Esta columna celebra dos películas hoy. El estreno en salas ecuatorianas de ‘Asesinos de la luna’, la nueva cinta de Martin Scorsese, y la oportunidad de ver ‘2001: Odisea en el espacio’, de Stanley Kubrick, en la plataforma de HBO.
Martin Scorsese es quizás el mejor de los cineastas vivos y este año recibió nueve minutos de ovación al presentar su nueva cinta en el festival de Cannes. El mismo Scorsese que ocupa muchas de sus entrevistas y encuentros con medios de comunicación para decir que lo que se anuncia en carteleras comerciales ‘No es cine’.
Su campaña, de hecho, comenzó hace varios años, cuando comparó a las películas del universo/imperio Marvel con atracciones de un parque de diversiones para niños muy pequeños. Son espectáculos, dijo, pero no es cine.
La causa Scorsese
Scorsese se ha convertido entonces en el vocero de una causa que no podemos dar por perdida. Y aunque siempre ha sido un artista radical, queriendo decir que lleva sus historias al límite de lo moral y lo permitido, que eleva tanto el intelecto como la emoción y la estética, no es un militante afiebrado y enloquecido.
Cada fin de semana, quienes estamos pendientes de las novedades en salas comerciales vemos entre los estrenos cada vez más películas y menos cine. Más distracciones y menos arte. Más momentos instantáneos y desechables y menos experiencias que la gente pueda llevarse consigo luego de terminada una película.
Por estos días, la cura a todos nuestros males es el mismo Scorsese. ‘Los asesinos de la luna’, su nueva obra, acaba de estrenarse en Ecuador y no digamos que hay que correr a verla, sino que ya deberíamos estar viéndola, capaz por segunda o tercera vez.
La cinta, con Leonardo DiCaprio, Robert De Niro y la actriz nativo-americana Lily Gladstone, sucede a comienzos del siglo pasado, cuando el mundo blanco descubre oro negro en tierras de pueblos originarios norteamericanos.
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Kubrick en HBO Max
La plataforma de HBO ha incluido en su menú ‘2001: Odisea en el espacio’, obra mayor de la ciencia ficción dirigida por Stanley Kubrick, original de 1968.
La vi pensando, precisamente, en lo que dice Scorsese sobre el cine actual. Y mi apoyo hacia la causa amaneció renovado y listo para tomar las armas y llevar la batalla a las calles si es preciso.
‘2001’ es una de esas películas que hacen que todo alrededor se detenga, que deje de importar por un buen rato eso que concebimos como real y que muchas veces no es otra cosa que una mala imitación del buen arte, del buen cine.
Más que una película, incluso, diría que es un lugar, acaso una estación espacial, en la que podemos entrar y flotar más o menos bajo nuestro propio riesgo, porque siempre estaremos en manos de Kubrick.
Viéndola, sin interrupciones, boca cerrada y celular apagado, capté que sigue estando vigente y sigue siendo adelantada porque tiene muy marcados y hondos los rasgos de un clásico: rompe con la tradición, es en sí misma un nuevo y desde entonces reverenciado lenguaje, inspira a quienes piensan que todo es posible y libera a los que se deciden por crear.
Es, además, más oportuna de lo que podríamos sospechar o recordar.
Uno de los protagonistas, hay quien dice que se trata del único personaje que muestra emociones, es HAL 9000, la computadora que conduce la nave en la que viaja una misión espacial camino a Júpiter.
HAL 9000 es, claro, Alexa, y solo fijándonos en sus diálogos y en las consecuencias que sus decisiones tienen sobre la tripulación humana, podríamos zanjar cualquier discusión sobre la inteligencia artificial.
‘2001’ da para todo, porque, citando nuevamente a Scorsese, es cine. ¿Cómo saberlo? El cine es para siempre.