El 4 de noviembre de 2023, el general Rodríguez Lara cumple cien años. Esta vivo luego de una carrera pública, en la que se destaca el haber presidido el “Gobierno Revolucionario Nacionalista de las Fuerzas Armadas”, desde 1972 a 1976. Lo que viene a continuación es parte de una extensa entrevista realizada en 2016.

Rodríguez Lara es un gran ejemplo de una generación de oficiales nacionalistas de las Fuerzas Armadas, que se comprometieron con un proyecto de desarrollo y modernización del país.
El libro ‘Guillermo Rodríguez Lara, Testimonio de vida y del Nacionalismo Revolucionario’ es un “declaratoria” extensa y organizada de la trayectoria del militar más influyente de nuestro país en la segunda mitad del siglo XX.
Al final del libro, se incluye una “entrevista a fuego cruzado” realizada en 2016, en que Rodríguez Lara “se confiesa”. Se reproduce aquí íntegra con ocasión de conmemorarse el centenario de su nacimiento.
General Rodríguez Lara, si no nacía en Pujilí, ¿dónde le hubiera gustado nacer?
Me hubiera gustado nacer en cualquier lugar de mi patria, Ecuador.
¿Y si le tocaba nacer en otro país?
Para mí es un tanto difícil elegir, pero me decido por Argentina. Porque en ese país, a una edad ya más centrada, más adulta, adquirí conocimientos y experiencias muy importantes, que me sirvieron para mi vida futura y especialmente para cuando me cupo el inmenso honor de desempeñar las funciones de Presidente de la República.
Si volviera a vivir un hecho en su vida, ¿cuál escogería?
Sería realmente el de Presidente de la República, para dedicarme, como lo hice, con todo mi empeño, mi interés, mis capacidades al servicio del pueblo ecuatoriano.
¿Cuál considera el mayor acierto de su vida?
Hay muchos que me complacen enormemente y me hacen vivir lleno de satisfacción íntima, pero permí- tame que le diga siquiera dos. Uno, el resultado del gobierno que me cupo desempeñar, y en cifras nada más, haber llegado al promedio del Producto Interno Bruto, que dice del desarrollo social y económico del país y la repercusión en su pueblo, a 11,5%. Y sin petróleo, al 9,1%. Otro aspecto también muy interesante es que durante mi gobierno se pagó esa ignominiosa, injusta deuda de la Independencia a Inglaterra.
¿Cuál piensa que ha sido su mayor error?
Creo que, al correr de los años, reflexionando y viendo la situación, no haber dedicado mayor tiempo, dinero, ejecutorias y planes a combatir la pobreza en el país. He tenido la oportunidad de constatar casos realmente lacerantes. Llega al fondo del espíritu ver ese grado de pobreza de ciertos sectores de ecuatorianos.
Como soldado se entrenó a matar, ¿alguna vez quiso matar a alguien?
Permítame una aclaración al respecto. Al suscitarse una guerra, lo que se procura no es matar, sino herir, imposibilitar, al combatiente enemigo. En mi caso, no se me ha ocurrido ni en mi mente, ni ha habido situaciones que me han dispuesto a matar a nadie.
Si no hubiera llegado a ser Jefe de Estado, ¿qué le hubiera gustado ser?
Como militar ya fui general, pero me hubiera gustado ser la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas, o sea, Jefe del Comando Conjunto y tener el grado de General de Ejército, al que por modestia, por mi manera de ser, por delicadeza, habiendo cumplido todos los requisitos, no creí del caso ascenderme yo mismo. Quedé, pues, con un grado inferior de general en la jerarquía militar.
¿Cuál cree que es el mayor aporte que ha hecho al país?
El ejemplo que se da cuando se administra limpiamente el país, cuando se establecen antecedentes para prohibir hechos que por desgracia en la historia se han presentado. Compañeros de las Fuerzas Armadas y distinguidos profesionales civiles realizamos un gobierno compenetrados del espíritu de honradez. En nuestro gobierno, de nivel director general, no hubo un solo caso de corrupción. Nadie anda corrido, expatriado, exilado, escondido, porque todo se manejó con honradez. Nuestro principio filosófico decía que ser honesto, respetuoso de los fondos nacionales, no era una virtud, sino una obligación.
¿Quién es su mejor amigo?
Puedo decirle que, entre los amigos que he tenido muy cercanos, dignos de mi gratitud, hay uno que debo citar: el doctor Estuardo Gaibor Reynel, que está ya en la otra vida. Lo considero así por la permanente lealtad, por su manera de comportarse, por sus expresiones, por sus actos de un real y verdadero amigo.
¿Quién considera que es su peor enemigo?
