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‘Yo Sandro’: espectáculo de sudor y pelo largo

Yo Sandro’, el documental sobre el ídolo argentino da para mucho más que el recuerdo. Aquí la historia de uno de esos hombres que inventaron el negocio del espectáculo y el oficio de cantar y bailar para detener el mundo y apropiarse de él.

Mucho de este documental, disponible en Amazon Prime Video, se arma con imágenes caseras y nómadas filmadas por el mismo Sandro: aviones, conciertos, hoteles, playas.

La nostalgia, tan de moda y tanto mejor explotada, vuelve a funcionar cuando, por ejemplo, aparecen sobre la mesa de cristal una botella de Chivas y una cajetilla de Marlboro rojo.  

Dos productos, es cierto, pero también dos símbolos o etiquetas de un estilo de vida que por décadas fue norma y aspiración.

Sobre estas imágenes suena la voz en off de un artista al que se recuerda como a un dios.

A ratos, habla como un empresario, trabajador y visionario. ‘No seguíamos las corrientes actuales, seguíamos las corrientes que iban a venir, queríamos hacer algo grande.’, dice, y uno entiende que ese espectáculo de contorsiones, pelo largo y sudor era una corporación conducida por la ambición de cambiar la realidad.

Habla también el Sandro más romántico y no por eso menos profesional. ‘De cada amor nuevo salía un long play.’, dice, cumpliendo con la ley del escritor como vampiro, el que te besa del cuello para muy abajo y luego describe tu sabor y cuenta la ruta de tus lunares.

Hoy por hoy, el cantante y actor argentino estaría haciendo featurings con Rosalía y Karol G. Un tema como ‘Quiero llenarme de ti’, con todo lo que eso grafica, da para un remix y uno de esos videos, todo hay que decirlo, que son las grandes producciones latinas de nuestra época (las películas independientes, por decir algo, tienen menos presupuesto y alcance). Sólo un favor: no se les ocurra usar Auto-Tune con Sandro, su voz es sagrada

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Sandro suena y se sacude

Suenan a lo largo del documental una serie de mensajes enviados por fanáticas y registrados en cinta. Entre los mejores, este, ‘Hola, Sandro. Hablando contigo, aunque sea por grabación, tengo que moverme. Imagínate.’

La carga sexual, mezcla de revolución sesentera y desenfreno latino cruzado por dictaduras militares, se muestra como la oportunidad para que una generación de mujeres echara manos a la presa y el deseo.

El gitano de perfil griego como ídolo, como medio de comunicación y como vehículo de la libertad de expresión.  

Hacia el final, durante el testimonio de una cantante puertorriqueña, se escuchan quizás las mejores líneas de la película. ‘Me llevó a comer, algo que él nunca hacía, no salía a ninguna parte. Me invitó a su casa y pude conocer al Sandro íntimo, lindo. Solitario pero no tan solitario. No desolado (toma aire, lo piensa bien y dice), apartado.’

¿Era el hombre que nunca paró de bailar un tipo recluido y ensimismado?

No lo creo. Escojo pensar que aprovechaba la soledad para descansar de sí mismo, algo por lo demás necesario; y que así descansaba de la persona que los otros querían que fuera, esa persona que la gente pagaba por ver y por escuchar.

En Spotify, en el ya tradicional ‘This Is Sandro’ (recurso facilón pero efectivo), van pasando una a una las canciones que hacen vibrar el documental.

El sonido del pasado, orquestado y teatral, se mantiene de pie en calidad de Centro Histórico, el comienzo de nuestra forma de ser y el camino que dejaron iluminado y abierto los que estuvieron antes.  

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