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‘La segunda amante del rey’ de Alonso Cueto

Penguin Random House, Lima, 2017

“Tengo que decirte algo, Lali…”. La frase que aterra a cualquier mujer que durante toda su vida de casada aguantó las infidelidades de su marido, que ahora se ha enamorado en serio y quiere separarse. Pero Lali le desea felicidad, lo encamina, continúa manejando los hilos.

Durante el transcurso de la narración, ella mantendrá una calma imperturbable. No lloriquea, no ruega, no intenta suicidarse. Más bien planea destruir esa relación de una manera inusual.

La amante, como dicta un lugar común de la novela romántica, es la joven que trabajó con el señor Rey, que en realidad es el rey de una burguesía bien descrita entre madrugadas de alcohol y “yo hago lo que me da la gana porque tengo plata”.

Como en un filme de Hollywood van pasando escenas y personajes, pasión y crimen. Bien detallada la vida de unos y otros, los elegantes habitantes de San Isidro y Miraflores y los otros, los que viven en barrios oscuros sin nombre.

El pueblo chabacano y la finura de quienes asisten al juego de golf. Y el gigoló argentino que se asienta como otro reyezuelo digno de mostrar las solapas de terciopelo aunque no es más que un ser que vende su cuerpo a las señoras encopetadas. Y que seduce a la amante, al cliché de la chica buena, venida de la Amazonía, que cae en las redes de un falso enamorado. Dudando del amor, ella. Escuchando a su corazón equivocado. Esperando.

Alfonso Cueto Rey

Una novela fácil de leer en pocas horas, con el hilo conductor de una intriga que hay que desenrollar hasta el fin para descubrir el caso, como en los de Agatha Christie. El final donde alguien muere, alguien pierde y otros se redimen. Siempre, detrás de todo, la fusión vida-muerte-vida.


(Jennie Carrasco)

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