El cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero adaptará a la actualidad latinoamericana “A puerta cerrada”, la famosa obra de teatro existencialista del filósofo francés Jean-Paul Sartre. La versión que Cordero lleva alas tablas se titula ‘Sin Salida’.
Cordero se enamoró de este relato de Jean Paul Sartre durante su juventud, cuando vivió algunos años en Francia.
El escenario de esta historia es el infierno. No hay llamaradas, diablos, pailas ni castigos. Más bien, es un sitio oscuro, tranquilo y callado. Tres personajes se unen en este microcosmos y se involucran en las historias de los demás. En medio de la nada, representan la idea central de la obra teatral: otras personas son la tortura para nosotros.
Cordero se enamoró de “A puerta cerrada” (o “Sin salida”) durante su juventud, cuando vivió algunos años en Francia. Desde entonces, la idea de saltar de su mundo de dirección cinematográfica al teatro dio vueltas en su cabeza.
En Guayaquil, esta obra se estrenará el 5 de enero de 2023 en el Teatro Sánchez Aguilar. Permanecerá en cartelera tres fines de semana. Después de eso, la idea de Cordero es moverla a otras ciudades del país e internacionalizarla.
Aún no hay fecha de estreno en Quito.

A puerta cerrada
En entrevista con Revista Mundo Diners, Sebastián Cordero responde preguntas sobre su proceso para apropiarse del guion de A puerta cerrada.
¿Cómo llega a las manos de un jovencito ecuatoriano en Francia la obra de Sartre y por qué llevarlo a los escenarios con tu propia adaptación teatral?
¿Cuándo se concretó la idea de montar “Sin salida”?
Hace un tiempo, cuando recién salíamos de la pandemia, Arnaldo Gálvez, quien es el productor de la obra (también fue el productor de la adaptación teatral “Rabia”) me estaba proponiendo algo nuevo de teatro. “Sin Salida” se me vino a la mente. Arnaldo tramitó los permisos de uso y los derechos de la obra en Francia. Fue un proceso tramitoso pero se logró.
En 2021 quería montarla, pero todavía estaba complicada la cosa con la variante Omicron (de la pandemia).
¿En qué género se enmarca la obra?
Es principalmente un drama, pero tiene mucho humor negro. Cuando empieza hay muchos elementos divertidos y planteamientos de los personajes que reflejan cómo es estar dentro de este infierno. Se va transformando en algo cada vez más oscuro. Eso va generando una situación dramática.
Así son mis películas. Son dramáticas pero con muchos elementos de humor. Me interesan mucho estos dos polos opuestos muy necesarios. Si uno no se puede reír de la tragedia, ¿cómo sale adelante?
Además, tuviste el reto de adaptar el guion del francés al español…
Sí. Bueno, yo tuve la ventaja de saber hablar francés. De hecho, es mi segundo idioma antes que el inglés porque fui al colegio en Francia. Cuando dedidimos adaptarla, busqué las traducciones que existen.
Sentí que iba a ser un problema si me iba por alguna versión que fuera tan fiel. ¡Ojo! Soy fiel a la obra, pero hubo otros elementos que eran difíciles de entender para el público ecuatoriano, como la resistencia de los nazis en Francia. Eso complicaba un poco la adaptación.
Decidí irme por un lenguaje coloquial y sencillo, que tenga sentido, sin muchas jergas. Cuento el historial de los personajes y lo que pasó con ellos mientras estaban en la Tierra. Fue un proceso chévere, que se fue complementando con la lectura junto a los actores. Ellos aportan mucho al texto final.
En la obra original los personajes tienen visiones de lo que sucede en la Tierra, sin ellos. Lo que yo hice fue introducir en este infierno un teléfono con el que los personajes ven lo que pasa donde ellos no están.
Eso genera elementos en la puesta escena de luz y oscuridad. Eso es algo muy contemporáneo, dentro de lo ‘ensimismados’ que estamos al permanecer siempre conectados.
Entonces, ¿la obra está compuesta solo de tres actores?
