través de manifiestos; ha sido presentada como exprostituta, lesbiana, novelista punk y roquera, y ha escrito otras novelas como Fóllame, llevada al cine.

Ahora, el protagonista es Vernon, un cincuentón vinculado al rock y a artistas más más o menos exitosos de París, a quien se le van cerrando todas las puertas hasta dejarlo literalmente en la calle, convertido en un paria más.

Y Subutexes la denominación de un medicamento opiáceo y peligroso empleado para tratar la adicción a otros narcóticos. Porque los personajes de esta primera de una saga de tres novelas son consumidores de drogas y sexo.

La versión al castellano, no exenta de españolismos, nos lleva de la mano por un mundo donde el Estado de bienestar se difumina para los fracasados, una sucesión de personajes que han cambiado de pareja, de casa, algunos hasta de sexo, porque una avidez de experimentación atraviesa sus vidas, lo que implica en primer lugar a sus cuerpos.

La voz narrativa se ocupa de las aventuras de hombres y mujeres en su mediana edad, en una Francia donde se advierte el progresivo advenimiento de la xenofobia y la violencia dispuestas a saltar en cualquier momento desde el interior de quienes gozaron del encanto de la moda y la intelectualidad un tanto marginales, pero aún glamurosas.

Si uno no logra mantenerse dentro del círculo, será expulsado a la miseria de la pérdida de dientes, el frío, el síndrome de abstinencia, la muerte anónima.

No puedo imaginar cómo serán los tomos II y III. ¿Qué horrores y patetismos nos aguardan?

(Cecilia Velasco)

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