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Todo en todas partes: el perfecto Oscar

Hollywood encontró su boya de salvación. Localizó a la película que podía remediar, por lo pronto, algunas malaventuras y omisiones de años pasados. Todo en todas partes ganadora del premio a mejor película y a varios más vino como anillo al dedo.

La película no es gran cosa, pero resultó tener todos los ingredientes necesarios para ganar y aplicar unas gasas para contener el desangre. Los ratings televisivos se habían desplomado en todo el mundo. Los premios Oscar ya no eran aquel show imperdible. Los afroamericanos, las mujeres, los latinos y los asiáticos se quejaban por su poca representación. Una serie de películas irrelevantes ganaban el premio. Los Oscar eran hechos por y para hombres blancos llegando a la tercera edad, parecidos a Harvey Weinstein (que lo ganó muchas veces).

A eso súmese los escándalos como la bofetada de Will Smith… una desgracia. Había que reivindicarse encontrando una película que satisfaga a todos.

Todo en todas partes

Todo si te concentras

Todo en todas partes ha sido catalogada como la gran obra sobre el “multiverso” y las “realidades alternativas”. Cuenta la historia de Evelyn (interpretada por Michelle Yeoh, famosa por “El tigre y el dragón” de Ang Lee). Es dueña, junto con su marido, de una lavandería de ropa y pertenece a la comunidad china de Estados Unidos. La vida no le sonríe. Está inconforme con su trabajo, y se lleva mal con su hija y su abuelo.

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Cuando se confronta con una oficial de impuestos, Evelyn toca fondo y empieza a viajar por una serie de fantasías que le llevan a otras realidades. Muchos de esos mundos son absurdos, pero de alguna manera los realizadores de la película pretenden que sean relevantes y profundamente humanos.

Es, pues, un film de mucha acción, de cortes rápidos, peleas de espadas y persecuciones, pero a la vez tiene un aire de “película artística” y pretende dar un mensaje casi budista de que “todo puede ser posible” para la gente común y corriente; que si “te concentras lo suficiente” podrás ser lo que quieres ser.

Grande, pero no tanto

Así, se supone que complace y beneficia a todos. Es una cinta de producción independiente, de discreto presupuesto en comparación con las películas de estudio, pero a la vez es un éxito notable de taquilla. Es un film supuestamente universal, que habla de todo y de todos, pero a la vez está hecha para ser una “reivindicación” de las comunidades asiáticas de Estados Unidos, que al fin han subido al gran escenario a levantar el codiciado premio.

Tiene personajes femeninos supuestamente fuertes. Tiene una estética decididamente juvenil, novedosa, posiblemente vinculada con estos tiempos. Es decir, la película perfecta para que la industria del cine americano lave un poco sus culpas y recupere algo de la respetabilidad que su noche más gloriosa –la noche del Oscar– había perdido. Ahora, de cine puro y duro, no tiene demasiado.

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