¡En realidad son cuatro! Hay un guía que les lleva al infierno, y ese personaje es interpretado por Lucho Mueckay, con quien trabajé anteriormente en ‘Rabia’. Este personaje que aparece en tres momentos.
¿Y quiénes son los otros tres actores?
Está Alejandro Fajardo, quien fue el protagonista de ‘Rabia’ y me da mucho gusto trabajar con él.
Está también Erika Vélez. Va a ser mi primera vez trabajando con ella. Hace tiempo me daba curiosidad qué potencial tenía ella. Cuando hicimos nuestro primer proceso de casting, ella vino a hacer una lectura y nos dejó fríos. Hace un trabajo que va a sorprender a mucha gente.
La última en llegar fue Liss Rezabala, quien viene con muchas ganas.
A diferencia del cine donde haces corte y varias tomas, el teatro es en vivo y surgen momentos espontáneos. ¿Dejas espacio para la improvisación de los actores o indicas el seguimiento estricto del guión?
Al ser una obra de característica inmersiva, ¿cuál es el rol del público y cuáles son sus límites en su espacio?
En el caso de la adaptación teatral de “Rabia”, era un planteamiento de teatro inmersivo. Me parecía súper interesante que el público pudiera verla de distintas maneras. Había muchos juegos de perspectivas.
En el caso de “Sin Salida”, el público rodea a los personajes. Es un cuadrilátero, donde literalmente no hay salida de los personajes. A donde vean hay público. Los personajes nunca tienen un momento de privacidad. Toda cosa que dicen está bajo la mirada de los otros personajes.
¡Eso va a ser bien interesante!
Al ser una obra tan minimalista, ¿cómo quedan los detalles técnicos: montaje general, iluminación o música en vivo?
Es minimalista porque hay suficiente riqueza en los personajes. Esta obra ha sido montada de muchas maneras: desde lo más clásico a lo más moderno. Mi versión es muy abstracta; se entiende que es un sitio fuera de la Tierra, donde planteo un juego entre la luz y la sombra, con espacios dentro del cuadrado en el que sucede la obra.
En cuanto al sonido, estoy dándole vueltas. Lo que me encanta del teatro es que tiene un proceso muy orgánico, de muchas capas. Estoy tentando en meter algún tipo de atmósfera sonora. Ahora, estoy viendo algunas posibilidades.

“Sin Salida” durará alrededor de 90 minutos. ¡Qué gran reto de mantener al público enganchado tanto tiempo!…
¡Es un reto grande! Yo siempre cuento que desde que escribo he tenido miedo de aburrir. Ese es mi mayor miedo en el cine o el teatro. Mi meta es que el público se enganche de principio a fin. Como guionista, siempre me aseguro de que eso suceda, y eso es difícil.
En este caso, tengo la gran ventaja de partir de un texto maravilloso de Sartre. Cada personaje es interesante y siempre estás intrigado.
A la par de tu trabajo como director de cine, ¿ya te sientes cómodo al identificarte también como director de teatro?
Es un paso para consolidar mi carrera como director de teatro. Considero que la dirección de teatro y cine están muy juntas, aunque tienen sus diferencias fundamentales y procesos para trabajar.
A diferencia de la costosa producción cinematográfica, ¿es más fácil producir teatro?
Por un lado, para mí el oficio de dirigir teatro ha sido muy especial y gratificante. Me interesa seguir haciendo teatro de cualquier manera. Los proyectos que tengo en mente son ambiciosos.
Con una película a veces me tardo cinco años en poder levantarla, en cambio, en teatro es más rápido montarla. En cierto sentido, hay más libertad al trabajar algo más inmediato, pero tampoco es que es gratis. Cambian las escalas, pero la situación es la misma: mantenerte dentro de un presupuesto.
En paralelo, también estás produciendo tu primer largometraje documental titulado “Al Otro Lado de la Niebla”, que protagonizas junto al montañista Iván Vallejo durante un viaje a Nepal, ¿cuándo se estrena?
Está casi listo. Estamos terminando sonido y corrección de color. La idea es lanzarlo el primer trimestre de 2023. Estoy muy contento y creo que a la gente le va a sorprender una faceta mía muy personal.
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