Por los actos que he realizado durante el transcurso de mi vida, no creo que puedo aceptar y considerar que ha habido un verdadero enemigo.
¿Cuál es la falta que más ha perdonado en su vida?
El hecho de que cualquier subordinado, cualquier funcionario, especialmente en el ejercicio de la Presidencia de la República, por ignorancia, por desconocimiento de actos, de momentos, de situaciones, de políticas, haya fallado en las responsabilidades de su cargo, contrariando las justas aspiraciones del pueblo.
¿Qué es lo que no perdona?
Yo no perdono jamás el hecho de que los ciudadanos, los ecuatorianos, aprovechando de la situación que ejercen en un momento dado se enriquezcan en diferentes formas, o adquieren una posición muy distinta a la original, a sabiendas de que debían manejar los recursos económicos con una real, verdadera honradez.
¿Por qué cosa que ha hecho en su vida ha llegado a pedir perdón?
Como humano, diría yo, ha habido actos que sin mayor trascendencia he cometido, Bueno, allí el perdón creo que ha sido el recurso. Pero, repito, no por actos de trascendencia, ni perjuicio a terceros.
¿Qué es lo que no se perdona a sí mismo, en cambio?
Yo no me perdonaría jamás ni me perdoné, para expresarme con mayor exactitud, el hacer lo contario a la convicción que tengo sobre un problema, la realización del mismo, o sea traicionando a lo que considero como lo justo, lo honesto, lo procedente, lo realmente conveniente para cualquier actuación en el cargo desempeñado o en la situación que uno se encuentra. Traicionarse a sí mismo por conveniencias es muy usual, sobre todo en cierto escalón y en ciertas actividades de gobierno.
En tres o cuatro palabras, dígame qué piensa sobre las personas que le voy a mencionar:
Eloy Alfaro
Un insigne ecuatoriano, batallador sin tregua. Implantó el laicismo, hizo construcciones físicas. Con criterio de geopolítica quiso construir el ferrocarril al Oriente, que defendió frente al Perú con su presencia en una actitud valiente. Es decir, un hombre que con mucha razón ha sido considerado el mejor de los ecuatorianos.
El general Alberto Enríquez Gallo
Fue un distinguido compatriota mío, que en el ejercicio del poder aplicó su intuición verdadera en el desenvolvimiento de las tareas de su cargo, que lo hizo con toda la buena intención y apoyo para que se cumplan algunos aspectos. Incidió en la aplicación de ciertas conquistas sociales como la emisión del Código del Trabajo.
La Madre Teresa de Calcuta
Una religiosa, muy interesante su vida, apasionada de la religión cristiana, que hizo un papel social formidable en la India donde desempeñó unas funciones muy hermosas, humanitarias por excelencia. Se dedicó por entero al servicio de los menos poseedores de fortuna, de riqueza, de los desnutridos, de los inhabilitados, de los pobres en extremis, de la gente que necesitaba salir de su condición para tener un hálito de vida.
Alberto Spencer
Un ecuatoriano que descolló en el fútbol y a través de su habilidad, de su capacidad, de su buen jugar, en definitiva, hizo que el nombre de Ecuador, en ese campo, el deportivo, apareciera con mayor frecuencia. Y amén de eso, recuerdo que no se envaneció como algunos lo hacen y se sometió a una vida normal posteriormente.
¿Cómo querría que fuera su funeral?
Que me acompañen civiles y militares, ya que siempre ha sido para mí un anhelo, una aspiración que haya unidad, compenetración entre civiles y militares. Siempre aspiré a ser reconocido como un miembro del pueblo ecuatoriano. Hasta ahora en calidad de militar retirado, siento que formo parte del pueblo armado frente al pueblo civil.
¿Dónde querría ser enterrado?
Me gustaría y aspiraría que sea en mi ciudad natal Pujilí, muy cerca de los lugares en que están mis padres Aurelio y Clarita, para que, en cierta forma, en esa vida eterna, por lo menos los vestigios de la vida transitoria, la osamenta, esté cerca de mis progenitores.
Varias instituciones llevan su nombre, ¿cuál denominación aprecia más?
Me gusta mucho que la Escuela Politécnica Superior Politécnica del Ejército, la ESPE en Cotopaxi lleve mi nombre, como también la Escuela Superior de Ingenieros de Combate.
¿Cómo le gustaría ser recordado por la gente del Ecuador?
Como un ciudadano producto de ese pueblo ecuatoriano, que dedicó todas sus capacidades, sus energías, sus conocimientos, sus experiencias, a servir exclusivamente al pueblo ecuatoriano. Como alguien que no modificó su manera de ser y de actuar en el seno del pueblo ecuatoriano.