Si hay un día en que un reloj acapara las miradas, ese es el 31 de diciembre de cada año. En ciudades como Madrid, Londres y Tokio, la celebración alcanza el clímax con el tic tac de relojes o campanadas que anuncian el cambio de año.
Quizá el más icónico es el reloj de la torre del palacio de Westminster, más conocido como el Big Be. Tiene 58 años de historia y protagonista de las fiestas finales del año junto al espectáculo de fuegos artificiales a orillas del río Támesis.
En realidad el Big Ben es la campana de casi catorce toneladas que está al interior de la torre. En su larga vida no faltan anécdotas como la de la Nochevieja de 1962. los londinenses recibieron 1963 con diez minutos de retraso. La rigurosa puntualidad inglesa sufrió un revés cuando falló el mecanismo debido a la nieve.
El reloj de la Real Casa de Correos
Madrid es otra de las urbes europeas que convoca a la festividad. En su céntrica plaza de la Puerta del Sol, las campanadas del reloj de la Casa de Correos (sede de la Comunidad de Madrid) acompañan el ritual muy español de comer las doce uvas para que la buena suerte los acompañe en el año venidero.
Allí se congregan miles de personas cada 31 de diciembre, pero el festejo madrileño lo sigue toda España, a través de la televisión.




Este gran evento, que el Ayuntamiento de Madrid describe como “la liturgia televisada”, es de total sincronía: cuando faltan segundos para la medianoche, la bola, situada en la parte superior de la torre, baja acompañada del sonido de carillón.
Fin de año en la tierra del Sol naciente
Y en un continente más lejano, exactamente en Japón, son nada menos que 108 campanadas las que marcan la llegada del año nuevo. Reuniones familiares, decoraciones tradicionales, plegarias y ritos de limpieza y purificación son de obediente cumplimiento.
A la medianoche, en los templos budistas las campanas repican en señal de la liberación de los pecados y sufrimientos humanos.
La campana del templo Chion-in, en Kioto, es la más grande de Japón. Pesa 74 toneladas. “Por ello requiere la intervención de al menos “17 monjes para que suene correctamente durante el ritual budista de año nuevo”, precisa el blog Japonismo.com.