“Solo soy yo”, asegura Edison Tituaña, quien se considera el único bordador de lishtas, blusas, camisas y debajeros de la comuna de Llano Grande, de la parroquia Calderón de Quito.
En un período corto de dos años, Edison aprendió como parte de las enseñanzas que le inculcó su abuela y madre para aprender el oficio. Así como también para integrar a esta noble tarea a su colectivo de danza y bordados Sisa Pacari.
Este bordador decidió aprender a bordar para confeccionar los vestuarios de sus compañeros bailarines, así se evitaban alquilar para cada una de sus presentaciones.
El entorchado, pata de gallo y chacana son sus principales técnicas de bordado. “Sigo la tradición de Llano Grande y no quiero dejar morir”, comenta.
- Las manos de Edison sobre una lishta en proceso de bordaje. Aplica la técnica de entorchado. Foto: Víctor Vergara
- Otro bordado de Edison, que incluye hojas o temáticas relacionadas a la naturaleza. Foto: Víctor Vergara
- Camisa de Llano Grande bordada por Edison, de un costo aproximado de $80. Foto: Víctor Vergara
- Portavasos, con técnicas de entorchado, cruzada y cordón de Sara Sisa. Foto: Víctor Vergara
- Sombreros de paja toquilla, bordados por el colectivo de artesanas Sara Sisa. Foto: Víctor Vergara
- El bordado de un huirachuro, ave endémica del norte de Quito, con técnicas de puntada rellena, entorchado y cadena. Foto: Víctor Vergara
En un principio, tardaba meses en aprender a bordar una lishta (chal que cubre la espalda o bufanda), aunque por necesidad tuvo que aprender rápidamente en semanas.
Con 55 años de edad, Edison vivió toda su vida en Llano Grande. Verónica Montesdeoca, miembro del colectivo de mujeres artesanas bordadoras ‘Sara Sisa’, descubrió su talento.
Se le puede encontrar entre las calles García Moreno y Pasaje Tituaña S3-127 en el taller de su madre.
La tradición y belleza de los bordados en Llano Grande no se perderá, confía Edison. Sin embargo, las actuales tendencias y cambios en el vestuario cotidiano provocaron las pérdidas de algunos diseños antiguos.
Un merecido reconocimiento
Él forma parte de los bordadores reconocidos por el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador como ‘Patrimonio Cultural Inmaterial’.
“Es un gran reconocimiento, más que todo para nuestros abuelos, nuestros antepasados y las personas que lo siguen haciendo. La gente de Quito no valora el trabajo que cada uno de los bordadores hace, a diferencia de los extranjeros que les llama mucho la atención” dice María Loachamín, del taller Kinti Bordados.
Su colectivo está integrado por unos 25 miembros. Ellos se especializan en el bordado con las técnicas punta entorchada, cordón, cadena, punto tras y la puntada rococó. Bordan las conocidas ‘Camisas de Llano Grande’, con temáticas de flora y fauna endémica, debajeros, muñecas de mazapán.

Las camisas de Llano Grande de Kinti Bordados tienen un precio aproximado de $100, las lishtas $80, debajeros en $50, blusas para adultos y niños en $25, carteras y cuadros de mazapán en $20.
La mayoría no cuenta con establecimientos físicos para exponer sus productos. Solo bajo pedidos y eventuales participaciones en ferias artesanales. Por ello, piden mayores espacios para ser visibilizados y tener la oportunidad de incrementar sus ventas.