Pablo Montoya
Random House, Bogotá, 2016
Se trata de una novela de fuerte sustrato histórico de Pablo Montoya, Premio Rómulo Gallegos 2015. Los protagonistas son tres pintores franceses protestantes, perseguidos por el bando católico, que llegaron a América en el siglo XVI.
Esas son las bisagras que unen al tríptico, que podrían leerse independientemente y con gran placer, pues es notable el vasto y poético lenguaje usado por el perfeccionista Montoya para abordar un contexto cultural alejado de la actualidad.

En la primera parte, con el pintor Jacques Le Moyne como guía, el lector se adentra en el misterio de los tatuajes de los nativos, y es testigo de las guerras entre los españoles y los hugonotes franceses.
La segunda parte tiene como protagonista a François Dubois, cuyo papel es retratar una masacre de protestantes ocurrida en París en 1572. Dubois opone la lógica amorosa del encierro con su mujer a la lógica absolutista de las religiones, que lleva a la destrucción.
En la tercera sección, de estructura fragmentada y donde otra de las voces es la del propio Montoya, se presentan varias personalidades. Una de las que mayor importancia alcanza es la de Théodore de Bry, quien ilustraría las atrocidades descritas por Bartolomé de Las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias.
Montoya ha dicho que su deseo, en esta parte, era tomar por el cuello al lector y sentarlo a ver los diecisiete grabados que De Bry ilustró a partir de la denuncia del padre Las Casas (que el Banco Central del Ecuador publicó hace algunos años).
Por eso declara que todas sus novelas son recreaciones literarias del pasado, pero que “son verdades ficcionales y no verdades históricas”, pues no le interesa hacer arqueología sino literatura.
(Cecilia Velasco)
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